Ser griego
Uri Avnery
Ya todo el mundo ha dejado claro su opinión sobre la crisis griega, tanto si tiene opinión como si no la tiene. De manera que me siento obligado a hacer lo mismo.
La crisis es tremendamente complicada. Sin embargo, a mí me parece bastante simple.
Los griegos gastaron más de lo que ingresaron. Sus acreedores, en su increíble impertinencia, quieren recuperar su dinero. Los griegos no tienen dinero y, en todo caso, su orgullo no les permite pagar.
¿Qué se hace, pues? Todo tertuliano, desde economistas ganadores del premio Nobel hasta mi taxista de Tel Aviv tiene una solución. Desafortunadamente, nadie los escucha.
Los alemanes amaban a los antiguos griegos y los despreciaban por amar demasiado la vida
Angela Merkel y Alexis Tsipras continúan con la II Guerra Mundial. Pero las relaciones entre las dos naciones jugaban un papel en mi familia desde mucho antes.
Cuando era un niño, mi padre era un alumno en un instituto alemán “humanista”. En esos colegios, los escolares aprendían latín y griego clásico en lugar de inglés y francés. De manera que yo oía dichos latinos y griegos antes de ir al colegio y aprender latín yo también… durante medio año. Luego, afortunadamente, nos fuimos de Alemania a Palestina en 1933.
Los alemanes cultos admiraban a los romanos. Los romanos eran gente con las ideas claras que hacían leyes y las obedecían, casi como los propios alemanes.
Los alemanes amaban a los antiguos griegos y los despreciaban. Como dijo su poeta más importante, Wolfgang von Goethe: “Das Griechenvolk, es taugte nie recht viel”: El pueblo griego nunca servía gran cosa.
Los griegos inventaron la libertad, algo con lo que los antiguos hebreos ni siquiera soñaban. Los griegos inventaron la democracia. En Atentas, todo el mundo (salvo esclavos, mujeres, bárbaros y otra gentuza del montón) participaba en los debates públicos y en la toma de decisiones. Algo que no les dejó mucho tiempo para trabajar.
Así los veía mi padre, y es la manera en la que los ven hoy los alemanes bien nacidos. Los griegos son gente encantadora para pasar unas vacaciones entre ellos, pero no personas serias para hacer negocios. Son demasiado vagos. Les gusta demasiado la vida.
Sospecho que esas actitudes arraigadas influyen en la opinión de los dirigentes y los votantes alemanes de ahora. Con certeza influyen la actitud de los dirigentes y votantes griegos hacia Alemania. Al diablo con ellos y su obsesión con ley y orden.
He estado en Grecia varias veces y la gente siempre me ha encantado.
Una vez ayudé a darle alojamiento a Mikis Theodorakis en Tel Aviv
A mi mujer, Rachel, le encantaba la isla de Hidra y me llevó allí. Encontrar un barco que nos llevara allí desde Pireo era todo una odisea. Eso era, desde luego, antes de internet. Cada una de las navieras tenía un horario para sus buques, pero no existía ningún horario que incluyera a todos. Eso habría sido demasiado ordenado, demasiado alemán. (Si Pireo fuera Haifa, un horario con los viajes de todos los barcos habría estado dispuesto en todos los escaparates de la ciudad).
Me invitaron a varias conferencias internacionales en Atenas. Una la presidió la maravillosa Melina Mercouri, tan inteligente y tan bella, que durante un tiempo fue ministra. Trataba de cultura mediterránea y se acompañaba con un montón de buena comida y bailes populares. Una vez ayudé a darle alojamiento a Mikis Theodorakis en Tel Aviv.
Así que no tengo prejuicios contra los griegos. Al contrario. Antes de las últimas elecciones griegas recibí un mensaje de correo electrónico de alguien a quien no conocía y que me pidió firmar un manifiesto internacional de apoyo al partido Syriza. Después de leer el material, lo hice. Simpatizo con su lucha heroica ahora [julio 2015].
Me recuerda la “Revuelta de los marineros” en Israel a inicios de la década de 1950. Era una rebelión contra la burocracia que gobernaba todo. La apoyé de todo corazón e incluso me arrestaron para unas pocas horas. Cuando todo acababa en una gloriosa derrota, me encontré con un famoso general izquierdista y esperaba que me aplaudiera. Dijo: “Sólo los tontos empiezan una lucha que no pueden ganar”.
Se reduce a eso: Los griegos deben un montón de dinero. Un inmenso montón de dinero. Ahora no importa cómo se fraguó esa enorme deuda y quién tiene la culpa. Europa (que lleva hasta un nombre griego) no tiene posibilidad de recuperar esos miles de millones. Pero no tienen ni puta gana de seguir echando más y más dinero en ese pozo sin fondo. ¿Cómo puede sobrevivir Grecia sin recibir más dinero?
Al crearse la idea de la UE, no había una fuerte voluntad de crear un Estado europeo unido
Yo no lo sé. Tengo la sospecha muy nítida de que tampoco lo sabe nadie más. Ni siquiera los premios Nobel.
Para mí, el aspecto más importante del desastre es el futuro de dos grandes experimentos: la Unión Europea y la moneda común del euro.
Cuando la idea europea ganó terreno en el continente después de la fratricida II Guerra Mundial, hubo un gran debate sobre sus contornos futuros. Algunos propusieron algo tipo Estados Unidos de Europa, una unión federal acorde al modelo de EE UU. Charles de Gaulle, que entonces era una voz muy influyente, se opuso de forma rotunda y propuso l’Europe des Nations, una confederación mucho menos compacta.
Un debate muy similar tuvo lugar en América antes de la decisión final de crear los Estados Unidos, y nuevamente durante la guerra civil. Al final ganaron los federales y hasta hoy se queman banderas de los confederados.
En Europa ganó la idea de De Gaulle. No había una fuerte voluntad de crear un Estado europeo unido. Los gobiernos nacionales estaban dispuestos, después de unos años, de crear una unión de Estados independientes, que a regañadientes transfirieron una parte de sus poderes soberanos a un supergobierno en Bruselas.
(¿Por qué Bruselas? Porque Bélgica es un país pequeño. Ni Alemania ni Francia estaban dispuestos a permitir que la capital de la Unión se ubicara en territorio de su rival. Lo que nos recuerda al bíblico rey David que puso su capital en Jerusalén que no pertenecía a ninguna tribu, para evitar los celos entre las poderosas tribus de Juda y Efraín.)
No se puede tener una moneda única si cada Estado modela su presupuesto acorde a sus propios intereses
Parece que todo el mundo odia cordialmente la burocracia de Bruselas, pero su poder crece de forma inexorable. La realidad moderna juega a favor de las unidades cada vez más grandes. Los Estados pequeños no tienen futuro.
Eso nos lleva al euro. La idea europea llevó a la formación de un enorme bloque en el que una moneda común podía circular libremente. A un lego en la materia como yo, le parecía una idea maravillosa. No recuerdo que ni un solo economista prestigioso haya advertido de los riesgos.
Hoy es fácil decir que el bloque del euro tenía graves defectos desde el principio. Hasta yo entiendo que no se puede tener una moneda única si cada Estado miembro compone su presupuesto nacional acorde a sus propios caprichos e intereses políticos.
Esta es la diferencia fundamental entre una federación y una confederación. ¿Cómo funcionaría Estados Unidos si cada uno de sus 50 Estados miembros dirigiera su propia economía independientemente de los demás 49?
Como nos enseñan ahora los economistas, algo como la crisis del euro no puede ocurrir en Estados Unidos. Si el Estado de Alabama tiene problemas financieros, todos los demás Estados los respaldan de forma automática. El banco central (llamado Reserva Federal) simplemente pasa dinero de un lado a otro. No hay problema.
La crisis griega surgió del hecho de que el euro no se basa en una federación así. El Banco Central europeo habría puesto fin al colapso económico de Grecia mucho antes de que hubiera alcanzado el punto actual. El dinero habría fluido de Bruselas a Atenas sin que nadie se hubiera dado cuenta siquiera. Tsipras le podría haber dado un abrazo a Merkel en su cancillería y haber anunciado con alegría “Ich bin ein Berliner” (realmente me cuesta mucho imaginarme a Merkel yendo a Atenas para proclamar “Ich bin eine Griechin”.)
La primera lección de la crisis es que crear una unión monetaria presupone que todos los Estados miembros estén dispuestos a abandonar su independencia económica. Un país que no está preparado para esto no puede adherirse a una unión de este tipo. Cada país puede mantener su fantástico equipo de fútbol e incluso su sagrada bandera, pero su presupuesto nacional debe quedar sujeto a las decisiones del supergobierno económico conjunto.
Afortunadamente, nadie nos invitó a unirnos al euro. La tentación habría sido demasiado grande
Hoy día, esto está bastante claro. Desafortunadamente, los fundadores del bloque euro no lo tenían tan claro.
En este aspecto, una nación gigante como China tiene una ventaja inmensa. No es siquiera una federación, sino en la práctica un Estado unitario, con una moneda única.
Los Estados pequeños, como Israel, carecen de la seguridad económica de pertenecer a una gran unión, pero gozan de la ventaja de que pueden maniobrar con libertad y fijar su moneda – el shekel, en nuestro caso – acorde a sus intereses. Si los precios de exportación son demasiado altos, simplemente devalúas la moneda. Mientras que las agencias te dan una valoración crediticia lo suficientemente alta, puedes hacer lo que quieres.
Afortunadamente, nadie nos invitó a unirnos al bloque del euro. La tentación habría sido demasiado grande.
Al ser esto así, podemos observar la crisis griega con cierta ecuanimidad.
Pero para los que creemos que después de conseguir la paz con el pueblo palestino y el mundo árabe entero, Israel deberá formar parte de algún tipo de una confederación regional, esta lección es instructiva.
Yo escribí sobre esto antes de que naciera el Estado de Israel, pidiendo una “Unión Semítica”
Yo escribí sobre esto incluso antes de que naciera el Estado de Israel, pidiendo una “Unión Semítica”. Probablemente no llegue a ocurrir mientras yo esté todavía por aquí, pero estoy bastante seguro de que tomará forma antes de que termine este siglo.
No puede darse mientras que el abismo económico entre Israel y los países árabes siga siendo tan ancho como es ahora: con un ingreso per cápita israelí 25 veces superior al palestino y al vigente en muchos países árabes. Pero una vez que el mundo árabe haya superado sus revueltas actuales, puede tener la esperanza de un progreso rápido, como sucede ahora en Turquía y en los países musulmanes de Asia Oriental.
En algún momento no demasiado remoto del futuro, hablando en términos históricos, el mundo consistirá de grandes unidades económicas que se esforzarán para crear un orden económico mundial que funcione, con una moneda común.
Puede parece una tontería pensar en eso en la situación actual. Pero nunca es demasiado pronto como para pensar.
Y siempre hay que recordar lo que dijo Sócrates: “La única sabiduría verdadera es saber que no sabemos nada”.
Publicado en Gush Shalom | 11 Jul 2015 | Traducción del inglés: Ilya U. Topper
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