En primera fila, saludando
Uri Avnery
Los tres terroristas islamistas podrían haberse sentido muy orgullosos de sí mismos si hubieran vivido para verlo.
Al perpetrar dos ataques (bastante corrientes bajo los estándares israelíes), han propagado el pánico por toda Francia; han hecho salir a millones de personas a la calle; han reunido a más de cuarenta jefes de Estado en París. Han cambiado el panorama de la capital y de otras ciudades francesas al hacer que se movilicen miles de soldados y policías para proteger a judíos y a otros blancos en potencia. Durante varios días han colmado las noticias de todo el mundo.
Tres terroristas, que probablemente actuaban por sí solos. ¡¡¡Tres!!!
A otros terroristas islamistas en potencia en Norteamérica y en Europa esto les tiene que parecer un enorme logro. Es una invitación a individuos y a grupos minúsculos a hacer lo mismo otra vez; en todas partes.
Nunca he participado en una manifestación convocada por el gobierno, incluso cuando era por una buena causa
El terrorismo significa infundir miedo. Desde luego, los tres de París lo han conseguido. Han aterrorizado a la población francesa. Y si tres jóvenes sin formación alguna pueden hacerlo, ¡imagina lo que podrían hacer 30, o 300!
Sinceramente, a mí no me gustó esa enorme manifestación. He estado en muchas a lo largo de mi vida, quizás en más de 500, pero siempre contra los poderes existentes. Nunca he participado en una manifestación convocada por el gobierno, incluso cuando era por una buena causa. Me recuerdan demasiado a la antigua Unión Soviética, a la Italia fascista y a cosas peores. Eso no es para mí, gracias.
Pero esta manifestación en concreto fue también contraproducente. No sólo demostró que el terrorismo es efectivo; no sólo invitaba a que se perpetren ataques imitando a éste, sino que también dañó la verdadera lucha contra los fanáticos.
Para llevar a cabo una lucha efectiva, lo primero que uno tiene que hacer es ponerse en la piel de los fanáticos e intentar entender la dinámica que empuja a jóvenes musulmanes nacidos allí a cometer semejantes actos. ¿Quiénes son? ¿Qué piensan? ¿Cuáles son sus sentimientos? ¿En qué circunstancias crecieron? ¿Qué se puede hacer para cambiarlas?
Tras décadas de abandono, esta es una tarea difícil. Lleva tiempo y trabajo, y los resultados son inciertos. Para los políticos es muchos más fácil desfilar por la calle en frente de las cámaras.
¿Y quién desfilaba en primera fila, sonriendo como un vencedor?
Nuestro propio y único Bibi.
Netanyahu empujó a un lado a un presidente africano negro que estaba delante y se colocó en primera fila
¿Cómo llegó allí? Los hechos salieron a la luz en un tiempo récord. Parece ser que en ningún momento se le llegó a invitar. Por el contrario, el presidente François Hollande mandó mensajes explícitos: por favor, por favor, no vengas. Convertiría la manifestación en una muestra de solidaridad con los judíos, en vez de una protesta pública a favor de la libertad de prensa y otros ‘‘valores republicanos’’. Netanyahu acudió igualmente, acompañado de dos ministros de extrema derecha.
Habiéndosele colocado en segunda fila, hizo lo que hacen los israelíes: empujó a un lado a un presidente africano negro que estaba delante suya y se colocó en primera fila.
Una vez ahí, empezó a saludar a la gente que estaba en los balcones durante el camino. Estaba sonriendo, como un general romano en su desfile triunfal. Uno puede imaginarse los sentimientos de Hollande y de otros jefes de Estado – que intentaban parecer solemnes y tristes, como la ocasión requería – ante este alarde de chutzpah (insolencia).
Netanyahu acudió a París como parte de su campaña electoral. Como candidato veterano que es, sabía que tres días en París, visitando sinagogas y dando orgullosos discursos judíos, valían más que tres semanas en casa despotricando.
Todavía no estaba seca la sangre de los cuatro judíos asesinados en el supermercado kósher y los líderes israelíes ya estaban llamando a los judíos de Francia a que hicieran las maletas y vinieran a Israel. Como todo el mundo sabe, Israel es el lugar más seguro de la tierra.
Ésta fue una reacción instintiva sionista casi automática. Los judíos están en peligro. Su único refugio seguro es Israel. Daos prisa y venid. Al día siguiente, los periódicos israelíes informaban con alegría de que más de 10.000 judíos franceses se disponían a venir a vivir aquí en 2015, a causa del creciente antisemitismo.
Al parecer, hay mucho antisemitismo en Francia y en otros países europeos, aunque probablemente en mucha menor medida que la islamofobia. Pero la lucha entre los judíos y los árabes en suelo francés tiene poco que ver con el antisemitismo. Es una lucha importada del norte de África.
Cuando estalló la Guerra de Independencia de Argelia en 1954, los judíos tuvieron que escoger bando. Casi todos decidieron apoyar a la potencia colonial, Francia, en contra del pueblo argelino.
Este hecho tenía un trasfondo histórico. En 1870, el ministro de Justicia francés, Adolphe Cremieux, que resultaba ser judío, le otorgó la ciudadanía francesa a todos los judíos argelinos, separándolos así de sus vecinos musulmanes.
El Frente de Liberación argelino hizo grandes esfuerzos por atraer a los judíos locales; lo sé porque estuve involucrado
El Frente de Liberación argelino (FLN) hizo grandes esfuerzos por atraer a los judíos locales a su lado. Lo sé porque en cierto modo estuve involucrado. Su organización clandestina en Francia me pidió que organizara un grupo de apoyo israelí, para convencer a nuestros correligionarios argelinos. Fundé el ‘‘Comité Israelí por una Argelia Libre’’ y publiqué material que usó el FLN en su esfuerzo por convencer a los judíos.
Fue en vano. Los judíos locales, orgullosos de su ciudadanía francesa, defendieron a los colonos incondicionalmente. Al final, los judíos tuvieron un papel destacado en la OAS, la organización clandestina y extremista francesa que llevó a cabo una sangrienta lucha contra los que combatían por la libertad. El resultado fue que prácticamente todos los judíos huyeron de Argelia junto con los franceses cuando llegó la hora de la verdad. No se fueron a Israel. Casi todos ellos se fueron a Francia (a diferencia de los judíos marroquíes y tunecinos, muchos de los cuales vinieron a Israel. Por lo general, los más pobres y con menos educación eligieron Israel, mientras que la élite con educación francesa se fue a Canadá y a Francia).
Lo que vemos ahora es la continuación de esta guerra entre musulmanes y judíos argelinos en suelo francés. Los cuatro judíos ‘‘franceses’’ que fueron asesinados en el ataque tenían nombres norteafricanos y se los enterró en Israel.
El gobierno israelí ha ejercido una fuerte presión sobre las cuatro familias francesas para enterrar a sus hijos aquí
No sin que hubiera problemas. El gobierno israelí ha ejercido una fuerte presión sobre las cuatro familias para enterrar a sus hijos aquí. Las familias querían enterrarlos en Francia, cerca de sus hogares. Después de mucho regateo en torno al precio de las tumbas, las familias accedieron al final.
Se ha dicho alguna vez que a los israelíes les encanta la inmigración pero no los inmigrantes. Sin duda, eso es aplicable a los nuevos inmigrantes ‘‘franceses’’. En los últimos años, un gran número de turistas ‘‘franceses’’ han estado viniendo a Israel. A menudo se les tenía aversión. Sobre todo cuando empezaron a acaparar apartamentos en el paseo marítimo de Tel Aviv y los dejaban vacíos, para hacer de ellos una especie de seguro, mientras que los jóvenes locales no podían ni encontrar ni permitirse apartamentos en el área metropolitana. Prácticamente todos estos turistas e inmigrantes ‘‘franceses’’ son de origen norteafricano.
Cuando se les pregunta qué los trae a Israel, su respuesta unánime es: el antisemitismo. Éste no es un fenómeno nuevo. De hecho, fue el antisemitismo lo que trajo aquí a la gran mayoría de israelíes, ya fuera a ellos, a sus padres o a sus abuelos.
Los dos términos – antisemitismo y sionismo – nacieron casi al mismo tiempo, hacia finales del siglo XIX. Theodor Herzl, el fundador del movimiento sionista, concibió la idea cuando estaba trabajando en Francia como corresponsal extranjero de un periódico vienés en el transcurso del caso Dreyfus, en una época en la que el antisemitismo virulento en Francia alcanzaba nuevas cotas (antisemitismo no es, por supuesto, el nombre apropiado. Los árabes también son semitas. Pero por lo general, el término sólo se usa para referirse a los que odian a los judíos).
Más tarde, Herzl cortejaba a líderes abiertamente antisemitas de Rusia y otros lugares, pidiendo su ayuda y prometiéndoles que les quitaría de encima a los judíos. Sus sucesores hicieron lo mismo. En 1939, la organización clandestina Irgún planeó una invasión armada a Palestina con la ayuda de los generales del ejército polaco, que eran profundamente antisemitas. Cabe preguntarse si el Estado de Israel habría nacido en 1948 si el Holocausto no hubiera tenido lugar. Recientemente, el antisemitismo ha traído a Israel a un millón y medio de judíos rusos.
La creencia fundamental del sionismo es que los judíos no pueden vivir en ningún sitio que no sea el Estado judío
El sionismo nació a finales del siglo XIX como una respuesta directa al desafío del antisemitismo. Tras la Revolución Francesa, la nueva idea de nación quedó arraigada en todas las naciones europeas, tanto en las pequeñas como en las grandes, y todos los movimientos nacionalistas eran más o menos antisemitas.
La creencia fundamental del sionismo es que los judíos no pueden vivir en ningún sitio que no sea el Estado judío, porque la victoria del antisemitismo es inevitable en todas partes. Dejemos que los judíos de Estados Unidos se regocijen en su libertad y prosperidad – tarde o temprano eso acabará. Están condenados, como todos los judíos que no viven en Israel.
La nueva atrocidad en París no hace sino confirmar esta creencia fundamental. Hubo muy poca conmiseración real en Israel. Lo que hubo, más bien, fue un sentimiento de triunfo secreto. La reacción instintiva de los israelíes corrientes es: ‘‘¡Os lo dijimos!’’ Y también: ‘‘¡Venid rápido, antes de que sea demasiado tarde!’’
En muchas ocasiones se lo he intentado explicar a mis amigos árabes: los antisemitas son los mayores enemigos del pueblo palestino. Los antisemitas han ayudado a traer a los judíos a Palestina, y ahora están haciendo lo mismo. Y algunos de los inmigrantes nuevos, sin duda, se instalarán más allá de la Línea Verde, en los territorios ocupados palestinos en tierra árabe usurpada.
Después de un crimen, la primera pregunta que hay que hacerse es: ‘‘cui bono’’; ¿quién se beneficia?
El hecho de que los israelíes se beneficien de los ataques de París ha llevado a algunos medios árabes a creer que todo el asunto es en realidad una operación de ‘‘falsa bandera’’. Por tanto, en caso de ser así, los perpetradores árabes habrían sido manipulados por el Mossad israelí.
Después de un crimen, la primera pregunta que hay que hacerse es: ‘‘cui bono’’; ¿quién se beneficia? Obviamente, el único que sale beneficiado de esta atrocidad es Israel. Pero sacar la conclusión de que Israel está detrás de los yihadistas es un absoluto disparate.
La simple realidad es que todo el yihadismo islamista en suelo europeo sólo daña a los musulmanes. Los fanáticos, de cualquier índole, ayudan a sus peores enemigos. Sin duda, los tres hombres musulmanes que perpetraron las atrocidades de París le hicieron un gran favor a Binyamin Netanyahu.
Publicado en Gush Shalom | 17 Enero 2015 | Traducción del inglés: Víctor Olivares