Objetivo: ser mimada
Sanaa El Aji El Hanafi
El reciente debate en Egipto sobre el tema de las mujeres independientes y fuertes, y las burlas que se han publicado al respecto, nos invita a ciertas reflexiones… y cierta compasión.
Los que se ríen de las mujeres independientes y se mofan de ellas ¿qué pretenden? ¿Piensan que lo natural en una mujer es estar sometida a un hombre? Me ha llegado varias veces el vídeo de la señora egipcia que opina que lo natural en una mujer es “que la mimen”. Que se quede en casa y que su padre o su marido se ocupen de ella. Que lo que vuelve a una mujer feliz y contenta es que “ni trabaje ni falta que le hace”. Porque su marido, se supone, la cuida y le compra todo lo que necesita.
Una mujer puede preferir no trabajar, pero la realidad es distinta
Desde luego, toda mujer puede tomar la decisión, libremente, de que vive mejor sin trabajar. Pero también hay que tener en cuenta que la realidad, desafortunadamente, es muy distinta. La persona que te cuida, ya sea un padre o un marido, puede caer enfermo. Puede morirse. Puede que por cualquier motivo, sus circunstancias cambien. Y te verás de repente sin oficio ni capacidades que te permitan integrarte en el mercado de trabajo para valerte por ti misma.
Luego, déjate de los sueños y las telenovelas románticas. ¿Qué porcentaje de mujeres de nuestro entorno pueden vivir esta experiencia de “ser mimadas”? Seamos realistas y consideremos la situación social habitual que nos rodea. La dependencia económica en la que muchas mujeres se hallan respecto a sus maridos o sus padres hace que vivan una realidad amarga de violencia y abuso psicológico, porque ellas no tienen alternativa.
La independencia económica de la mujer desde luego no elimina estos problemas pero le otorga al menos la posibilidad de elegir. Sin independencia material, no puede elegir una vida mejor: seguirá obligada a aceptar las condiciones de violencia y opresión.
Una sociedad no puede avanzar si no implanta la igualdad económica entre mujeres y hombres
Diversos estudios y ensayos realizados por el Banco Mundial y otras instituciones de investigación confirman con cifras y datos que las sociedades en las que la mujer está incorporada en gran medida en la economía y participa de forma activa en la producción son precisamente las sociedades más avanzadas socialmente y económicamente. Una sociedad no puede avanzar si no implanta la igualdad económica entre mujeres y hombres en todos los sectores, tanto jurídicamente como de hecho.
Toda mujer tiene derecho a elegir no trabajar y depender de su padre o de su marido. Nuestro deber es solo recordar que las circunstancias, todas las circunstancias, pueden cambiar. Que nada se garantiza para la eternidad. Y especialmente hay que recordar que el hecho de ser la hija o la esposa de un hombre rico no constituye para nada un logro del que pueda enorgullecerse y menos para burlarse de las que son independientes y viven por su cuenta.
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© Sanaa El Aji | Primero publicado en MC-Douliya · 23 Abr 2018 | Traducción del árabe: Ilya U. Topper
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