Salvad la religión
Sanaa El Aji El Hanafi
¿Tienes cáncer de útero? Pues que sepas que esto es un castigo de Dios por haber tenido sexo con tantos hombres.
¿Eres fiel y estás devotamente entregada a tu marido? Entonces olvídate de las pruebas para la detección temprana del cáncer ni de otras enfermedades letales.
¿Tu marido te pega? Eso es su deber moral, para educarte. Agradéceselo.
¿Eres diabética y el médico te ha advertido que ayunar en ramadán entraña peligros para tu salud? No escuches lo que dice: ese médico ha estudiado en las universidades de Occidente, que son todas ateas.
Y vengan fetuas locas de este estilo… Y venga poner en riesgo la sociedad y quienes la componen, jugar con su salud y su vida.
Esto es lo que la nueva prensa quiere para nosotros.
En toda emisora de radio privada, en todo diario digital, en todo periódico aparece un teólogo que dictamina y emite análisis científicos, astronómicos y sanitarios. En Marruecos, el último ha sido un alfaquí que en una emisora privada ha explicado que el útero de la mujer está programado por Dios para que reciba el esperma de un solo hombre… Y que toda mujer que tenga relaciones sexuales con más de un hombre se expone a sufrir cáncer (el cual, dice, es un castigo de Dios).
Dice el alfaquí que el útero está programado por Dios para recibir el esperma de un solo hombre
Añade el teólogo que los médicos del Occidente ateo han descubierto que cuatro meses y diez días – que es el periodo de luto prescrito en la ley coránica tras la muerte del marido que hay que dejar transcurrir antes de volver a casarse – es justo el tiempo que necesita el cuello del útero para renovar su ciclo interior programado, eliminar todo rastro del esperma del marido anterior y estar listo para recibir un nuevo tipo de esperma.
Claro, ese alfaquí no nos explica qué tiene que hacer la mujer que se divorcia: resulta que según la ley coránico debe esperar tres ciclos menstruales para volver a casarse. ¿Y qué hará la mujer que está embarazada y cuyo periodo de ‘luto’ termina al dar a luz al niño? Además, los libros de la tradición islámica rebosan de anécdotas y narraciones varias sobre el asunto; entre ellas la historia de Sabí’a Islamía, que dio a luz pocas noches después de fallecer su marido, y llegó el profeta y le permitió casarse (así lo cuenta Miswar ibn Mukhrima).
El erudito alfaquí se olvida, o finge olvidar, que la ley coránica determina el tiempo de duelo por una única y sencilla razón, y es la de no confundir de quién son los hijos tras un divorcio o después de enviudar. Esto también puede estar hoy sujeto a debate, dado que la ciencia puede constatar un embarazo días después de la concepción, pero vale, aún así… podemos aceptar el periodo de duelo como un mandamiento más de la sharia. Pero eso no quita que al fin y al cabo, la única explicación para esta norma es no confundir la descendencia. Nada más.
¿Cón qué derecho sale ahora este teólogo para entrometerse en la ciencia, cuando no hace más que contradecir los conocimientos científicos? Además ¿no se da cuenta que al hacerlo está dejando en mal lugar al islam al representarlo, para cualquiera que sepa algo de ciencia, como una religión atrasada?
Ahora, toda mujer que padezca cáncer es una zorra pecaminosa con muchas relaciones sexuales
Lo más peligroso de todo eso es, como ha señalado Soumaya Naamane Guessous, doctora en Sociología, el efecto que estas fetuas tienen sobre las mentes. Porque van implantando en la mentalidad de la gente que toda mujer que padezca cáncer es una zorra pecaminosa que ha tenido muchas relaciones sexuales, y que el cáncer es el castigo de Dios que le corresponde.
Porque por supuesto, ese alfaquí no dice ni una palabra de las demás formas de cáncer que afectan a mujeres y hombres y niños. ¿Será que Dios está castigando a un niño pequeño cuando este padece cáncer?
Luego, ¿para qué esta obsesión con el cuerpo de las mujeres y con su sexo? ¿Por que aseguran tantos teólogos que todo lo que se salga de lo establecido en su marco de referencias es corrupción y decadencia y degeneración?
¿Y qué pasa con las demás enfermedades sexuales (de las que algunas pueden provocar cáncer u otros síntomas graves) y que más de una esposa contrae a causa de las relaciones sexuales de su marido con otras mujeres? En Marruecos, sin ir más lejos, según datos del Ministerio de Salud, un 70 % de las mujeres portadoras del virus del sida se habían contagiado a través de las relaciones sexuales diversas del marido. ¿Nos podemos imaginar el alcance de esta proporción y el volumen de opresión al que se le expone a la víctima? El 70 por ciento de las mujeres portadoras del virus no son profesionales del sexo. Ni tampoco mujeres que tienen una vida sexual desenfrenada. Son mujeres que eligieron casarse y tener una familia. Y que han contraído a través de ese matrimonio una de las enfermedades más peligrosas de nuestra época.
Ante esta situación ¿es justo que aceptemos la lógica del teólogo mencionado arriba y acusemos a la mujer afectada, cuando en realidad es víctima en más de un sentido? Su marido la engaña, y encima le contagia el sida… ¿Y nuestro gran alfaquí le dice que esta enfermedad es un castigo de Dios para ella?
¿Qué libertad de expresión permite propagar estupideces sin fundamento sobre la salud?
Habrá quien dice que eso forma parte de la libertad de expresión. Pero ¿qué libertad de expresión es esa que permite acusar a la gente por los síntomas de una enfermedad que han contraído? ¿Qué libertad de expresión es esa que permite propagar estupideces sin fundamento sobre la salud, y lo hace en una sociedad que no otorga al médico ni al científico las mismas oportunidades de expresarse que brinda al teólogo, para que puedan al menos corregir esa avalancha de errores? ¿Qué libertad de expresión permite amenazar la vida y la salud de la gente al presentar las enfermedades como un castigo divino? ¿Qué libertad de expresión permite incitar al marido a que pegue a su mujer y a sus hermanas? ¿Qué libertad de expresión amenaza la vida de la gente y difunde el fanatismo… en el nombre de Dios?
Proteger la propia religión frente a esos teólogos ya se ha convertido en una prioridad. Porque son ellos quienes la presentan bajo su peor imagen. ¿Qué pasa si un creyente descubre que la ciencia desmiente las cosas que le dice el alfaquí en nombre de la religión? ¡¿Cómo puede tratar un creyente con un teólogo que le acusa de malas obras que no ha cometido, o que pone en peligro su salud o la de sus seres queridos, en el nombre de Dios?!.
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© Sanaa El Aji | Primero publicado en al Hurra · 15 Feb 2018 | Traducción del árabe: Ilya U. Topper
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