Opinión

No se hará justicia

Saverio Lodato
Saverio Lodato
· 4 minutos

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Palermo |  Julio  2020

Ha sido necesaria la guadaña del virus para eliminar, al menos hasta nuevo aviso, la retórica que más se practica en Italia, aquella contra la mafia y sus representantes, aquella de los aniversarios solemnes, consagrados por calendarios que desde hace decenios hacen de receptáculo para la celebración de la hipocresía de una parte de un país, Italia, que, al tiempo que celebra su irreductibilidad, en realidad se adecúa, tolera, negocia, convive y sigue adelante como puede.

Ya quedan poquísimas cosas que decir de cara al próximo aniversario de la matanza de via d’Amelio. Han pasado veintiocho años.

Paolo Borsellino, Manuela Loi, Walter Cosina, Vincenzo Li Muli, Claudio Traina y Agostino Catalano, traicionados en vida y asesinados, fueron nuevamente traicionados tras su muerte, y, para tranquilidad de todos, finalmente olvidados. Y no es que en estos treinta años hayan escaseado las proclamas o no se hayan desplegado en el campo las “divisiones del bien”.

No es que en estos treinta años se hayan escatimado palabras de condena y de denuncia por todo lo que ocurrió. Han quedado, eso sí, las imágenes de calles y edificios destrozados.

Las cadenas de televisión custodian con celo en sus archivos los estragos, también visuales, de aquel lejanísimo 19 de julio de 1992, que emiten de forma cíclica, si bien con fines diversos.

Un país que se mantiene a flote sobre un mar de sangre no resuelto esta destinado a un futuro poco halagüeño

Y tampoco se puede decir que el poder judicial no haya intentado seguir su curso.
Pero son los lapsos los que lo desbaratan todo, dado que aún hoy hay procesos abiertos, abiertísimos. Quizás se debería decir: demasiado “abiertos”, por lo tanto, demasiado irresolutos, considerando que han transcurrido ya estos fatídicos 28 años.

La cuestión es que la retórica, en todo caso, podía resultar útil para recorrer el primer tramo del camino. Después deberían haber entrado en juego las opciones políticas y de rigor, las voluntades radicales, la conciencia de la necesidad de pasar página para siempre. Es decir, debería haber entrado en juego la certeza de que un país que se mantiene a flote sobre un mar de sangre no resuelto, estará siempre destinado a un futuro poco halagüeño.

Pero, ¿qué se puede hacer? ¿Qué se podía hacer?

Teniendo en cuenta que ya hasta las piedras han entendido que Paolo Borsellino firmó su sentencia de muerte cuando, frente a la negociación que ya estaba en marcha entre el Estado y la mafia, pronunció su “No estoy de acuerdo”.

Paolo Borsellino se convirtió en un inconsciente estorbo institucional.Con su imagen inmaculada, su categoría judicial, su conocimiento en el terreno de la investigación, se corría el riesgo de que destapara incluso el caldero hirviendo que acababa de desbordarse con la matanza de Capaci.

Él partía del mismo punto que Giovanni Falcone, y de la investigación del porqué de su sacrificio.

En estos veintiocho años hemos asistido a mortíferos vertidos de cemento sobre la verdad

Dos Chernóbil separados por tan sólo 57 días. Dos Chernóbil a favor de la legalidad y el respeto a la ley, del derecho de todos a la convivencia pacífica. Justamente lo opuesto a la guerra con derramamiento de sangre.

De este modo, en estos veintiocho años, hemos asistido a mortíferos vertidos de cemento sobre la verdad. Así se explica la asfixiante situación de hoy.

Todos han comprendido lo que ocurrió en la via d’Amelio. Y por qué no ha salido a la luz nunca la verdad: todavía hay por ahí demasiadas personas vivas que ocupaban en aquel momento puestos importantes y de mando.

No es casualidad que los periódicos italianos no dediquen ni una sola palabra a las sesiones que se suceden en Palermo en el proceso de apelación a la negociación Estado-mafia y cuya sentencia llegará muy pronto. Cuanto menos se hable, mejor.

Por eso decimos que no se hará justicia a Borsellino. De lo contrario, los periódicos y las televisiones harían el trabajo que les corresponde. Es todo de una claridad asombrosa.

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© Saverio Lodato | Publicado en Antimafiaduemila | 10 Julio 2020 | Traducción del italiano: Rocío Moriones Alonso

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