Opinión

Todos quieren a Draghi

Saverio Lodato
Saverio Lodato
· 5 minutos

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Palermo |  Abril  2020

Pongámonos en la piel del pobre Mario Draghi. Todos lo llaman, todos lo quieren; que si Draghi esto, que Draghi lo otro… Se está convirtiendo en un Fígaro de primera magnitud.

Adulado, exaltado, magnificado, elevado, loado, invocado, perseguido, enarbolado, disputado, deseado, demandado, tironeado, acariciado, alisado, venerado e idolatrado… Temo que me dejo unos cuantos adjetivos en el tintero.

Todo comenzó hará cosa de un mes, cuando Draghi, un presidente del Banco Central Europeo (BCE) nunca lo suficientemente llorado en opinión de los italianos, dio una entrevista en la que afirmaba que para frenar al monstruoso coronavirus era posible tomar medidas igualmente monstruosas (no fueron esas sus palabras textuales), como por ejemplo generar deuda, infringir normativas y parámetros o, en resumen, derribar el maldito becerro de oro adorado hasta hoy por una Europa de motor alemán.

Es cierto.

Aquel día, Mario Draghi dijo lo que tenía que decir y se retiró ordenadamente

La entrevista fue intensa, tanto en la forma como en el contenido. Inesperada, impensable para el común de los mortales. Pero hay que añadir que también puso el dedo en la llaga. Fue una muestra de sentido común y sobre todo de apoyo a Italia, el país europeo que primero y de forma más perniciosa ha sufrido los efectos de la pandemia.

Bien. Aquel día, Mario Draghi dijo lo que tenía que decir y se retiró ordenadamente. En términos mediáticos, se entiende.

Y como observábamos en esta misma columna el 7 de abril de 2020, “el buen Draghi, ojalá hubiera más como él en la política italiana, no ha dicho más. No se ha postulado para primer ministro, no ha planteado la idea de formar un nuevo partido, ni de querer volver a la política. En definitiva, no ha dado la impresión de comportarse como un elefante en una cacharrería”.

¿Ha cambiado algo en estos últimos quince días? Al parecer no. El silencio de Draghi continúa. Excepto por el hecho de que todos lo llaman, todos lo quieren.

Vuelvo al tema después de haber leído los comentarios de Antonio Padellaro, que manifestaba su estupefacción, cómo no coincidir con él, ante las siguientes palabras de Fernando Casini: “Conte será expulsado, entre guadañas y horcas, y sustituido por un gobierno de unidad nacional con Draghi a la cabeza”.

Es cierto. No esperaba uno semejante predicción, ni tan belicosa (las horcas, y por consiguiente el patíbulo, ¿quizá en Piazzale Loreto?) de alguien como Casini. Pero en su descargo hay que decir no es más que el último.

Ya lo dijo Churchill, que algo sabía de guerras: “Un general es mejor que dos”

Que tire la primera piedra aquel que no haya aparecido en televisión nombrando a Draghi hasta la saciedad. Y no me refiero a los políticos, desde Matteo Salvini a Matteo Renzi, que a al fin y al cabo son furibunda parte interesada en el asunto. Sino más bien a todos esos comentaristas que han acuñado para sus invitados en el estudio la pregunta estándar: “¿Cómo vería usted un gobierno encabezado por Draghi?”. Y a los que sueltan espontáneamente la muletilla de “Esto no pasaría con Draghi…”

La lista es larga y variada: de Marco Damilano a Massimo Giannini y Alessandro De Angelis; de Giovanni Floris a Enrico Mentana, etc, etc. Sondeando poco a poco, siempre a nombre de Fígaro.

Decir que de momento tenemos un gobierno que cuenta con el apoyo de la gran mayoría de los italianos, y que dicho gobierno se encuentra en una situación harto complicada parece un esfuerzo inútil. Recordar que desde que el mundo es mundo este tipo de cosas las decide el jefe del Estado, Sergio Mattarella, es igualmente inútil. Señalar que el mismo Draghi no ha manifestado, que se sepa, interés alguno por las “gestiones” realizadas en su nombre sería pecar de puntillosos.

Recordemos las palabras de Churchill, que algo sabía de hombres y guerras: “No se trata de preguntarse si este general es mejor o peor que aquel, sino de afirmar el hecho de que un general es mejor que dos”. Punto. No se va a la guerra discutiendo las bondades de este o aquel general. Una vez nombrado, un general es más que suficiente.

Para completar el mensaje volvamos a Churchill: “Cambiar de general durante una campaña es asestarse uno mismo un golpe fatal”.

¿Se entiende ya quién quiere asestarle “el golpe fatal” a Giuseppe Conti y a su gobierno y sobre todo por qué? Dado que todos hacen preguntas y no cometen errores, también a mí me gustaría tener una respuesta.
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[Nota del Traductor: Piazzale Loreto en Milán es el lugar donde los cadáveres de Mussolini, Petacci y varios otros fueron expuestos después de ser fusilados]
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© Saverio Lodato | Publicado en Antimafiaduemila | 22 Abril 2020 | Traducción del italiano: Jacinto Pariente

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