Opinión

Pueblos racistas

Sanaa El Aji El Hanafi
Sanaa El Aji El Hanafi
· 5 minutos

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Los estadounidenses se rebelan contra el racismo. Y al mismo tiempo, contra una serie de vulneraciones de sus derechos económicos, sociales y políticos.

Pero esto no es nuestro tema hoy. Volvamos al principio. Al inicio de la historia. George Floyd, ciudadano estadounidense de piel negra, sufrió un tratamiento brutal por parte de algunos agentes de policía. Esto lo llevó a morir asfixiado.

El caso se documentó en vídeo. Este se difundió por redes sociales y provocó que los negros estadounidenses se rebelaran. Y junto a ellos se rebelaron los blancos: contra la violencia policial, contra el racismo, contra todo un conjunto de opresiones.

Bien. Lejos de todas esas comparaciones políticas de la ‘intifada norteamericana’, vamos a mirar un poco nuestro propio mundo. Vamos a jugar a mirarnos en el espejo hasta que nos den un poquito de vergüenza los comentarios que hacemos sobre el racismo contra los negros en Estados Unidos.

En el país del Tío Sam, el racismo es una realidad. Empezando por el propio nombre. Obsérvese que estamos todavía hablando de los “afroamericanos” varias largas generaciones después de que sus antepasados llegaran a América, recordando su origen africano, cuando de todas formas la inmensa mayoría de los estadounidenses desciende de extranjeros que llegaron de otras partes.

¿Tenemos el valor de admitir que en nuestra sociedad, los negros también sufren racismo?

Ahora bien: ¿hemos limpiado nuestra casa antes de tirar piedras a la casa de los demás?

¿Qué pasa con nuestro propio racismo contra los negros, tanto si estos negros son hijos del propio país como cuando son inmigrantes que vienen de otro (los sudaneses en Egipto, los inmigrantes de África subsahariana en Marruecos etc)? Tenemos el valor de admitir que en nuestra sociedad, ellos sufren para conseguir un trabajo, para hacer amigos, para relacionarse, para casarse, para evitar humillaciones y burlas en la calle?

¿Tenemos la entereza de confesar que nuestra sociedad y los anuncios comerciales animan a las mujeres de tez morena que utilicen cremas blanqueadoras para aclararse la piel y ser más guapas y gustarle al novio y a la suegra? ¿No es la blancura de la piel, junto al pelo rubio, nuestro estándar de belleza?

Pero ya aparte del tono de la piel, observemos nuestro racismo social: Él es pobre pero honrado. Ella es de pueblo, pero buena ama de casa y cocina muy bien. Ella no lleva velo pero es una chica decente. Él es cristiano, pero buen hombre…

Añádase a eso el racismo árabe contra lo amazigh y el amazigh contra lo árabe (pese a que la gran mayoría de los marroquies tienen una mezcla de sangre por siglos de matrimonios entre árabes y amazigh), el racismo de los musulmanes contra los coptos, el racismo de los urbanitas contra los aldeanos… y venga racismos que pudren nuestras actitudes y nuestro subconsciente.

Y no olvidemos tampoco el racismo de los países del Golfo contra los “foráneos”. Al menos, en Estados Unidos y en Europa puedes conseguir la nacionalidad y disfrutar de todos los derechos de un ciudadano tras un determinado número de años, según la ley de cada país. ¿Crees que puedes conseguir la nacionalidad saudí, kuwaití, qatarí o emiratí, ni aunque hayas vivido y trabajado en el país durante treinta años? ¿Crees que podrías cobrar el mismo sueldo como un hijo del país si trabajas en el mismo puesto, como ocurre en Alemania, Canadá o Portugal?

En América y Europa, nadie te quita el pasaporte a cambio de la tarjeta de residencia

En América y Europa puedes encontrar una sociedad civil que te defiende cuando vulneran tus derechos por motivos racistas. ¿Crees que eso ocurre en los países mencionados arriba?

En América y Europa, nadie te quita el pasaporte a cambio de la tarjeta de residencia (y si lo hace, está vulnerando la ley y puede ser denunciado en los tribunales), ni existe la cultura de la “tutela” con toda su carga racista y esclavista…

Sí, en Estados Unidos hay racismo contra las personas de piel negra. Pero en primer lugar, no tiene fundamento legal, como ocurre en algunos países del Golfo, por ejemplo, donde la jerarquía entre los “hijos del país” y los “forasteros” está basada en la ley. Y en segundo lugar, en Estados Unidos hay muchas iniciativas de lucha, desde hace décadas, contra las diversas formas de racismo. No todas tienen éxito, pero al menos no hay nadie quien diga: “No hay racismo en nuestra sociedad, vivimos todos en paz, amor y fraternidad”.

Preguntad a los inmigrantes de África subsahariana en Marruecos (y hay consenso en que los inmigrantes en Argelia, Túnez y Libia viven el mismo drama). Sus testimonios respecto al racismo que sufren son amargos y dolorosos. Preguntad a los “forasteros” en los países del Golfo. Preguntad a las minorías religiosas y sexuales en la mayoría de nuestros países. Preguntad a los ciudadanos de nuestros países que tienen la piel oscura. Preguntad a las mujeres por la discriminación por parte de los hombres. Es más: preguntad a quien es morena de piel además de pertenecer al sexo femenino…

Hay una frase que leí hace muchos años. Una frase que parece drástica pero que es verdad: “Si quieres dar a los demás lecciones de limpieza, aprende a lavarte primero”.

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© Sanaa El Aji | Primero publicado en Al Hurra · 4 Junio 2020 | Traducción del árabe: Ilya U. Topper

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