La nave de los locos
Saverio Lodato
Se dirá:
Que está naciendo un gobierno para evitar que los italianos vuelvan anticipadamente a las urnas (y es cierto).
Que está naciendo un gobierno para evitar que Italia acabe en manos de una derecha soberanista cuyo líder, Matteo Salvini, ya ha pedido, con todo descaro, “plenos poderes” y que ahora amenaza con que “pronto recuperaremos el país” (y es cierto).
Que está naciendo un gobierno para evitar una deriva que a largo plazo podría sucumbir a tentaciones liberticidas. Ahí, el Congreso y el Senado se habrían convertido, sin duda, en “un vivac para mis manípulos”, para decirlo con Mussolini (y es cierto).
Que está naciendo un gobierno – aunque esto sea solo una cuestión estética – bajo el que cualquier patrulla municipal podrá impedir que un Payaso se pueda poner el uniforme de la Policía estatal sin que nadie le diga nada al respecto, tal y como aún sucede (y esto es totalmente verdad).
Se dirá.
Menos mal que el Movimiento 5 Estrellas y el Partido Democrático (PD) han llegado a un acuerdo.
Menos mal que han “traicionado” las recíprocas y manifiestas idiosincrasias y se han tragado el sapo, representado por el otro, que hasta hace apenas un momento era el enemigo.
Menos mal que el PD, derrotado contundentemente en media docena de elecciones, ha vuelto, como por arte de magia, al centro de mando.
Lo que está sucediendo pertenece a una dimensión casi fantástica, va contra toda lógica
Menos mal que al Movimiento 5 Estrellas, que se había tragado despreocupadamente las muchas y muy rancias albóndigas envenenadas de Salvini, le ha dado un arrebato de dignidad y orgullo.
En Italia, donde los más clamorosos errores políticos duran “veintenas” (el fascismo, el andreottismo, el berlusconismo…), hace falta mucha “imaginación al poder” (según nos enseñó el Mayo del 68 francés) para evitar que los errores acaben en tragedia. Lo que está sucediendo en este momento pertenece a una dimensión casi fantástica. Va contra toda lógica, contra toda coherencia, contra toda estrategia, contra todos los escenarios políticos conocidos.
Que quede claro: aquí no se está revelando nada que los italianos no sepan, independientemente de cómo se sientan.
A muchos les parece bien que las cosas vayan como van (yo entre ellos).
A otros, por el contrario, les parece fatal (¡paciencia!).
Pero ni uno solo de los sesenta millones de italianos puede decir sinceramente que no sabe o no comprende por qué está naciendo este gobierno. O que no sabe quién decidió, en pleno puente de agosto, dar comienzo a la crisis.
Honor a aquellos que se han retirado al comprender que era mejor hacer mutis por el foro
Este gobierno es un dique, una presa; pero no porque las leyes italianas prohíban que la derecha forme gobierno (como deja entrever el profesor Ernesto Galli della Loggia), sino porque no se puede permitir que un personaje como Salvini tenga en jaque a un país entero con el chantaje emocional de un par de miles de indigentes que pretenden arribar vivos a nuestras costas.
Ni el mismísimo Silvio Berlusconi, con el dúo Salvini-Meloni, quiere tener nada que ver con el tema.
Finalmente, debe reconocerse que los protagonistas de la crisis han entrado en la comedia de una forma y han salido de otra.
Honor a Giuseppe Conte, que se ha mantenido en sus trece a pesar de la perfidia y la vulgaridad de ciertos comentaristas empeñados llevarle la contraria.
Honor a Beppe Grillo, que con un par de zarpazos de león viejo y despeluchado ha metido en cintura a una tropa desorientada e indecisa que no sabía por dónde tirar.
Honor a Nicola Zingaretti, que al principio no quería este gobierno y sin embargo después ha demostrado una enorme capacidad de escucha y ha ayudado a levantarlo casi con sus propias manos.
Honor a Davide Casaleggio, que al conseguir que todo el mundo pasara bajo las horcas caudinas representadas por la plataforma Rousseau, ha clavado, según su punto de vista, un puntal antisistema simbólico en la estructura, a menudo inestable, del viejo teatrillo de la política.
La “nave de los locos” debe presentarse inmediatamente ante el electorado con una pesca milagrosa
Honor a Luigi Di Maio, llamado a dar dos o tres pasos, ya fuesen hacia atrás o hacia un lado, pero que finalmente ha conseguido defender con uñas y dientes su visibilidad.
Honor también, y aquí sería una crueldad citar nombres, a todos aquellos que se han retirado al comprender que era mejor hacer mutis por el foro y que a estas alturas los italianos apreciaban mucho su ausencia.
Así, a no ser que haya zancadillas y trucos de última hora, pronto zarpará la “nave de los locos”. Y lo hará bajo la atenta mirada del jefe del Estado, Sergio Mattarella, que preside personalmente el embarque.
La “nave de los locos”, que llegará dentro de poco a mar abierto, debe presentarse inmediatamente ante el electorado con una pesca milagrosa.
De lo contrario se irá a pique llevándose consigo a su variopinta tripulación de audaces lobos de mar. Y esta vez el jefe del Estado no podría hacer otra cosa que certificarlo.
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© Saverio Lodato | Publicado en Antimafiaduemila | 4 Septiembre 2019 | Traducción del italiano: Jacinto Pariente
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