Daesh en Tánger
Sanaa El Aji El Hanafi
“Tengo el honor de expresar esta reprimenda a aquellos padres y madres sin honor ni vergüenza ni religión (salvo que Dios les perdone) que han dejado las calles apestando a pornografía y han hecho disfrutar a tanta gente de los atractivos de sus hijas… Muchachas en la edad de florecer, con 13 años, jóvenes en edad de casarse, con 18 años, mujeres en la plenitud de la vida y otras casadas, todas ellas con pantalones cortos y ajustados. Incluso la ropa interior ahora se marca claramente. Gracias… Os felicito por la mercancía barata que mostráis por las calles, aceras y caminos, y por vuestra confianza y apertura y vuestro enorme conocimiento de las culturas del otro. Porque lo que sorprende no es que hayan destapado a las mujeres y hayan ceñido sus ropas; lo que sorprende es ¡¡que hayan salido de casas en las que hay hombres!!”
Este texto la descubrió la población de la ciudad de Tánger (norte de Marruecos) en varias fachadas una mañana de finales de marzo de 2021.
Tras el shock de la lectura de este pasquín, y superados el enfado y el miedo de pensar que estas mentalidades se encuentran entre nosotros, surgen a primera vista varios puntos en los que merece la pena detenerse:
Lo primero que nos llama la atención es ese pensamiento extremista invadido por la pedofilia que caracteriza nuestra sociedad. Una pedofilia que empieza con el deseo de algunos de cubrir con un velo a las niñas pequeñas (como ya hemos explicado). El autor del panfleto considera que el cuerpo de una niña de 13 años puede ser objeto de excitación sexual, y no le avergüenza reconocerlo, sino que lo considera algo natural… Lo cual es, en sí mismo, algo asqueroso y peligroso.
Para ellos, ser un hombre es ejercer una tutela sobre las mujeres… ¡y si no, es que eres maricón!
Es como si la mente extremista que escribió y publicó este pasquín no viera la depravación del acoso ni de la corrupción ni del fraude ni de los homicidios. Toda su obsesión se centra en el cuerpo de las mujeres. La mente extremista habitada por el deseo de ejercer una tutela sobre las mujeres, sobre sus decisiones y sobre su forma de vestir, exige a los demás que ejerzan dicha tutela, utilizando el lenguaje de la provocación, sirviéndose de conceptos como la “hombría” y la tutela masculina. Para ellos, ser un hombre no es una mera cuestión de pertenecer a un sexo sino que significa tener pleno derecho de ejercer una tutela sobre las mujeres… ¡y si no, es que eres maricón!
Lo difícil para estas mentalidades es creer en el derecho de la mujer de tomar sus propias decisiones. Sobre su ropa, su trabajo, sus estudios, sus viajes y su matrimonio.
Es por ello que dichas mentalidades apelan a todas las manifestaciones o formas de tutela a través de lo que consideran un instinto natural de “celos” del hombre hacia sus mujeres, hijas y hermanas, cuando la cuestión es que no se trata de un instinto, sino de una concepción y un constructo social que podemos encontrar en algunas sociedades y en otras no.
Pero de lo que no se dan cuenta estas mentes extremistas cuando consideran que es derecho de los hombres imponer a las mujeres la forma de vestir, sus uniones y su velo o su niqab, es de que, en realidad, lo que hacen al final es consagrar el mismo concepto que piden combatir: convierten a la mujer en producto y mercancía sexuales que debe ser escondida y, además, escondida por decisión del hombre. Porque ellas, como productos y mercancías, no son capaces de tomar decisiones por sí mismas.
El ideario daeshiano lo exhibe no solo quien se inmola sino también quien promueve ideas extremistas
El tercer punto que nos demuestra el pasquín es que el pensamiento daeshiano —el ideario propio del Estado Islámico— y extremista se infiltra entre nosotros y que confrontarlo y combatirlo se ha convertido en una cuestión fundamental, no solo desde el ángulo de la seguridad, sino también, y especialmente, mediante el conocimiento, la mente, la cultura, el aprendizaje y el arte. La sociedad debe ser consciente de la gravedad de este forma de pensar. Porque el ideario daeshiano lo exhibe no solo aquel que se inmola o mata a inocentes, sino también quien cree en ideas extremistas y las promueve.
La última reflexión que suscita el dichoso panfleto es, sin embargo, un punto positivo. Como deja claro el pasquín (cuyo autor es un cobarde, por cierto, puesto que no descubre su identidad sino que actúa de forma encubierta), el mensaje daeshiano ha calado… pero deja claro también que los aires de libertad han empezado a volver de manera paulatina a nuestras vidas y a nuestras calles. A lo mejor hemos pasado años de radicalismo y de poner velos y niqabs a las mujeres por imposición o domesticación… pero los cuerpos han vuelto a liberarse de forma gradual.
Porque si todas las mujeres llevaran velo o niqab, este bando no habría tenido ninguna necesidad de elaborar y difundir un texto así. Las mujeres han vuelto a retomar en las calles de Marruecos las costumbres que tenían durante los años setenta y ochenta del siglo XX: han vuelto a vestirse y a moverse con libertad (aunque sea una libertad relativa). Esto atemoriza a los dueños del pensamiento extremista y están rabiando en las redes sociales y en la vía pública.
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© Sanaa El Aji | Primero publicado en Al Hurra · 1 Abril 2021 | Traducción del árabe: Carmen Gómez Orts
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