Biden ha hablado
Saverio Lodato
Muy interesante el discurso de Biden dirigido a la nación estadounidense y al mundo entero, después de veinte años nefastos de ocupación de Afganistán.
Inédito, porque por primera vez desde Vietnam, un presidente estadounidense afirma con toda claridad que la democracia no se puede exportar a miles de kilómetros.
Valiente, porque no oculta los efectos de una ferocidad militar que causó a los mismos norteamericanos, ante todo, lutos y consecuencias que siguen arrastrándose por décadas. No sabíamos, porque tal contabilidad no se había mencionado hasta ahora, que cada día en Estados Unidos una veintena de veteranos de guerra y de esas ocupaciones se suicidan, como resultado de un trauma con el que resulta imposible convivir.
Casi contable, en cuantificar los billones de dólares que Estados Unidos ha tenido que gastar en estos veinte años y todos los días que pasaban.
Muy aceptable la observación de que una cosa era cazar a Bin Laden, al día siguiente de los ataques a las Torres Gemelas, y otra distinta es una interminable ocupación que, antes que a los estadounidenses, tampoco le trajo suerte al ex Ejército Rojo de la Unión Soviética.
Es poco probable que Estados Unidos siga siendo el gendarme del mundo
Además, francamente, Biden tiene razón cuando afirma que lo hecho hecho está, para referirse a dos presidentes anteriores a él, Obama y Trump, que se comprometieron definitivamente, con el calendario en la mano, al repliegue, la evacuación, la retirada, como queráis llamarla, de las tropas estadounidenses. Su alternativa, dijo, era marcharse o quedarse indefinidamente.
Casi por cortesía, pero fue la mínima contropartida que se vio obligado a conceder, el compromiso de combatir “a distancia” los grupos extremistas del terrorismo islámico, allí donde se atrincheren.
Con obstinación y determinación geográfica, Biden también elaboró una lista infinita de los países a los que, lógicamente, Estados Unidos teóricamente tendría el derecho de “exportar la democracia”.
Pero ya no se puede hacer.
Porque hay demasiados países imprecisos que habría que corregir, costaría demasiado en términos de vidas humanas y dólares, y al final, con toda probabilidad, la democracia no arraigaría, como nos enseñan los antecedentes.
En definitiva, Estados Unidos ha hablado. Y ha dicho que —palabras de Biden— una era se acabó.
Depende de los talibanes, ahora, opinar al respecto. Dependerá de Rusia y China. Dependerá de los países asiáticos que forman parte del tablero del Gran Juego, el que sigue adelante desde los tiempos de Napoleón. Dependerá de Europa, Italia incluida.
Pero nos da la impresión de que algo se haya acabado para siempre: es poco probable que Estados Unidos siga siendo el gendarme del mundo.
Y tantos de nuestros comentaristas atlantistas, que en estos años han apoyado al Tío Sam, tendrán que aceptarlo.
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© Saverio Lodato | Publicado en Antimafiaduemila | 1 Sep 2021 | Traducción del italiano: Paola Fasano
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