Nubarrones sobre Jerusalén
Uri Avnery
Todo el mundo tiene derecho a cambiar de opinión. Incluso Danny Tirzeh.
El coronel Tirzeh fue el encargado del diseño del muro que ‘envuelve’ Jerusalén; el que separa la ciudad de Cisjordania para convertirla en la ‘capital unida de Israel por toda la eternidad’.
Y ahora, de repente, Tirzeh se presenta como el mayor detractor del muro que él mismo diseñó. Quiere moverlo para dejar las tierras de la aldea de Al-Walaja en el lado ‘israelí’.
El coronel ha dejado de actuar en nombre del ejército israelí y ahora representa a empresarios privados que quieren construir catorce mil viviendas para cuarenta y cinco mil almas judías. Todo esto, por supuesto, por el bien del sionismo, del pueblo judío, de la Capital Eterna de Israel y de varias decenas de millones de shekels.
El coronel Tirzeh no es cualquiera. Es un símbolo. Durante años me lo seguí encontrando en los pasillos de la Corte Suprema. Se había convertido casi en un accesorio: el testigo estrella, el experto y el espíritu impulsor en decenas de audiencias acerca del muro de separación y de anexión.
El coronel Tirzeh representa a empresarios que quieren construir 14.000 viviendas cerca del Muro
Él lo conoce todo. Cada kilómetro del muro y de la verja. Cada colina, cada piedra. Siempre lleva consigo un montón de mapas que extiende ante los jueces, explicando con gran seriedad por qué el muro tiene que pasar por aquí y no por allá, por qué la seguridad del Estado exige que las aldeas palestinas estén separadas de sus terrenos, por qué dejar un olivar en manos de su dueño expondría a los soldados israelíes a un peligro mortal.
En general, a los jueces les convence. Al fin y al cabo, él es el experto. Él es el hombre que sabe. ¿Cómo pueden asumir la responsabilidad de cambiar el recorrido del muro, si hacerlo pudiese dar lugar a un asesinato de judíos?
Hay excepciones. En el pueblo de Bil’in, el tribunal estaba convencido de que la verja se podría mover unos cientos de metros sin provocar que la seguridad del Estado se colapsara plagando el paisaje de montones de cadáveres judíos.
Así que el Tribunal Supremo aceptó la petición de los habitantes de estos pueblos y decidió trasladar la verja y… nada.
La verja se ha mantenido donde estaba. El Gobierno y los militares simplemente ignoraron la orden judicial.
El presidente de la Corte Suprema los amonestó en vano alegando que sus decisiones «no son recomendaciones». Al igual que docenas de otras decisiones judiciales relativas a los colonos, ésta también está acumulando polvo.
El caso de Bil’in es especialmente llamativo, y no sólo porque se ha asesinado y herido allí a los manifestantes (palestinos, israelíes y otros). Es llamativo por lo sorprendente de los motivos que tratan de ocultarse tras la verja.
Ni el sionismo. Ni la seguridad o la defensa contra los terroristas. Ni los sueños de generaciones. Ni la visión de Theodor Herzl, cuyo 150º cumpleaños se celebra ahora.
Ni el sionismo. Ni la seguridad o la defensa contra los terroristas. Sólo el dinero
Sólo el dinero. Montones de dinero.
La zona comprendida entre la verja actual y el recorrido alternativo se ha destinado a los asentamientos ortodoxos de Modi’in Illit. Las grandes corporaciones van a construir cientos de ‘viviendas’ allí, un negocio de muchos millones.
En todas partes, los terrenos robados a los palestinos se convierten inmediatamente en valores inmobiliarios. Pasan por canales misteriosos hasta las fauces de los tiburones de tierra. Entonces, los tiburones construyen grandes complejos urbanísticos y venden las ‘viviendas’ a precio de oro.
¿Cómo se hace esto? El público está recibiendo ahora una lección similar al asunto del Holyland, una lección por fascículos. Cada día surgen nuevos detalles y aparecen nuevos sospechosos.
En el emplazamiento de un modesto hotel antiguo con este nombre ha surgido un enorme proyecto de viviendas; una hilera de bloques de apartamentos de gran altura y un rascacielos. Este horrible monstruo domina el paisaje, pero la parte del proyecto que puede verse desde lejos es sólo una fracción del conjunto. Las demás ya han recibido la bendición de todas las autoridades municipales y gubernamentales pertinentes.
¿Cómo? La investigación sigue en curso. Casi todos los días son arrestados nuevos sospechosos. Prácticamente todo el que haya tenido algo que ver con la autorización del proyecto, hasta el más alto nivel, es sospechoso: ministros, altos funcionarios gubernamentales, el ex alcalde, miembros de la corporación municipal, y funcionarios municipales. En la actualidad, los inspectores están intentando rastrear por todo el mundo el dinero de los sobornos.
Holyland está situado en Jerusalén Oeste (en lo que hasta 1948 era el barrio árabe de Katamon).
Si los funcionarios se atreven a robar en Jerusalén Oeste, ¿qué no se permitirán en Jerusalén Este?
Naturalmente, surge la pregunta: si las cosas se hacen así al oeste de la ciudad, ¿qué está ocurriendo al este? Si los políticos y funcionarios se atreven a robar y a aceptar sobornos en Jerusalén Oeste, ¿qué no se permitirán en Jerusalén Este, cuyos habitantes no tienen representación municipal ni del gobierno?
Sólo unos minutos en coche separan Holyland del pueblo de Al-Walaja. Se podrían escribir páginas y páginas sobre este pequeño pueblo, que desde hace más de 60 años ha sido objeto de abusos.
En pocas palabras: el pueblo original fue ocupado y anexionado a Israel en la guerra de 1948. Sus habitantes fueron expulsados y fundaron un nuevo pueblo en la parte de territorio que les quedó al otro lado de la Línea Verde. El nuevo pueblo fue ocupado en la guerra de 1967 y se anexionó a Jerusalén, que a su vez se anexionó a Israel. Según la ley israelí, las casas son ilegales. Los habitantes viven en sus propias casas, en su propia tierra, pero oficialmente se consideran residentes ilegales que pueden ser desalojados en cualquier momento.
Ahora, los tiburones de tierra están devorando con la mirada esta suculenta porción de terreno, que vale mucho dinero en proyectos urbanísticos. Siguen una rutina sionista de comprobada eficacia. En primer lugar, se sustituye el nombre árabe del lugar por uno puramente hebreo, preferentemente de la Biblia. Así como los alrededores de Jebel Abu-Ghneim se convirtieron en Har Homa, antes de que el monstruoso proyecto de viviendas fuera erigido allí, del mismo modo Al-Walaja se ha convertido en Giv’at Yael. Es evidente que un lugar llamado Cerro de Yael debe pertenecer al pueblo judío, y es un deber divino construir otro asentamiento allí.
¿Y qué si para ello hay que mover el muro? Siempre se puede encontrar un militar experimentado que lo justifique por razones de seguridad.
Por toda Cisjordania surgen asentamientos como setas tóxicas, envenenando las perspectivas de paz
Desde hace años he venido sugiriendo que este aspecto de la iniciativa de asentamientos debería examinarse más de cerca.
El debate público era siempre acerca de nobles ideales. La promesa divina frente a la visión humana. El Gran Israel frente a la solución de los dos Estados. Los valores sionistas frente al valor de la paz. El fascismo frente al humanismo.
Y más de uno iba riéndose de camino al banco.
Los asentamientos crecen todo el tiempo con rapidez. Por toda Cisjordania y Jerusalén Este surgen asentamientos como setas tóxicas, envenenando las perspectivas de paz. En este aspecto nunca hubo ninguna diferencia entre Golda Meir y Menachem Begin, Ehud Barak y Ariel Sharon, Shimon Peres y Benjamin Netanyahu.
Entre los asentamientos existe un núcleo de fanáticos ideológicos. Pero muchos de los constructores son sólo hombres inteligentes de negocios, cuyo único dios es don Dinero. Éstos pueden hacer amistad fácilmente con los líderes del Likud y los mandamases laboristas, por no mencionar el gentío de Kadima.
Los asentamientos masivos en Jerusalén Este, los que ya existían y otros previstos, están avanzando en la misma línea que el monstruo en la colina del Holyland, y necesitan los mismos permisos de las mismas autoridades municipales y del gobierno. Jerusalén, después de todo, se ha unido. Por lo tanto, la misma nube oscura se cierne sobre ellos.
Lo que se necesita es un comité de investigación judicial que examine todos los permisos expedidos en Jerusalén en los últimos años, sobre todo desde el inicio del mandato de Ehud Olmert al frente de la alcaldía. Olmert luchó como una fiera por la fundación de Har Homa y los otros grandes asentamientos de Jerusalén Este. Todo por la causa del sionismo y el Estado judío sobre la Ciudad Santa. Ahora él es el sospechoso nº 1.
Todo debe ser investigado desde el principio. Y cada nuevo proyecto debe detenerse hasta que su honradez se haya establecido más allá de cualquier duda.
Estas cosas son suficientemente graves por sí mismas, y son aún más serias cuando se encuentran en el centro del conflicto palestino-israelí y la crisis entre Israel y Estados Unidos.
¿Vamos a poner en peligro el futuro de Israel para que los tiburones de tierra ganen más millones?
Por el bien de los proyectos de viviendas israelíes en Jerusalén Este, el Gobierno de Netanyahu está poniendo en peligro nuestros lazos con Estados Unidos. El alcalde de extrema derecha declara que las órdenes del Gobierno le importan un comino y continuará construyendo por todas partes, diga lo que diga Netanyahu. Los palestinos, comprensiblemente, se niegan a negociar con el gobierno israelí, mientras que la actividad urbanística continúa en Jerusalén Este.
¿Vamos a poner en peligro el futuro de generaciones en Israel para que los tiburones de tierra puedan ganar más millones?
Entre estos patriotas que se están repartiendo Jerusalén Este ¿habrá funcionarios del Estado, votados o nombrados, que codician los generosos sobornos de las constructoras?
¿Existe una conexión entre la corrupción desenfrenada, de la que el asunto del Holyland es sólo la punta del iceberg, y las decisiones nacionales a lo largo de la historia?
En pocas palabras, ¿vamos a permitir que el futuro de Tierra Santa se sacrifique en el altar profano de los beneficios de la corrupción?