Opinión

No necesitamos tutores

Sanaa El Aji El Hanafi
Sanaa El Aji El Hanafi
· 5 minutos

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Esta es una historia que trata de nuestro rechazo constante a reconocer que el universo, las prácticas y las relaciones humanas evolucionan. La historia de una disociación crónica entre el hombre y el progreso del mundo.

Trata del dolor que genera el conflicto frente a muchos tipos de atraso que en otro tiempo y en otro contexto concretos (quizá) se entendían y aceptaban… Y que ni la mente ni la razón pueden ahora aceptar, viviendo como vivimos en un mundo evolucionado, en el tercer milenio.

Esta es la historia de una joven marroquí soltera. Una joven que ha conseguido tener éxito profesional, es activa y comprometida con la sociedad y vive con su madre y su hermano tras la muerte del padre.

Esta joven, a quien llamaremos Zeinab, decidió viajar este año con su madre para hacer la umrah o peregrinaje menor a La Meca. Preparó el dinero y todo lo necesario, pero faltaba un detalle importante: que Zeinab era una muchacha en la flor de la vida, y que no podía viajar acompañada solo por su madre. Las dos mujeres necesitaban un mahram o tutor (un varón de su familia, normalmente padre, hermano o marido).

La joven decidió pagar el coste de la umrah a su hermano también, para que pudiera acompañarlas como tutor.

Esta historia se repite cientos de veces con mujeres que tienen la posibilidad económica de realizar el hach (la peregrinación mayor a La Meca) o la umrah, y se ven obligadas a pagar también el hach o la umrah de un tutor para poder cumplir los requisitos administrativos de las autoridades saudíes, cuyas condiciones están basadas en una determinada interpretación de la religión.

Por supuesto, una mujer puede pagarle a su hermano, padre o marido todos los gastos de la umrah; sería como un regalo. El problema en el caso de Zeinab y de otros casos parecidos, que no son pocos, es que dicho pago se convierte en una especie de impuesto obligatorio ¡en nombre de la religión!

Antes del islam y en los comienzos de este, las mujeres no siempre estaban bajo la tutela del hombre

En este momento en el que nos encontramos en el que la mujer puede viajar, puede pilotar aviones y conducir trenes, puede dirigir un imperio empresarial, trabajar en el campo de la medicina o la ingeniería y mantener a la familia en parte o en su totalidad, ¿realmente podemos seguir lidiando con la tutela del hombre sobre la mujer, incluso aunque sea ella quien lo mantenga y aunque sea ella el referente para él en cuanto a cuestiones religiosas?

La obligatoriedad de un tutor pudo ser aceptable en un momento determinado de la historia, cuando el hombre se hacía cargo materialmente de su esposa, madre, hermanas e hijas. Les pagaba el hach y la umrah y las acompañaba como tutor. La cuestión, sin embargo, está abierta a debate. Los historiadores del islam sostienen que entonces la mujer estaba supeditada a la manutención económica del hombre, aunque el propio profeta Mahoma antes de casarse con Jadiya trabajaba para ella, que era una mujer rica, con poder económico. Lo que significa que las mujeres, aun antes del islam y en los comienzos de este, no siempre estaban bajo la tutela del hombre sino que había muchas que trabajaban, comerciaban o practicaban la medicina como profesión.

¿Cómo es posible que una musulmana pueda viajar sola por el mundo pero necesita un tutor para peregrinar?

Sin embargo, aparte de la imposición de la tutela masculina sobre la mujer en una época determinada y la obligación de manutención que establecen la mayoría de las escuelas teológicas, es nuestro deber hoy revisar algunas de las concepciones que seguimos teniendo presentes en la actualidad en cuanto a que la mujer trabaje y a que contribuya a la manutención de la familia. En muchas ocasiones son ellas el único sustento de la familia, como es el caso de Zeinab referido anteriormente, y como es el caso de la quinta parte de las familias marroquíes (el 18%), siendo una cifra importante también en el caso de las familias egipcias.

Además, ¿cómo es posible que una musulmana, ya sea malasia, marroquí, senegalesa, turca… en suma: de cualquier país que permite viajar a las mujeres, pueda hacerlo sola y con total libertad por el mundo y que, sin embargo, esté obligada a buscar un compañero masculino para hacer la umrah o el hach, justo para visitar los lugares más sagrados del mundo islámico?

Es inaceptable que hoy día, las mujeres económicamente independientes que quieran cumplir con estos rituales religiosos tengan prohibido hacerlo de forma individual. Es inaceptable que hipotequemos su vida o su peregrinación por la obligación de que tenga que acompañarlas un hombre, a pesar de que ellas sean más competentes, responsables, serias y creyentes y con mayor conocimiento religioso que aquel que las acompañe…

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© Sanaa El Aji | Primero publicado en Al Hurra · 11 Abril 2019 | Traducción del árabe: Carmen Gómez Orts

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