¿Un mes de devoción?
Sanaa El Aji El Hanafi
Durante el mes de ramadán vivimos dos verdaderos problemas en la mayoría de los países de nuestro entorno: uno está relacionado con la higiene personal y el otro con los nervios en continuo estado de crispación.
Lamentablemente, todos los nobles valores que la devoción debería promover, y que deberían fortalecerse en un mes que debería tener su lugar entre todos los musulmanes, sean de la corriente que sean… todos esos valores prácticamente desaparecen durante el mes de ramadán. En su lugar encontramos reacciones bruscas y malas caras. Como si mucha gente considerase el ramadán una licencia para gritarle cuatro cosas a la cara a los demás.
¿Es aceptable que una persona, bajo el pretexto de estar ayunando, se convierta en un energúmeno frente a cualquiera que le hable, y que los demás tengan la obligación de aceptarlo así mientras siga ayunando?
Ayunar no implica abstenerse de ducharse ni de cepillarse los dientes. Ni de sonreír
¿Y es aceptable que las bocas y los cuerpos emitan olores asquerosos, a causa de quienes alegan que utilizar un cepillo de dientes ya rompe el ayuno, o que utilizar un desodorante de axilas o cualquier cosa que cambie el olor está considerado inapropiado en ramadán? Como si convertirse en un ser putrefacto se juzgara algo apropiado para el creyente, durante el ramadán o durante el resto del año.
Ayunar implica abstenerse de comer, de beber y de mantener relaciones sexuales. No implica abstenerse de ducharse ni de cepillarse los dientes. Ni tampoco implica abstenerse de sonreír ni conlleva evitar tratar con buenas maneras a los demás.
Ayunar no te da el derecho a ponerles mala cara a quienes te rodean. Tú ayunas con fe y a conciencia. Ayunas porque expresas así tu devoción que te obliga a realizar este rito religioso. ¿Por qué quieres, pues, que en nombre de tu ayuno, los demás soporten tus malos rollos?
¿Desde cuándo, este ritual otorga carta blanca para tratar de malas maneras a los demás?
Además, estos malos rollos no surgen necesariamente del hambre ni de la sed, sino de lo mal que se organiza uno en este mes: se duerme mal, se alimenta uno mal, y se queda uno muchas horas despierto. Y esto es un problema tuyo. No es problema de tu vecino, ni de tu colega ni de las personas a las que te cruzas por la calle que tú no consigas dormir lo suficiente en ramadán.
Abreviando: ¿por qué deberíamos aceptar estas actitudes negativas bajo pretexto del ayuno? ¿Y desde cuándo, este ritual religioso otorga a quienes lo realizan carta blanca para tratar de malas maneras a los demás? ¿Desde cuándo les permite dejar de ocuparse de su higiene y de tener la boca limpia?
El ayuno es una práctica religiosa de la que se supone que hace avanzar espiritualmente a quien la observa. Pero para muchos se ha convertido en un simple sinónimo de hambre y sed… y en un sinónimo, también, de violencia y falta de higiene.
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© Sanaa El Aji | Primero publicado en MC-Douliya · 28 Mayo 2018 | Traducción del árabe: Ilya U. Topper
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