¿Otra crisis del pan?
Nuria Tesón
Poco hay que los modernos egipcios no hayan heredado de sus ancestros, y el pan forma parte de su cultura y de su dieta desde tiempos faraónicos. Pero el pan al que los egipcios llaman aísh, que significa vida, es eso precisamente, la vida para muchos de ellos. En este país árabe de 80 millones de habitantes, más del 20% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza, con menos de un dólar al día (el 40% lo hace con menos de dos dólares).
Esto supone que el pan es para un elevado número de egipcios la base de una dieta en la que no abunda la carne, cuyo precio ronda hoy las 75 libras egipcias (10 euros) el kilo, mientras el sueldo de un catedrático es de 1.000 libras (133 euros) al mes.
El pan —subvencionado por el Gobierno— es para muchos egipcios la base de una dieta escasa en carne
Con el objetivo de paliar esta situación, Egipto compra una media de ocho millones de toneladas de trigo anualmente para producir pan subsidiado. Al menos de dos a tres millones los adquiere en el mercado nacional, mientras que entre cinco y seis millones más son importados del extranjero, según el Ministerio de Comercio e Industria egipcio. Por eso muchos ciudadanos se echaron a temblar cuando el pasado agosto Rusia, uno de los principales abastecedores de trigo de Egipto, el primer importador mundial de grano, anunció el aplazamiento de las exportaciones y el precio internacional del cereal se disparó de 170 a 350 dólares la tonelada.
Tal vez ninguna formación política logre que estalle una revolución en el país del Nilo que derroque al rais Hosni Mubarak, en su trono desde hace casi 30 años, pero una subida del pan subvencionado sí podría. A muchos se les ha pasado por la cabeza la crisis del pan de 2008.
El precio de la hogaza de pan ha subido más de un 17% el último año, debido al alza internacional del trigo
Ese año, al menos 50 personas perdieron la vida en las aglomeraciones que se producían en las colas cuando las panaderías que venden pan subvencionado abrían sus puertas. El Gobierno se apresuró a incrementar los fondos para subvencionar el pan. El actual precio del aísh baladí (hogaza) es de cinco piastras (0,30 euros), pero su precio ha aumentado un 17,2% en el último año. Así que esta vez el Ministerio de Solidaridad Social ha anunciado una inyección de 3.000 millones de libras (unos 384 millones de euros) para poder mantenerlo.
Los egipcios, sin embargo, se revuelven. No ha llegado la sangre al Nilo, pero las protestas durante el pasado mes de septiembre se sucedieron contra los altos precios que ahogan a las familias. En 2008, la inflación superó en tres meses el 25%. Este mes de octubre, la inflación alcanzaba el 11,7%, y el precio de los tomates se disparaba de 2,5 libras el kilo (0,33 euros) a 15 (2 euros). Lo mismo ocurría con otros productos básicos. Un reciente informe del Ministerio de Desarrollo Económico refleja que en el último año los precios de la carne y aves de corral han aumentado un 28,6%; los de los productos lácteos, un 10,1%; los de la fruta, un 11,2%, y los del azúcar, un 12,1%.
El bolsillo y el estómago egipcio se resienten. No queda mucho que meter en la torta de pan.