Sofia violenta a las madres solteras
Sanaa El Aji El Hanafi
Hay quien quiere defender una causa y para hacerlo, aplasta la causa.
Hay quien no es consciente de lo complejo que es una causa y opta por disolverla.
Hay quien cree que se basta a sí mismo, y en lugar de recurrir a las investigaciones y estudios de gente especializada, dispara contra el flanco débil de la causa que que quería defender.
Y finalmente hay quien le da vueltas a la causa para escoger los aspectos más caricaturescos, las que mejor venden en el extranjero una imagen folclórica del país. Y en lugar de defender la causa, la dinamita desde dentro.
Esto lo he vivido en numerosas instancias, en libros, filmes y tesis científicas: no se plantean tanto defender una causa, y ni siquiera ofrecer apoyo a las víctimas, sino más bien intentan vender la imagen fantasmagórica que Occidente espera de nosotros.
Se me ocurren dos ejemplos: La última película de Nour Eddine Lakhmari, Burn Out, y el primer largometraje de Mariam Ben Mubarak, llamado Sofia.
Sofia compra un padre para su hijo, concebido sin matrimonio. La realidad no es así
En Burn Out, Lakhmari – y conste que yo soy una admiradora de sus anteriores películas, tanto los cortos como los largometrajes – está zahiriendo la modernidad, cuando cree defenderla. Él se imagina que defiende las libertades, la mujer, los valores de la modernidad contra el discurso islamista… pero Nour Eddin Lakhmari pinta la imagen más fea posible de esta modernidad y de las libertades individuales. Con lo que rinde un inmenso servicio a la corriente conservadora. Porque retrata a la corriente moderna y a la mujer de forma negativa, aprovechada, amoral, despreciable.
Mariam Ben Mubarak, por su parte, ha presentado a la prensa un filme sobre las madres solteras. Al final, ella incide en el mismo aspecto que la corriente conservadora, que considera a las chicas solteras “mujeres corruptas que se quedan preñadas de cualquiera y luego acusan del delito a cualquier otro, que no tiene nada que ver con el embarazo”. Tal y como hace Sofia en el filme Sofia. Porque esta mujer, cuando dispone de las posibilidades materiales, es capaz de comprar cualquier cosa, así sea un padre para un hijo concebido fuera del matrimonio, sin que ese hombre sea el padre. Es un desarrollo dramático que no refleja en absoluto la situación de las madres solteras, sino que presenta verdades deformadas.
Eso, sin hablar de las muchas falacias sociales que propaga el filme y que muestran a las claras que el guión se ha escrito para un público distinto del marroquí, y en un espíritu no necesariamente marroquí. Un ejemplo: Cuando se firma el contrato de matrimonio, el funcionario del registro civil pregunta: “¿La acepta usted como esposa, hasta que la muerte os separe?” cuando vivimos en una cultura religiosa y social en la que el divorcio está a la orden del día…
La cosa no puede ser más sencilla: el guionista que escribió el diálogo estaba pensando en un matrimonio occidental en la iglesia, donde el párroco pregunta a los novios si se aceptan mutuamente hasta que la muerte los separe. Y esto no es más que una simple muestra de las muchas falacias sociales en las que incurre el filme.
Por supuesto, la libertad de expresión siempre será la base de la que parte toda creatividad. No somos quienes para limitar el derecho de todo cineasta o escritor de tratar sus temas como quiere. Pero por otra parte, un cineasta tampoco tiene derecho a gritar en una rueda de prensa, ante diversos medios de comunicación marroquíes y extranjeros, que su filme se centra en una causa determinada y que su objetivo es “luchar” para defenderla… para luego presentar un contenido que coloca una carga de profundidad a esa causa, un contenido que difiere radicalmente de las iniciativas y la lucha de la sociedad civil para resolver esa problemática.
La cineasta tiene derecho a la libertad artística, pero no a clamar que defiende una causa
En el caso que nos ocupa, Mariam Ben Mubarak ha clamado muchas veces que su filme se dedica especialmente a las madres solteras. Tanto que la película empieza citando el artículo 490 del Código Penal marroquí, que prohíbe las relaciones sexuales fuera del matrimonio. Eso, sabiendo que el embarazo en el filme no es resultado de una relación sexual consentida, por lo que el asunto no tiene relación alguna con el artículo 490. ¿No es esta la imagen fantasmagórica de la que hablábamos antes, la que a Occidente le encanta ver en nosotros?
Si Mariam Ben Mubarak hubiera presentado su filme simplemente como un relato, todos defenderíamos juntos su derecho a la libertad artística. Porque Sofia no es un filme documental y no tenemos derecho a juzgarlo como si lo fuera. Pero cuando la cineasta vende su filme en Marruecos y en el extranjero como una película sobre las madres solteras en Marruecos y sobre el artículo 490 del Código Penal, ella no tiene derecho tampoco, y es lo que ocurre, a perjudicar la lucha a favor de las madres solteras de esta forma.
Observaciones personales y específicas: Yo misma presenté el filme en su primera proyección en Casablanca. Acepté hacerlo porque me parecía valiente e importante tratar este tema.
Cuando vi el filme durante esta primera proyección, descubrí que ataca el flanco débil del problema de las madres solteras y la lucha ciudadana en este campo. Pero ya era tarde para renunciar al compromiso adquirido con los organizadores de la proyección. Tampoco parecía correcto expresar mis críticas durante la fiesta. Por este motivo cumplí con mi papel voluntario en la presentación del filme, de forma profesional, pese a todas mis reservas al respecto expresadas arriba.
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© Sanaa El Aji | Primero publicado en Marayana · 26 Sep 2018 | Traducción del árabe: Ilya U. Topper
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