Los cañones de Napoleón
Uri Avnery
Napoleón llegó a una ciudad alemana y no lo recibieron con la tradicional salva de artillería.
Furioso, citó al alcalde y exigió una explicación.
El alemán mostró un largo rollo de pergamino y dijo: “Tengo una lista de 99 motivos. Motivo nº1: no tenemos artillería”.
“Suficiente”, le interrumpió Napoleón, “¡Puede irse a su casa!”
Recordé esta historia hace unas dos semanas cuando leí el plan de paz de 10 puntos de Yitzhak Herzog.
Herzog, el líder del Partido Laborista, es una persona honesta e inteligente. Todas las cosas malas que se han escrito sobre él, cuando parecía que se estaba arrastrando hacia la coalición de Binyamin Netanyahu, han sido refutadas por la reciente revelación sobre la iniciativa de paz de Aqaba.
Los gobernantes de Egipto, Jordania e Israel, al parecer, se reunieron en secreto y le pidieron a Herzog que hiciera posible la paz uniéndose a la coalición de Netanyahu. Herzog, al ser engatusado por Netanyahu, aceptó. Guardó silencio bajo la tormenta de reacciones desdeñosas, lo que demuestra que es decente y responsable.
Sin duda, podría haber sido un buen primer ministro para Irlanda, donde su abuelo había sido el Gran Rabino, o incluso en Suiza. Pero no en Israel.
Durante estos 10 años, el asentamiento judío en los territorios ocupados continuará alegremente
Israel ahora necesita un líder fuerte, con mucho carisma y un profundo entendimiento del conflicto histórico. No un Herzog.
Volviendo a Napoleón.
Hace dos semanas, Herzog publicó orgullosamente su plan de paz, que constaba de 10 puntos.
El punto nº1 es una repetición ritual del principio de dos Estados. Es el punto nº2 el verdadero quid de la cuestión. Dice que las negociaciones de paz empezarán dentro de 10 años.
Ahí es donde Napoleón habría dicho: “Suficiente. ¡Váyase a casa!”
La idea de que las negociaciones de paz pueden posponerse durante 10 años es absurda. Un pueblo bajo una ocupación brutal no se quedará 10 años quieto. Durante este tiempo, el plan obliga a los palestinos (punto 6) a actuar contra “el terrorismo y la sedición”. Ni una palabra sobre la violencia y la “sedición” israelí.
Después de 10 años, “a condición de que durante estos años no haya violencia en la zona”, comenzarán las negociaciones de paz.
En nuestra zona, 10 años son una eternidad. En este preciso momento se están librando varias guerras. A medida que la ocupación avanza, una intifada puede estallar en Palestina en cualquier momento.
Durante estos 10 años, el asentamiento judío en los territorios ocupados continuará alegremente. Cierto, sólo en los “bloques de asentamiento”. Estos bloques imaginarios nunca han sido definidos, y Herzog tampoco los define. No existen mapas de estos bloques. No hay acuerdo sobre el número de bloques ni, desde luego, sobre sus fronteras.
El plan de Herzog no concibe ningún cambio en el estatus de “Jerusalén Unida, capital eterna de Israel”
Para un árabe, los “bloques de asentamiento” son sólo un medio para continuar construyendo asentamientos mientras fingen no hacerlo. Como dijo un árabe: “Nosotros negociamos una pizza y, mientras tanto, vosotros os coméis la pizza”.
Se afirma que todo el territorio del este de Jerusalén pertenece a un bloque de asentamiento y que debe ser anexionado a Israel ahora mismo. Esto casi cortaría en dos el futuro Estado de Palestina, con sólo unos cuantos kilómetros de desierto cerca de Jericó que los conecte.
¡Ah, Jerusalén! No existe en el plan de Herzog. Puede parecer curioso, pero no lo es. Significa que el plan de Herzog no concibe ningún cambio en el estatus de “Jerusalén Unida, capital eterna de Israel”.
Aquí entra Napoleón de nuevo. Un plan que no incluye una solución para Jerusalén es una ciudad sin artillería.
Cualquiera que tenga la más mínima idea de la sensibilidad árabe y musulmana sabe que ningún árabe o musulmán en el mundo aceptaría hacer las paces si Jerusalén Este y el Santo Sepulcro quedan en manos no musulmanas. Puede haber varias soluciones para Israel – la partición, la soberanía conjunta y más – pero un plan que no propone una solución es inútil. Muestra una ignorancia abismal del mundo árabe.
¿Qué más no aparece en el plan? Los refugiados, por supuesto.
En la guerra de 1948, más de la mitad del pueblo palestino huyó de sus casas o fue expulsado. (En un artículo reciente he tratado de describir lo que realmente pasó). Muchos de estos refugiados y sus descendientes ahora viven en Cisjordania y en la franja de Gaza. Muchos otros viven en los Estados árabes vecinos y por todo el mundo.
Ningún árabe puede firmar un acuerdo de paz que no ofrezca al menos una solución simbólica.
En el acuerdo de Oslo, Israel se comprometió a abrir cuatro “pasos seguros” entre Cisjordania y Gaza
Ya está más o menos silenciosamente aceptado que debe haber una solución “justa y acordada” que conciba, supongo, un regreso de un número limitado, pagando una generosa compensación para financiar el asentamiento de todos los que se encuentran fuera de Israel.
Pero para muchos israelíes, incluso permitir que un solo refugiado regrese constituye un peligro mortal para Israel como un Estado “judío y democrático”.
No mencionar el problema en absoluto – excepto como un nebuloso “asunto esencial” – es, bueno, absurdo.
Hay otra cuestión que no ha sido mencionada.
El plan exige unidad entre los palestinos en Cisjordania y Gaza como una condición para la paz. Genial. Pero, ¿eso nos afecta?
Por supuesto que sí.
En el acuerdo de Oslo, Israel se comprometió a abrir cuatro “pasos seguros” entre Cisjordania y Gaza, una distancia de unos 40 kilómetros, a través del territorio israelí. Dejó en el aire la naturaleza de estos pasos: caminos extraterritoriales, una línea de ferrocarril o lo que sea. De hecho, nunca se llegó a abrir ningún paso, aunque se instalaron señales de tráfico que luego se quitaron. Esto fue y es una violación flagrante del acuerdo.
El resultado inevitable (véase: Pakistán) es la ruptura en dos entidades: Cisjordania bajo el control de la OLP y la franja de Gaza bajo Hamas. El gobierno israelí parece bastante feliz con esta situación.
Todos los israelíes inteligentes se han dado cuenta de que nos enfrentamos a una elección fatídica
La reunificación exige la apertura de los pasos. Ni una palabra sobre esto en el plan de Herzog.
En conjunto, el plan parece un queso suizo: más agujeros que sustancia.
En mi vida he participado en la formulación de un gran número de planes de paz. En septiembre de 1958 mis amigos y yo publicamos “El Manifiesto Hebreo”, un documento de 82 puntos, incluyendo un extenso plan de paz. Así que podría asegurar que soy una especie de experto en la elaboración de planes (pero no, por desgracia, en hacer la paz).
El plan de Herzog no tiene nada que ver con la paz. Su objetivo no es ganarse los corazones árabes. Es una construcción verbal destartalada formulada para atraer a votantes judíos-israelíes.
A estas alturas, todos los israelíes inteligentes se han dado cuenta de que nos enfrentamos a una elección fatídica: o bien dos Estados, o un Estado apartheid, o un sólo Estado de mayoría árabe. La mayoría de los israelíes no quieren nada de esto.
Quien quiera liderar a Israel debe elaborar una solución. Así que esta es la solución de Herzog. Está concebida únicamente para ojos judíos-israelíes. Los árabes no necesitan postular.
Como tal, no es mejor o peor que otros muchos planes de paz.
Solamente otro ejercicio inútil.
© Uri Avnery | Publicado en Gush Shalom | 4 Mar 2017 | Traducción del inglés: Miriam Reinoso Sánchez
¿Te ha interesado esta columna?
Puedes ayudarnos a seguir trabajando
Donación única | Quiero ser socia |