Opinión

Sin ojos en Gaza

Uri Avnery
Uri Avnery
· 8 minutos

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Tengo que hacer una confesión singular: me gusta Gaza.

Sí, me gusta este rincón lejano de Palestina, la estrecha franja de camino a Egipto, en la que se apiñan dos millones de seres humanos y que está más cerca del infierno que del cielo.

Me compadezco de ellos.

He pasado bastante tiempo en la Franja. En una o en dos ocasiones pasé allí un par de días con Rachel. Me hice amigo de algunas personas a las que admiro, personas como el doctor Haidar Abd-al-Shafi, el médico izquierdista que puso en marcha el sistema de salud gazatí, y Rashad al-Shawa, el exalcalde de Gaza, un aristócrata de nacimiento.

Tras los acuerdos de Oslo, cuando Yasser Arafat volvió al país y estableció su oficina en Gaza, me reuní allí con él en muchas ocasiones. Le traje grupos de israelíes. En su primer día allí me sentó en el estrado situado cerca de él. Una foto de ese momento ahora parece ciencia ficción.

No puedo tratar a los habitantes de la Franja de Gaza como una masa gris de gente sin rostro

Incluso llegué a conocer a la gente de Hamás. Antes de Oslo, cuando Yitzhak Rabin deportó a 415 activistas islámicos, participé en el montaje de los campamentos de protesta frente a su oficina. Allí vivimos juntos, judíos, cristianos y musulmanes, y fue allí donde nació Gush Shalom. Al cabo de un año, cuando a los deportados se les permitió volver, me invitaron a una recepción pública en su honor en Gaza y me encontré a mí mismo hablando con cientos de caras barbudas. Entre ellas se encontraban algunos de los actuales líderes de Hamás.

Por tanto, no puedo tratar a los habitantes de la Franja de Gaza como una masa gris de gente sin rostro. No podía dejar de pensar en ellos durante la terrible ola de calor de la semana pasada, en la gente que sufre bajo unas condiciones deplorables, sin electricidad y sin aire acondicionado, sin agua limpia, sin medicinas para los enfermos. Pensaba en aquellos que viven en las casas que fueron severamente dañadas en los últimos enfrentamientos y que no se han reparado desde entonces. En los hombres y mujeres, en los ancianos, en los niños, en los bebés, en los recién nacidos.

Se me partía el corazón y me preguntaba quién era el culpable.

Si, ¿quién es el culpable de esta atrocidad continuada?

Según los israelíes, “los culpables son los propios palestinos.” Los dirigentes palestinos en Ramalá han decidido reducir de tres a dos horas diarias el suministro de electricidad a Gaza (Israel suministra la electricidad y la Autoridad Palestina en Ramalá paga por ella)

Parece que es cierto. El conflicto entre la Autoridad Palestina, gobernada por Fatah, y los dirigentes palestinos en Gaza, gobernada por Hamás, ha alcanzado un clímax muy feo.

El conflicto entre la Autoridad Palestina,  y los dirigentes de Hamás ha alcanzado un clímax muy feo

El espectador no involucrado se pregunta: ¿cómo puede ser? Después de todo, todos los palestinos se encuentran en peligro existencial. El gobierno israelí tiraniza a todos los palestinos, tanto en Cisjordania como en la Franja de Gaza. Mantiene a la Franja bajo un bloqueo que la asfixia, tanto por tierra como por mar y aire, y establece asentamientos por toda Cisjordania para expulsar a la población.

En esta situación desesperada, ¿cómo pueden los palestinos luchar unos contra otros, ante el obvio deleite de las autoridades ocupantes?

Eso es terrible, pero, tristemente, no extraordinario. Al contrario, en casi todos los conflictos de liberación ha ocurrido algo similar. Durante la contienda irlandesa por la independencia, los combatientes por la libertad lucharon unos contra otros e incluso se dispararon mutuamente. Durante nuestra propia contienda para conseguir la categoría de Estado, los luchadores clandestinos de la Haganá entregaron a los luchadores de Irgún a la policía británica, que los torturó, y posteriormente acribillaron un barco que traía reclutas y armas para Irgún.

Pero ni este ni otros muchos ejemplos justifican lo que está ocurriendo ahora en Gaza. El conflicto entre Fatah y Hamás a costa de dos millones de personas condena a estas a unas condiciones de vida inhumanas.

Siendo un viejo amigo de los palestinos en su lucha por la liberación, estoy profundamente entristecido.

Pero hay más socios en el atroz bloqueo a Gaza.

Israel puede bloquear la Franja solo por tres lados. El cuarto lado es la frontera egipcia. Egipto, que en el pasado ha luchado contra Israel en nombre de los hermanos palestinos en cuatro guerras importantes (en una de las cuales un soldado egipcio con una ametralladora me hirió), participa ahora en el cruel bloqueo a la Franja.

¿Qué ha pasado? ¿Cómo ocurrió?

Se rumorea que Egipto cesará su bloqueo si los gazatíes aceptan a un títere egipcio como dirigente

Todos los que conocen al pueblo egipcio saben que es uno de los pueblos más fascinantes del mundo. Un pueblo muy orgulloso. Un pueblo lleno de humor incluso en las circunstancias más adversas. En muchas ocasiones he escuchado en Egipto frases como: “No nos caen muy bien los palestinos, pero son nuestros pobres primos, ¡y no podemos abandonarlos bajo ninguna circunstancia!”

Y aquí están, no solo abandonándolos, sino cooperando con la cruel ocupación.

¿Y todo esto por qué? Porque los dirigentes locales en Gaza son unos fanáticos religiosos, al igual que los Hermanos Musulmanes en Egipto, enemigos mortales del faraón actual, el general Abd-al-Fatah al-Sisi. Debido a esta enemistad, se castiga a millones de personas en Gaza.

Ahora se rumorea que Egipto cesará su bloqueo si los gazatíes aceptan a un títere egipcio como dirigente.

El bloqueo israelí a Gaza depende completamente del bloqueo egipcio. El orgulloso Egipto, que afirma ser el líder de todo el mundo árabe, se ha convertido en cómplice de la ocupación israelí.

¿Quién lo habría creído?

Pero la mayor parte de la responsabilidad por la atrocidad en Gaza recae, como no podía ser de otra forma, en nosotros, en Israel. Nosotros somos los invasores, un nuevo tipo de ocupación por bloqueo.

La justificación está clara: quieren destruirnos. Esa es la doctrina oficial de Hamás. El ratón lanza terribles amenazas al elefante.

Es cierto. Pero…

Hamás ha declarado que si Abbas hace la paz con Israel y se confirma mediante plebiscito  la aceptaría

Pero como toda la gente religiosa, encuentran cientos de formas diferentes de engañar a Dios y sortear Sus prohibiciones.

Hamás ha declarado que si Mahmoud Abbas hace las paces con Israel, y si el pueblo palestino confirma esa paz mediante plebiscito, Hamás la aceptaría.

También el islam permite que haya una hudna (una tregua) con los infieles durante un tiempo indefinido: diez, cincuenta, cien años. Después de esa tregua, Alá es grande.

De muchas formas ocultas, Israel sí que coopera con Hamás, especialmente en la lucha en la Franja contra los islamistas aún más extremistas. Podríamos alcanzar fácilmente un modus vivendi (un acuerdo provisional) a lo largo de todo el proceso.

Entonces, ¿por qué el pueblo de Gaza debe sufrir de forma tan grave? Nadie lo sabe con certeza. Por la pereza mental de la ocupación. Porque eso es lo que estamos acostumbrados a hacer.

Propongo un ejercicio mental: ¿qué pasaría si hiciéramos justo lo contrario?

¿Qué pasaría si Israel decidiera suministrar electricidad gratis a Gaza las 24 horas?

¿Qué pasaría si hiciéramos un anuncio sorpresa a la gente de la Franja de Gaza? Como por ejemplo: “La Autoridad Palestina en Ramalá paga ahora sólo dos horas diarias de electricidad. Pero viendo vuestro sufrimiento, Israel ha decidido suministraros electricidad gratuita las veinticuatro horas del día.”

¿Cuál sería el efecto? ¿Cómo reaccionaría Hamás? ¿Cómo afectaría al nivel de violencia y a los gastos en seguridad?

A largo plazo existen muchos planes tanto israelíes como internacionales. Una isla artificial en el Mediterráneo frente a Gaza. Un aeropuerto en la isla. Un puerto. La paz, de hecho, incluso sin declaraciones.

Creo que esta es la manera más sensata de proceder. Pero el sentido común tiene pocas posibilidades de triunfar.

Mientras tanto, la atrocidad continúa. Dos millones de seres humanos sufren un tratamiento inhumano.

¿Y el resto del mundo? Qué pena, el mundo está ocupado. No tiene ojos para Gaza. Mejor no pensar en ese horrible lugar.

 

© Uri Avnery  | Publicado en Gush Shalom | 8 Julio 2017 | Traducción del inglés: Pablo Barrionuevo

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