La negociación
Saverio Lodato
Pedimos disculpas a nuestros lectores por el retraso en la redacción de estas breves notas sobre la sentencia de Palermo. Han sido días tumultuosos. Y era necesario escuchar el punto de vista de los demás, antes de añadir demasiadas opiniones sobre un tema tan discutido y diseccionado que resulta, al final, y casi paradójicamente, un indescifrable Babel. Empecemos con lo que en las encíclicas papales de antaño se definía como ‘los puntos’.
La negociación entre el Estado y la Mafia existió, pero no era y no es un crimen. Dicho entre paréntesis, es un crimen que no aparece en el código penal. Y se tuvo que encontrar otro, que se le parecía, para ir a juicio.
Los tres exoficiales de los Carabinieri, Antonio Subranni, Mario Mori, Giuseppe De Donno, que llevaron a cabo la negociación, tenían por cierto buenas intenciones: evitar otras masacres, otro derramamiento de sangre. Ningún dolo entonces, ningún fin ilegítimo. Marcello Dell’Utri fue totalmente ajeno a esos intentos de negociación. En definitiva, todos han sido absueltos. Y el tribunal también ha hecho un pequeño guiño a Leoluca Bagarella, rebajando la pena en un año.
Fuerte bofetada, en cambio, a Antonio Cinà, el mafioso cartero del papello (la lista con exigencias escritas por la Mafia dirigida al Estado) que constituía el acta notarial de esa negociación.
¿Primero todos condenados y luego todos absueltos?
La opinión pública está desconcertada: ¿primero todos condenados y luego todos absueltos?
Alguien se ha escandalizado por esta diversidad de tratamiento, pero será necesario esperar las motivaciones de la sentencia, para entender por qué el Tribunal de apelación, presidido por el juez Angelo Pellino, cometió una aparente similar metedura de pata —después de haber absuelto todas las fuerzas policiales, y de haber condenado, como es habitual, a los notorios mafiosos— que fatalmente lo habría comprometido ridiculizándolo, en una situación que, en cambio, es muy seria y no tiene gracia.
Otro punto tiene que ver con la opinión pública que ha parecido desconcertada. A la alegría jubilosa de los comentaristas, abonados al “club del garantismo”, se opone como contrapeso, de hecho, la pregunta consternada y recurrente del ciudadano común: “¿Pero cómo? ¿Primero todos condenados y luego todos absueltos?” No es fácil contestar a una semejante pregunta. Y, de hecho, mucha gente relaciona tanto la primera sentencia de condena como esta de absolución con el momento difícil del poder judicial italiano, después del escándalo Palamara.
Por cierto: sería muy interesante si los institutos de encuesta tuvieran tiempo para preguntar a los italianos si están de acuerdo con el resultado jubiloso propuesto por los periódicos importantes y televisiones influyentes. Pero os lo garantizo: encuesta no habrá, porque preguntas de ese tipo es mejor tragárselas.
En este punto, sólo la fantasía puede ayudarnos. Y lo haremos imaginando frases que los presidentes de los dos tribunales nunca han pronunciado. Y les pedimos disculpas a los dos, pero nos comprenderán. Si el juicio sobre la negociación fuera una obra de teatro, haríamos a los dos jueces decir las frases siguientes.
Los procesos de los años 60 y 70 concluían con absoluciones por insuficiencia de pruebas
Alfredo Montalto, presidente de la Corte d’Assise (Tribunal Superior de lo penal): “Es nuestro derecho y deber recordar”. Es él que ha condenado.
Angelo Pellino, presidente de la Corte d’Assise d’Appello (que juzga los crímenes en apelación) “Es nuestro derecho y deber olvidar”. Es él que ha absuelto.
La diferencia está toda aquí.
Pasaron más de cien años antes de que la palabra Mafia entrara de pleno derecho en los debates parlamentarios y en los diccionarios de la lengua italiana.
Los primeros grandes procesos por mafia de los años 60 y 70 concluían regularmente con absoluciones por insuficiencia de pruebas. Y los que dictaron esas sentencias fueron la flor y nata de los magistrados de entonces.
Otra cosa es que si Giovanni Falcone y Paolo Borsellino nunca hubieran venido al mundo, antes de dejarlo temprano, quizás hoy Cosa Nostra figuraría en las guías telefónicas. Como ocurría con la Yakuza, en Japón, considerada un mal por la policía del País del Sol Naciente, pero un mal necesario, al que recurrir para evitar malos peores. Y nos lo contó Tiziano Terzani en páginas impagables.
En resumen: ¿qué nos enseña, entonces, esta historia de los procesos sobre la negociación Estado-Mafia? Que, ahora, la palabra negociación puede, por lo menos hasta sentencias contrarias, ser incluida en las guías telefónicas de la República Italiana.
Y quien quiera, puede llamar por teléfono.
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© Saverio Lodato | Publicado en Antimafiaduemila | 26 Septiembre 2021 | Traducción del italiano: Paola Fasano
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