Opinión

Gaza: Familias aniquiladas

Amira Hass
Amira Hass
· 9 minutos

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Quince familias palestinas
, de uno o más hogares, perdieron al menos a tres miembros o incluso más en los bombardeos israelíes de la Franja de Gaza en la semana entre el 10 de mayo y la tarde del 17. Padres e hijos, bebés, abuelos, hermanos y sobrinos murieron juntos cuando Israel bombardeó sus casas, que se derrumbaron encima de ellos. Por lo que se sabe hoy, no se les había dado ningún aviso que les permitiera escapar de las viviendas atacadas.

El sábado 15 de mayo, un representante del Ministerio de Salud de Palestina listó los nombres de 12 familias muertas, cada una en su propia casa, cada una en un solo bombardeo. Desde entonces, en un ataque aéreo que tuvo lugar antes del amanecer del domingo 16 de mayo durante setenta minutos y que se dirigió contra tres casas de la calle Al Wehda, en el barrio de Rimal en Gaza murieron tres familias alcanzando a un total de 38 personas. Algunos de los cuerpos se encontraron el domingo por la mañana. Los equipos de socorro palestinos no pudieron encontrar más cuerpos y sacarlos de los escombros hasta el domingo por la noche.

La eliminación de familias enteras durante los bombardeos israelíes fue una de las características de la guerra de 2014. Las estadísticas de las Naciones Unidas indican que 142 familias palestinas (742 personas en total) murieron durante los aproximadamente cincuenta días de guerra. Los numerosos sucesos de este tipo, tanto entonces como hoy, demuestran que no se trata de errores y que el bombardeo de una vivienda, cuando todos sus residentes están dentro, se produce tras decisiones tomadas desde arriba y respaldadas por la aprobación de los juristas militares.

Se advirtió a los propietarios o conserjes de las torres, con una hora de antelación como máximo

Una investigación de la organización en defensa de los derechos humanos B’Tselem, que se centró en 70 familias aniquiladas en 2014, ofrece tres explicaciones para la matanza de tantas personas, todas a la vez, en el bombardeo realizado por el ejército israelí contra la casa de cada familia.

Una de las razones es que el ejército israelí no había avisado con antelación a los propietarios o inquilinos de las casas, el aviso no se había trasladado a la dirección correcta o no había llegado a tiempo.

Aquí surge una diferencia entre el destino de los edificios bombardeados cuando sus residentes estaban dentro y el de las “torres”, los edificios altos atacados a partir del segundo día del conflicto actual, durante el día o al atardecer.

Según se informa, se advirtió a los propietarios o conserjes de las torres, con una hora de antelación como máximo, de que debían abandonar el edificio, mediante una llamada telefónica del ejército o de los servicios de seguridad Shin Bet, y luego se lanzaron “misiles de advertencia” con drones. Estas personas debían avisar a los residentes en el poco tiempo que quedaba.

No solo los edificios de varios pisos sufrieron bombardeos. En la tarde del 13 de mayo bombardearon la casa de Omar Shurabji, al oeste de Khan Yunis. En la calle se formó un cráter y una habitación del edificio de dos plantas en el que viven dos familias, siete personas en total, quedó destruida.

Según un informe del Centro Palestino para los Derechos Humanos, unos veinte minutos antes de la explosión, el ejército llamó a Khaled Shurabji y le dijo que le dijera a su tío Omar que saliera de la casa. No está claro si Omar estaba en el lugar, pero todos los residentes de la casa salieron corriendo, por lo que no hubo víctimas.

Las autoridades israelíes tienen los números de teléfono de las personas que se encuentran en los edificios

El mero hecho de que el ejército israelí y el Shin Bet se hayan molestado en llamar y ordenar la evacuación de las casas demuestra que las autoridades israelíes tienen los números de teléfono actualizados de las personas que se encuentran en cada uno de los edificios destinados a ser destruidos. Tienen los números de teléfono de familiares de personas sospechosas o conocidas por ser activistas de Hamás o de la Yihad Islámica.

El registro de la población palestina, incluyendo la de Gaza, está en manos del Ministerio del Interior de Israel. Y contiene datos como nombres, edades, familiares y direcciones.

Tal y como exigen los Acuerdos de Oslo, el Ministerio del Interior palestino, a través del Ministerio de Asuntos Civiles, transfiere regularmente a Israel información actualizada, especialmente la relativa a los nacimientos y a la presencia de bebés. Los datos registrados deben ser aprobados por Israel; de lo contrario, los palestinos no podrán recibir un documento de identidad cuando llegue el momento o, en el caso de los menores, no podrán viajar solos ni con sus padres por los pasos fronterizos controlados por Israel.

Está claro, pues, que el ejército conoce el número y los nombres de niños, mujeres y ancianos que viven en cada edificio residencial que decide bombardear por cualquier motivo.

La segunda explicación de B’Tselem sobre por qué familias enteras fueron aniquiladas en 2014 es que la definición del ejército de “objetivo militar” atacable era muy amplia e incluía las casas de militantes de Hamás y la Yihad Islámica. Estas casas se calificaron como infraestructuras operativas o infraestructuras de mando y control de la organización, o también como infraestructuras terroristas, incluso simplemente porque en su interior se encontraba un teléfono o se había celebrado una reunión.

La tercera explicación, en el análisis de B’Tselem de 2014, es que la interpretación del ejército de los “daños colaterales” era muy flexible y amplia. El ejército afirmaba, y sigue haciéndolo, que actúa según el principio de “proporcionalidad” entre los daños a los civiles no implicados en el conflicto y el logro del objetivo militar legítimo. Es decir, actúa para que en cada eventualidad el “daño colateral” causado a los palestinos sea limitado y razonable.

Los daños colaterales “admisibles” –personas no implicadas a los que puede matarse– son muy elevados

Pero cuando la “importancia” de un miembro de Hamás se considera elevada y su residencia se define como objetivo legítimo para un bombardeo, los daños colaterales “admisibles” –es decir, el número de personas no implicadas a los que puede matarse, niños y bebés incluidos– son muy elevados.

En el bombardeo intensivo de tres edificios residenciales de la calle Al Wehda en Gaza, antes del amanecer del 16 de mayo de 2021, murieron las familias Abu al Ouf, Al Qolaq y Ashkontana. Inmediatamente después, cuando el número de muertos de una familia es tan grande, es difícil encontrar a un superviviente y pedirle que hable de cada persona de la familia y de sus últimos días.

Nombres y edades

Hay que conformarse, por tanto, con sus nombres y edades, tal y como se mencionan en los informes diarios de las organizaciones para los derechos humanos que recogen información y reportan, cuando están al corriente de ello, si alguien de la familia pertenecía a una organización militar. Hasta ahora, no está claro si entre los residentes de los edificios de Al Wehda había alguien considerado un objetivo tan importante como para “permitir” la eliminación de familias enteras y, en su caso, quién sería.

De la familia Abu al Ouf murieron el padre Ayman, médico de medicina interna del Hospital Al-Shifa, y sus dos hijos: Tawfiq, 17 años, y Tala, 13, así como otras dos familiares: Rim, 41 años, y Rawan, 19. Los cinco cuerpos se encontraron poco después del bombardeo. Los cadáveres de otras ocho personas de la familia Abu al Ouf se sacaron de los escombros cuando ya era de noche. Se trata de Subhiya, 73 años, Amin, 90, Tawfiq, 80, su esposa Majdiya, 82, su pariente Raja (casada con un hombre de la familia Afranji) y sus tres hijos: Mira, 12 años, Yazen, 13, y Mir, 9.

La incursión aérea contra estos edificios también mató a Abir Ashkontana, 30 años, y a sus tres hijos: Yahya, 5, Dana, 9, y Zin, 2. En la tarde, se encontraron los cuerpos de otras dos niñas: Rula, 6 años, y Lana, 10. El informe del Centro Palestino para los Derechos Humanos no aclara si estas dos niñas son hijas de Abir o no.

En los dos edificios cercanos mataron a 19 personas de la familia Al Qolaq: Fuaz, 63 años, y sus cuatro hijos, Abd al Hamid, 23, Riham, 33, Bahaa, 49, y Sameh, 28, junto con su esposa Iyat, 19. Su bebé Qusay, de seis meses, también murió. Otra mujer de la familia amplia, Amal al Qolaq, 42 años, falleció al igual que tres de sus hijos: Taher, 23 años, Ahmad, 16, y Hanaa, 15. Mataron también a los hermanos Mohammed e Izzat al Qolaq, 42 y 44 años, y a los hijos de Izzat, Ziad, 8, y Adam, 3. Otras dos mujeres murieron: Doaa al Qolaq, 39 años, y Saadia al Qolaq, 83. Por la noche, sacaron de los escombros los cuerpos de Hala al Qolaq, de 13 años, y su hermana Yara, 10. El informe del Centro Palestino para los Derechos Humanos no aclara quiénes son sus padres y si estos también murieron en el bombardeo.

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© Amira Hass  | Primero publicado en Haaretz; republicado en Internazionale | 20 Mayo 2020 | Traducción: Livia Salvetti a partir de la versión italiana de Federico Ferrone.

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