Opinión

Colonos fuera de control

Amira Hass
Amira Hass
· 5 minutos
Opinion Mgf

Ramalá | Nov 2023

Bajo el horror colectivo por el pogromo de Hamás del 7 de octubre, bajo el luto, el sufrimiento y la ansiedad por la suerte que correrán los rehenes, las milicias de los colonos israelíes están expandiendo sus ataques contra los pastores palestinos en Cisjordania. También están expulsando a los agricultores de sus tierras, huertos y olivares, a menudo con el apoyo del ejército.

Un proceso, que dura ya 30 años, y que ha visto una oportunidad para acercarse a su lógico desenlace: la expulsión, a plena luz del día, de la población autóctona de un 60 % del territorio de Cisjordania, con la vista puesta en una futura “limpieza” completa. Pasa en cada casa, tienda o calle que la discriminatoria burocracia de la Administración Civil israelí todavía no ha destruido, y donde las ordenanzas militares no han logrado impedir que la gente se quede en sus pueblos, que existían antes de 1948, o que cultive las tierras. Los colonos llegan armados y emplean la violencia para conseguir el objetivo oficial: aumentar el espacio vital de los judíos a costa de los palestinos.

El 28 de octubre un colono, un soldado fuera de servicio, mató a un palestino de cuarenta años, Bilal Saleh, que estaba recogiendo aceitunas con sus hijos en el pueblo de Al Sawiya, al sur de Nablus. Aproximadamente dos horas antes, unos colonos habían echado a unos trabajadores de un olivar situado entre los pueblos de Jalud y Qusra, al este de Al Sawiya. Ese mismo día por la tarde, mientras empezaba a escribir este artículo, los habitantes de Zanutah, en las colinas al sur de Hebrón, abandonaron las casas y cuevas en las que vivían. En las últimas semanas habían sufrido más acoso que nunca. Se les negó el acceso a los pastos, lo que ponía en riesgo su subsistencia. Además, las amenazas de los colonos se volvieron demasiado directas como para quedarse.

No son actos de venganza contra los “pogromistas de Hamás”: forman parte de un plan elaborado y bien financiado

Informo de otras noticias que recibí el 28 de octubre. Por la mañana, los colonos con sus compinches invadieron una casa situada en el pueblo meridional de Qawawis, haciendo que una mujer y sus hijos tuvieran que huir. Hacia el mediodía, colonos y soldados entraron en el pueblo de Jinba, se subieron al tejado de la mezquita y destruyeron los altavoces. Unos colonos atacaron a las familias que viven en la aldea situada entre el puesto de control de Metzudat Yehuda y la Línea Verde (que definió la frontera entre Israel y Palestina entre 1949 y 1967) y les quitaron los móviles. A una chica de dieciséis años le rompieron el brazo, y tres de las personas que habían sido agredidas fueron detenidas. Todavía no está claro si fueron los colonos o si fueron directamente los militares quienes los arrestaron. Alrededor de las 22:00 se vio a algunos colonos talando olivos en los pueblos de Qabalan y Talfit, al sur de Nablus. Sobre la misma hora, soldados y colonos confiscaron una cámara de seguridad de un gallinero en la cercana Qusra. Alrededor de las 23:00 los colonos entraron en el pueblo de Susya y obligaron a varias familias a abandonar sus casas. En Tuba, colonos armados entraron en varias casas y las destrozaron. Todos estos hechos son, por cierto, solo una lista parcial.

Contrariamente a lo que los extremistas quieren hacernos creer, estos no son actos de venganza o de autodefensa contra los “pogromistas de Hamás”. Forman parte de un plan elaborado, calculado y bien financiado. Durante años la policía no ha buscado a quienes atacaban los pueblos, o ha manipulado las investigaciones. Los soldados simplemente miraban o, a veces, incluso participaban. El poder judicial no ha hecho caso y, desde luego, no ha aplicado la ley. Los ministros iban de visita y todo eran sonrisas. Así es como las autoridades israelíes gestionan las cosas desde los años setenta, y todavía está por ver cómo evoluciona la detención del sospechoso de haber matado al palestino Saleh.

El sistema de colonización se basa en la destrucción sistemática de los derechos de los palestinos

Miles de palestinos se ven obligados a lidiar con esta violencia. Las milicias bloquean las carreteras y sabotean el suministro de agua. Amenazan a las personas que están en sus tiendas, cabañas y cuevas. Se ha entrenado al ejército para que protejan a los colonos de Cisjordania, descuidando a las comunidades cercanas a Gaza. Y ahora incluso los acompaña en las incursiones o incluso hace el trabajo por ellos.

El sistema de colonización, que se basa en la destrucción sistemática de los derechos de los palestinos y en la idea de que son un pueblo inferior, celebra su victoria mientras los israelíes estamos de luto. La colonización, que se expandió por los deseos de los Acuerdos de Oslo, y el proceso de expulsión del Área C, la zona de Cisjordania bajo control civil y militar israelí, ¿se prolongará al Área A, bajo dominio palestino, y al Área B bajo dominio mixto?

Quizá la cuestión no es si sucederá, sino cuándo lo hará. ¿Cuándo empezarán las milicias armadas de los colonos a asaltar las zonas rurales y urbanas (y no solo en Nablus, Awarta o en la periferia de El Bireh) y a amenazar a sus habitantes?

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© Amira Hass | Publicado en Internazionale Nº 1537 – 10 Nov 2023 | Traducción del italiano: Azahara Mengual Monteagudo