Los enanos
Uri Avnery
Jerusalén rebosa de nuevas ideas geniales. Las mentes más brillantes de nuestra clase política se están enfrentando a los problemas provocados por la reciente revolución árabe que está transformando el paisaje que nos rodea.
Aquí tenemos la última cosecha de ideas alucinantemente innovadoras:
El ministro de Defensa, Ehud Barak, ha anunciado que va a pedir a Estados Unidos una concesión de otros 20.000 millones de dólares para más aviones de combate de última generación, barcos de misiles, un submarino, vehículos de transporte de tropas, etc.
El primer ministro Binyamin Netanyahu se hizo una foto rodeado de mujeres soldados ―como Muammar Gadafi en los viejos tiempos─ con la mirada puesta en el río Jordán y anunciando que el ejército israelí jamás dejaría el valle del Jordán. Según él, esta franja de tierra ocupada es de vital importancia para la «seguridad fronteriza» de Israel.
Netanyahu anunció que el ejército jamás dejaría el valle del Jordán
Este lema es tan antiguo como la propia ocupación. Era parte del célebre Plan Allon, que fue diseñado para rodear Cisjordania de territorio israelí. Por cierto, el padre del plan, Yigal Allon, era también un líder del movimiento kibutz, y el valle del Jordán le pareció una zona ideal para los nuevos kibutz ya que es plano, lo suficientemente húmedo y estaba poco poblado.
Pero los tiempos han cambiado. Cuando Allon era un legendario comandante en la guerra de 1948, no soñaba siquiera con misiles. Hoy en día, un misil lanzado desde el otro lado del Jordán puede llegar fácilmente a mi casa en Tel Aviv. Cuando Netanyahu declara que necesitamos el valle del Jordán para evitar que los árabes pasen misiles de contrabando a Cisjordania, está un poco… bueno, anticuado.
Cuando los políticos se enfrentan con valentía al nuevo mundo, el ejército no se atreve a quedarse atrás. Esta semana, varios comandantes de división anunciaron que se estaban preparando para «levantamientos de masas no violentas» al estilo de Tahrir pero en Cisjordania. Las tropas están entrenadas, se almacenan medios de antidisturbios. Nuestro glorioso ejército se está preparando para una nueva operación de policía colonial.
Para reforzar el vigor mental de los dirigentes, Netanyahu ha movilizado un intelecto impresionante: ha nombrado al director general Yaakov Amidror como jefe del Consejo Nacional de Seguridad. Amidror, el oficial con kipa de más alto rango del ejército, nunca ha ocultado sus puntos de vista ultra-ultranacionalistas, incluyendo su total oposición a un Estado palestino y la paz en general. Es, por cierto, el funcionario que mencionó hace poco en tono de aprobación que algunos ejércitos le pegan «un balazo en la cabeza» a los soldados reacios a asaltar una posición enemiga.
Nuestro glorioso ejército se está preparando para una nueva operación de policía colonial
Es lógico que Netanyahu haya invitado al partido Frente Nacional, que incluye elementos abiertamente fascistas, a unirse a su gobierno esta semana. Éstos se han negado porque Netanyahu no es lo suficientemente extremista para ellos.
Mientras tanto, una docena de los políticos más importantes, de Avigdor Lieberman hacia abajo, se han dedicado a desempolvar planes moribundos para «acuerdos provisionales», mercancía vieja abandonada tristemente en los estantes, sin compradores a la vista.
En definitiva: enanos políticos, frente a una realidad nueva y revolucionaria que ni entienden ni controlan. (Esto no es un insulto a los enanos de verdad, que son, por supuesto, tan inteligentes como cualquiera)
Con este puñado de líderes, es casi utópico preguntar qué podríamos o qué deberíamos hacer para sintonizar con la nueva realidad geopolítica.
Suponiendo que el mundo árabe, o una gran parte de él, esté en camino hacia la democracia y el progreso social ¿cómo afectaría esto a nuestro futuro?
Podemos construir puentes para tales sociedades progresistas, multipartidistas? ¿Podemos convencerlos para que nos acepten como parte legítima de la región? ¿Podemos participar en el surgimiento político y económico de un «Nuevo Oriente Medio»?
Yo creo que podemos. Pero la condición sine qua non e inalterable es que hagamos la paz con el pueblo palestino.
Tan inquebrantable es la convicción de todo el establecimiento de Israel de que eso es imposible, que la cuestión se hace de hecho imposible. Tienen toda la razón: mientras ellos estén a cargo es de hecho imposible. Pero con otro liderazgo, ¿serán las cosas diferentes?
Si ambas partes ─y esto depende en gran medida de Israel, la parte incomparablemente más fuerte─ de verdad quieren la paz, la paz estará ahí para el que la pida. Todos los requisitos están claramente sobre la mesa. Se han discutido hasta la saciedad. Se han señalado los puntos para el compromiso. No llevaría más de unas pocas semanas trabajar los detalles. Las fronteras, Jerusalén, los asentamientos, los refugiados, el agua, la seguridad… a estas alturas todos sabemos cuáles son las soluciones. (Yo mismo y muchos otros las han enumerado varias veces.) Lo que falta es voluntad política.
Un acuerdo de paz, firmado por la OLP, ratificado en un referéndum popular, aceptado por Hamás, cambiará radicalmente la actitud de los pueblos árabes en general con respecto a Israel.
Esto no es simplemente una cuestión de forma; se adentra en el fundamento de la conciencia nacional. Ninguno de los levantamientos en curso en los diferentes países árabes es antiisraelí por naturaleza. Las masas árabes no piden a gritos la guerra en ninguna parte. De hecho, la idea de la guerra contradice sus aspiraciones básicas: el progreso social, la libertad, un nivel de vida que permita una vida digna.
Las masas árabes no piden a gritos la guerra en ningún lugar pues contradice sus aspiraciones
Sin embargo, mientras continúe la ocupación del territorio palestino, las masas árabes rechazarán la conciliación con Israel. Sea cual sea el sentimiento de un pueblo árabe en particular hacia los palestinos, todos los árabes se sienten profundamente obligados a ayudar en la liberación de sus compatriotas árabes. Como un líder egipcio me dijo una vez: «Son nuestros parientes pobres y nuestra tradición no nos permite abandonar a un pariente pobre. Se trata de una cuestión de honor.»
Por lo tanto, Israel surgirá en cada campaña electoral libre en los países árabes, y cada partido se sentirá obligado a condenar a Israel.
Uno de los argumentos contra la paz, repetido hasta la saciedad por la propaganda oficial, es que Hamas nunca lo aceptará. El fantasma de los movimientos islamistas ganando elecciones democráticas en otros países, como Hamas en Palestina, se ve venir a leguas como un peligro mortal.
Valdría la pena recordar que Hamas fue creado efectivamente por Israel en un principio.
Durante las primeras décadas de la ocupación, los gobernadores militares prohibieron cualquier tipo de actividad política palestina, incluso la de aquéllos que abogaban por la paz con Israel. Metieron a los activistas en la cárcel. Sólo había una excepción: los islamistas. No sólo era imposible impedir que se reunieran en las mezquitas, que era el único espacio público que quedaba abierto, sino que se les dijo a los gobernadores militares que alentaran a las organizaciones islamistas, como contrapeso a la OLP, considerada la principal enemiga. La OLP fue y sigue siendo no-religiosa y muchos cristianos han desempeñado un papel importante en ella.
Valdría la pena recordar que Hamas fue creado efectivamente por Israel en un principio
Ésa fue, por supuesto, una idea estúpida, típica de la miopía de nuestros líderes políticos y militares, en lo que se refiere a asuntos árabes. Al estallar la primera intifada, el movimiento islamista se constituyó como Hamas («Movimiento de Resistencia Islámica») y comenzó la lucha.
El surgimiento de Hizbulá fue también resultado de acciones israelíes. Cuando Israel invadió el Líbano en 1982 con el fin de destruir el mini-estado de la OLP del sur del país, creó un vacío que fue rápidamente ocupado por el recién fundado Partido chií de Dios, Hizbulá.
Tanto Hamas como Hizbulá aspiran al poder en sus respectivos países. Ése es su principal objetivo. Por tanto, la lucha contra Israel es más un medio que un fin. Una vez que se logre la paz, sus energías se dirigirán a la lucha por el poder en sus propios países.
¿Aceptará Hamas la paz? Lo ha declarado de una manera un tanto indirecta: si la Autoridad Palestina hace la paz, ha declarado, y si el acuerdo de paz se ratifica en un referéndum palestino, Hamas lo aceptará como expresión de la voluntad del pueblo. Lo mismo ocurre con todos los movimientos islámicos en los diversos países árabes, con la excepción de Al Qaeda y compañía, que no son partidos políticos a nivel nacional sino organizaciones internacionales conspirativas.
Si el acuerdo de paz se ratifica en un referéndum palestino, Hamas lo aceptará como voluntad del pueblo
Con un tratado de paz aceptado libremente por los palestinos como la satisfacción de sus aspiraciones nacionales, cualquier intervención de otro país árabe será innecesaria, por no decir ridícula. Hizbulá, la Hermandad Musulmana en Egipto y similares organizaciones religiosas nacionales concentrarán sus esfuerzos en ganar poder dentro de las nuevas estructuras democráticas.
Con este obstáculo eliminado, a Israel lo juzgarán las masas árabes por lo que es, en ese momento. Tendremos la oportunidad histórica de participar en la remodelación de toda la región. Hablarán nuestros actos.
Hace más de 50 años, el entonces príncipe heredero de Marruecos, Mulai Hassan, que luego fue el rey Hassan II, hizo una propuesta histórica: invitar a Israel a unirse a la Liga Árabe. En ese momento, la idea parecía descabellada y pronto se olvidó. (Excepto por el propio rey, que me lo recordó cuando me recibió en secreto en 1981.)
Hoy en día, a la vista del nuevo mundo árabe, esta visión utópica de repente parece más realista. Sí, tras la paz, con el Estado libre y soberano de Palestina convertido en miembro pleno de la ONU, una estructura regional reformada, incluyendo Israel, Turquía y quizá, en su momento, Irán, pasará al reino de la realidad.
Hace 50 años el príncipe de Marruecos propuso invitar a Israel a unirse a la Liga Árabe
Una región de fronteras abiertas, con actividad comercial y cooperación económica de Marrakech a Mosul, de Haifa a Adén, dentro de una generación o dos. Sí, esa es una de las posibilidades que ha abierto el reciente terremoto de acontecimientos.
Tal desarrollo haría necesario, por supuesto, un cambio total en nuestros conceptos básicos, algunos de los cuales son al menos tan antiguos como el propio sionismo.
No va a suceder mientras Netanyahu, Lieberman, Barak, Eli Yishai, Tzipi Livni, Shimon Peres, y sus secuaces dirijan nuestra vida política e intelectual. La escena debe quedar libre de esta panda de enanos.
¿Puede esto suceder? ¿Sucederá? Los “realistas” negarán con la cabeza, como hicieron antes de que los alemanes tiraran su muro, antes de que Boris Yeltsin se subiera a aquel tanque y antes de que los estadounidenses eligieran a un presidente afroamericano cuyo segundo nombre es Hussein.
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