Toma la rosa y cállate
Sanaa El Aji El Hanafi
El pasado jueves 8 de marzo, ¿le ofrecieron una rosa, señora? ¿Le entregaron un regalo? A lo mejor, al menos, le llegaron numerosos mensajes para felicitarle por lo que algunos llaman “el Día de la Mujer”?
¿Sabe usted, señora, que este día no es motivo de celebración?
¿Sabe usted, o sabemos todos, que el ocho de marzo es el día de los derechos de las mujeres? Lo cual quiere decir que su simple existencia es lo que nos recuerda que los derechos de las mujeres siguen pisoteándose en la mayor parte del mundo, y que debemos defenderlos. Ante esto ¿aún estamos con ánimo de celebrar?
¿Cómo nos pueden ofrecer rosas, cuando la ley en muchos países nos pone bajo tutela de los hombres?
¿Cómo puede ser que nos sigan ofreciendo rosas y enviando mensajes de felicitación, cuando aún seguimos con la necesidad de luchar por nuestros derechos? ¿Cuando aún se nos sigue equiparando a medio cerebro, media herencia y derechos a medias? ¿Cuando seguimos expuestas al acoso y la violencia y, con ello, a la vergüenza pública y al escándalo que conllevan, mientras que el agresor se libra? ¿Cuando aún cobramos salarios inferiores a los de nuestros colegas masculinos para ejercer el mismo trabajo con las mismas capacidades? ¿Cuando la mayoría de los puestos superiores siguen siendo un monopolio de los hombres? ¿Cuando en muchos países, la ley convierte a las mujeres en seres menores de edad bajo la tutela de un hombre? ¿Cuando en nuestras sociedades son aún corrientes prácticas bárbaras como la circuncisión femenina y el matrimonio de las menores de edad? ¿Cuando las mujeres forman la mayor parte de la tasa de ciudadanos más afectados por la pobreza, la vulnerabilidad y el analfabetismo? ¿Cuando… y cuando…?
Por todo ello, tengamos claro todos que el ocho de marzo únicamente existe para recordarnos esta situación nefasta, para recordarnos que seguimos necesitando una lucha en la sociedad cívica, por parte de los partidos, en la prensa, en la universidad, en el día a día, para conseguir que se otorguen derechos más justos a las mujeres.
Solo podremos celebrar de verdad en el momento en el que ya no necesitemos el ocho de marzo. Cuando la igualdad de derechos sea un hecho cotidiano.
Mientras sigamos esperando que eso suceda, guardaos vuestras rosas y vuestras felicitaciones. Porque toda felicitación se vincula al hecho de que no nos otorgan nuestros derechos. Y es, por tanto, una nueva cuchillada contra las mujeres y una consolidación de la mentalidad masculina que se ve a sí misma haciendo un derroche de generosidad para con las mujeres mediante algunas migajas en un día concreto, antes de regresar a la cotidiana y abominable desigualdad.
Otro año más seguimos en la lucha por la igualdad. Otro año más seguiremos sin celebrar nuestra falta de derechos.
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© Sanaa El Aji | Primero publicado en MC-Douliya· 12 Marzo 2018 | Traducción del árabe: Ilya U. Topper
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