Opinión

¿Quién salvará Israel?

Uri Avnery
Uri Avnery
· 11 minutos

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La batalla ha terminado. El polvo se ha asentado. Un nuevo gobierno, en parte ridículo y en parte terrorífico, se ha instalado.

Es hora de estudiar la situación.

El resultado neto es que Israel ha abandonado toda pretensión de desear la paz, y que la democracia israelí ha sufrido un golpe del que puede que nunca se recupere.

Los gobiernos israelíes (puede que exceptuando el de Yitzhak Rabin), nunca han deseado la paz realmente, una paz que es posible.

Paz, por supuesto, significa aceptar fronteras fijas. En la declaración fundadora del Estado que David Ben-Gurion leyó el 14 de mayo de 1948 en Tel Aviv, cualquier mención de las fronteras se omitió deliberadamente. Ben Gurion no estaba dispuesto a aceptar las fronteras fijadas por la resolución de partición de Naciones Unidas porque sólo estipulaban un estado judío diminuto. Ben Gurion predijo que los árabes comenzarían una guerra y estaba determinado a usarla para agrandar los territorios del Estado.

Israel sigue siendo un Estado sin fronteras reconocidas, puede que el único del mundo

Efectivamente, así ocurrió. Cuando la guerra acabó a principios de 1949 con acuerdos de armisticio basados en las líneas de los últimos frentes de batalla, Ben-Gurion las podría haber aceptado como fronteras definitivas, pero se negó. Israel sigue siendo un Estado sin fronteras reconocidas, puede que el único del mundo.

Este es uno de los motivos por los que Israel no tiene acuerdos de paz con la nación palestina. Sí que firmó acuerdos de paz oficiales con Egipto y Jordania, que se basan en las fronteras reconocidas internacionalmente por el antiguo gobierno británico de Palestina y sus vecinos. Tales fronteras no los acepta el gobierno israelí entre su territorio y una aún indefinida entidad palestina. Todos los gobiernos israelíes se han negado siempre a indicar siquiera dónde se deberían establecer tales fronteras. Los muy alabados acuerdo de Oslo no fueron una excepción, y Rabin también se negó a establecer una línea definitiva.

Tal rechazo permanece como política de gobierno. El día anterior a las pasadas elecciones, Binyamin Netanyahu declaró inequívocamente que durante su mandato, que para él quiere decir hasta su deceso, ningún Estado palestino llegará a existir. Los territorios ocupados, por lo tanto, permanecerán bajo el control israelí.

Ningún acuerdo de paz se firmará jamás por mano de este gobierno.

No tener paz significa intentar mantener congelado el status quo territorial actual para siempre, salvo que los asentamientos seguirán creciendo y multiplicándose.

Esta no es la situación que concierne a la democracia. Ésta no está congelada.

Ningún acuerdo de paz se firmará jamás por mano del gobierno de Netanyahu

Israel es famoso por ser “la Única Democracia de Oriente Medio”; es prácticamente su segundo nombre oficial.

Es debatible cómo es posible que un Estado que domina a otros pueblos, privándolos de todos los derechos humanos, por no mencionar la ciudadanía, se puede llamar una democracia. Sin embargo, los judíos israelíes llevan acostumbrados a esta situación 48 años, y simplemente ignoran este hecho.

Ahora la situación dentro de Israel en sí está a punto de cambiar drásticamente.

Dos hechos lo evidencian.

En primer lugar, Ayelet Shaked ha sido nombrada ministra de Justicia. Una de las israelíes de la derecha más extrema, la ministra no ha mantenido en secreto el hecho de que pretende destruir la independencia de la Corte Suprema, el último baluarte de los derechos humanos.

Esta corte ha conseguido a lo largo de los años convertirse en una fuerza principal en la vida de Israel. Debido a que el Estado no tiene una Constitución escrita, la Corte Suprema ha logrado (gracias a un fuerte y determinado liderazgo) asumir el papel de guardián de los derechos humanos y civiles, incluso anulando leyes adoptadas democráticamente por la Knesset que contradecían la imaginaria Constitución.

Shaked ha anunciado que pondrá fin a esta impertinencia.

La Corte ha sobrevivido a muchos ataques porque su composición no se puede cambiar fácilmente. Contrariamente a las prácticas de los Estados Unidos, que a nosotros nos parecen escandalosas, los jueces son nombrados por un comité en el cual los políticos están controlados por los jueces que ejercen su cargo en ese momento.

La Corte ya ha sido intimidada. Últimamente ha tomado una serie de decisiones innobles, tales como ilegalizar los llamamientos a boicotear los asentamientos. Aún así, esto sigue siendo el paraíso comparado con lo que sucederá en un futuro próximo.

Puede que incluso peor sea la decisión de Netanyahu de quedarse para sí mismo el Ministerio de Comunicaciones.

Este ministerio siempre ha sido menospreciado, considerado un cargo de bajo nivel reservado para políticos de poca importancia. La obstinada insistencia de Netanyahu de quedárselo para sí mismo es ominosa.

Netanyahu está determinado a deshacerse de cualquier oposición en los medios de comunicación

El Ministerio de Comunicaciones controla todos los canales de televisión e indirectamente, la prensa y otros medios. Ya que todos los medios israelíes se encuentran en muy baja forma económicamente hablando, este control podría ser mortal.

El patrón de Netanyahu (algunos lo llaman propietario) Sheldon Adelson, el que sería el dictador del Partido Republicano estadounidense, ya publica un periódico gratuito en Israel, el cual tiene un único objetivo: apoyar personalmente a Netanyahu contra todos sus enemigos, incluyendo sus competidores en su propio partido, el Likud. El diario, Israel Hayom (“Israel hoy”), ya es el periódico con mayor circulación de Israel, con el rey del casino americano gastándose incalculables millones en la iniciativa.

Netanyahu está determinado a deshacerse de cualquier oposición en los medios tanto escritos como electrónicos. Los presentadores de la oposición harían bien en buscar trabajo en otro sitio; el Canal 10, considerado un poco más crítico con Netanyahu que sus dos competidores, se cerrará al final de este mes.

Uno no puede evitar pensar en una odiosa analogía. Uno de los términos claves del léxico nazi era la atroz palabra Gleichschaltung, que significa conectar todos los medios de comunicación a la misma fuente de energía. Todos los periódicos y los canales de radio (la televisión aún no existía), se llenaron de personal nazi. Todas las mañanas, un alto cargo del Ministerio de Propaganda llamado Dr. Dietrich reunía a los editores y les informaba de los titulares, las editoriales, etc. que tendrían que salir al día siguiente.

Como un humorístico contrapunto, Miri Regev ha sido nombrada ministra de Cultura

Netanyahu ya ha prescindido del jefe del departamento de televisión. Aún no sabemos el nombre de nuestro propio Dr. Dietrich.

Como un humorístico contrapunto, Miri Regev ha sido nombrada ministra de Cultura. Regev es una mujer malhablada, cuyo vulgar estilo se ha convertido en un símbolo nacional. Nadie puede siquiera imaginarse cómo llegó a ser la portavoz del ejército. Su estilo, por ejemplo concluir todas sus declaraciones públicas con la expresión “¡Aplausos!”, se ha convertido en un chiste.

El instrumento más eficiente de la “desdemocratización” es el Ministerio de Educación (el cual no es eficiente en nada más).

Israel tiene varios sistemas educativos, todos ellos financiados, y por lo tanto controlados, por el Ministerio de Educación

Dos de ellos pertenecen por completo al gobierno: el sistema general “estatal” y el autónomo “estatal religioso”.

Además hay dos sistemas ortodoxos, uno asquenazí y uno oriental. En algunos de estos, sólo se enseñan asignaturas religiosas (ni idiomas, ni matemáticas, ni historia no judía), lo cual hace que sus alumnos no estén preparados para empleo alguno. Permanecen dependientes de los donativos de su comunidad religiosa para siempre.

Antes de que el Estado existiera, había también un sistema de izquierdas con valores socialistas, especialmente en los kibbutz. Éste fue abolido por David Ben-Gurion, en el nombre del “estatismo”.

El último gobierno intentó de una forma algo tímida convencer a los ortodoxos de introducir “estudios centrales” en sus colegios, como aritmética e inglés. Esta causa ya se ha abandonado, ya que los ortodoxos ahora se han convertido en miembros de la coalición del gobierno.

La verdadera batalla, que empieza ahora, se centra en los colegios del sistema “general” estatal, que han tenido libertad en cierta medida. Mi fallecida esposa, Rachel, fue maestra en uno de estos colegios durante casi 30 años, y hacía lo que quería, tratando de instilar en las mentes de sus estudiantes valores humanistas y liberales.

Ya no. El líder israelí más extremadamente nacionalista y religioso, Naftali Bennett, ahora se ha instalado en el Ministerio de Educación. Ya ha anunciado que su principal objetivo es infundir en los jóvenes un espíritu nacionalista-sionista, educando a una generación de verdaderos patriotas israelíes. No menciona el humanismo, el liberalismo, los derechos humanos, los valores sociales ni nada de todas esas tonterías.

Los peores elementos de la derecha se han hecho con todo, echando a los moderados

Netanyahu también mantiene el Ministerio de Asuntos Exteriores en sus propias manos. Muchas de sus funciones se han dispersado entre otros seis ministerios. El pretexto es que Netanyahu quiere mantener abierto el prestigioso ministerio para el líder del Partido Laborista Yitzhak Herzog, a quien pretende invitar a formar parte del gobierno. Herzog ya se ha negado abiertamente (supongo que el verdadero propietario del gobierno, Sheldon Adelson, no le permitiría entrar de todos modos).

El verdadero objetivo de Netanyahu es prevenir que cualquier potencial competidor adquiera prestigio nacional o internacional en este puesto. De todos modos, él dirige la política exterior solo.

En conjunto, un panorama muy preocupante para cualquiera que ame Israel.

No es tanto que la balanza del poder en Israel haya cambiado (no lo ha hecho), sino que los peores elementos de la derecha se han hecho con todo, echando a casi todos los moderados. Hasta ahora, estos elementos extremos habían sido sumisos, ladrando mucho pero mordiendo poco. La situación ha cambiado ahora: la extrema derecha ha encontrado su propia seguridad y está determinada a usar su poder.

La salvación no vendrá desde Estados Unidos. Dios no saldrá de su máquina

La izquierda israelí (que tímidamente se llama a sí misma “centro izquierda”) ha perdido su espíritu. Su única esperanza es la “presión extranjera”, especialmente desde la Casa Blanca. Barack Obama odia a Netanyahu, en cualquier momento se ejercerá la presión americana y se salvará Israel de sí mismo.

Se trata de un pensamiento cómodo, no tenemos que hacer nada. La salvación vendrá de fuera, cual deus ex machina. Aleluya.

Por desgracia, yo soy un no creyente. Lo que veo es a los Estados Unidos aumentando su apoyo al régimen de Netanyahu, ofreciéndole de nuevo enormes cargamentos de armas como “compensación” por el incipiente acuerdo nuclear con Irán. John Kerry, humillado por Netanyahu y tratado con desprecio abiertamente, se está arrastrando en algún sitio a nuestros pies. Obama se jacta de haber hecho más por “Israel” (refiriéndose a la derecha israelí) que cualquier otro presidente.

La salvación no vendrá de esa dirección. Dios se quedará en su máquina.

Sólo hay un tipo de salvación: la que llevamos dentro.

Algunos esperan que haya una catástrofe que abra los ojos de la gente. Yo no deseo ninguna catástrofe.

No quiero que Israel se convierta en una réplica del Egipto de Sisi, la Turquía de Erdogan o la Rusia de Putin.

Yo creo que podemos salvar Israel, pero sólo si nos levantamos del sofá y hacemos nuestra parte.

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