Trump y el Golfo
Sultan Al-Qassemi
Sharjah | Febrero 2016
Por muy desagradable que pueda parecerles a muchos, es cada vez más probable que Donald Trump sea el candidato del Partido Republicano a la presidencia. Tampoco es ya una posibilidad remota que Trump se convierta en el 45º presidente de Estados Unidos el próximo enero. ¿Qué podría significar una presidencia de Trump para los petrolíferos estados árabes del Golfo?
Trump predijo que Arabia Saudí “va a meterse en líos muy pronto y va a necesitar ayuda…”
Los líderes de las capitales del Golfo, como en cualquier parte del mundo, están siguiendo atentamente las primarias a la presidencia en EEUU. Después de todo, estos seis estados dependen en gran medida de Estados Unidos para su protección y tienen un gran interés en mantener sus lazos con Washington. El pasado mayo, el presidente Barack Obama, con quien no todo el país está de acuerdo, aseguró en una visita de los líderes del Golfo a Estados Unidos el compromiso “férreo” con su seguridad, una promesa que les gustaría que se mantenga bajo el próximo ocupante de la Casa Blanca.
Los comentarios de Trump sobre los países del Golfo no han sido ni de lejos tranquilizadores. En las extensas referencias a Arabia Saudí, Trump señaló en agosto de 2015 que él no era “un gran admirador” del país y que Estados Unidos ha pagado demasiado caro “respaldarles”. Trump predijo que Arabia Saudí “va a meterse en líos muy pronto y va a necesitar ayuda…”. “No vamos a obtener nada de ello y (el país) se saca mil millones de dólares al día”.
Reaccionando al controvertido llamamiento de Trump el pasado diciembre a expulsar a los musulmanes de todo Estados Unidos, los líderes del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) emitieron un comunicado expresando su “profunda preocupación por el aumento de la hostilidad, el racismo y la retórica inhumana contra los refugiados en general y los musulmanes en particular”. Varios empresarios del Golfo, incluido el príncipe saudí Al Waleed bin Talal y un promotor inmobiliario de Dubai, Khalaf al Habtoor, criticaron recientemente en público a Trump y advirtieron de que una presidencia suya llevaría al CCG a retirar sus inversiones de Estados Unidos.
Trump criticó el acuerdo nuclear con Irán como “horrible, ridículo e incompetente»
A pesar de su alerta, puede haber algunos puntos en común entre las posiciones de los estados del Golfo y Trump sobre Irán. A pesar de que públicamente le dé la bienvenida, el CCG, salvo por Omán, tiene serias reservas sobre el acuerdo nuclear del vecino Irán que fue negociado sin contar con su beneplácito. Para los líderes del Golfo, las negociaciones nucleares fueron una oportunidad perdida de obligar a Irán a comprometerse a dejar de interferir en los asuntos de los estados árabes.
En ese sentido, Trump y los líderes del CCG pueden encontrar un punto de acuerdo. En una entrevista de radio el pasado septiembre, Trump criticó el acuerdo nuclear con Irán como “horrible y ridículo”, diciendo: “Es uno de los acuerdos más incompetentes que jamás he visto”. “Creo que nunca en mi vida he visto un acuerdo unilateral”, agregó.
En la misma entrevista, Trump se refirió a la reunión de Qassem Soleimani, el comandante de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica (CIGR) -y quizás, el archienemigo número uno del CCG-, con el presidente ruso Vladimir Putin como “nada bueno para nosotros”. “Lo que demuestra es “una ausencia total de respeto (hacia Estados Unidos)”, aseguró. Sin embargo, el Trump en campaña puede diferenciar significativamente del Trump presidente. A pesar de las críticas de Trump al acuerdo nuclear de Irán, no sería demasiado incoherente para él cambiar su postura si Putin, con el cual dijo que “se llevaría probablemente bien… muy bien”, puede demostrar las ventajas del acuerdo.
Trump ha cambiado su tono sobre Arabia Saudí varias veces. En un discurso el pasado junio, dijo: “Me encantan los saudíes… cada vez que tienen problemas, nosotros enviamos barcos”. Trump continuó: “Sin nosotros, Arabia Saudí no es nadie. Están perdidos”. La actitud caprichosa de Trump es una de las razones por las que los estados del Golfo pueden preferir a alguien más predecible, a Hillary Clinton por ejemplo, a la que ya han conocido y con la que han trabajado durante años.
Otra preocupación del CCG es la total ausencia incluso de conocimientos básicos que tiene Trump sobre los actores regionales. La franqueza de Trump salió a relucir cuando le admitió a Hugh Hewitt que sabe muy poco sobre el líder de Hizbulá, Hasan Nasrallah, o de Al Qaeda, Ayman al Zawahiri, o de Yabhat al Nusra, Abu Mohamed al Golani, o de Daesh, Abu Bakr al Bagdadi. La razón, sostuvo, fue: “Creo que en el momento en el que yo llegue a la presidencia, todo ellos habrán sido relevados”, a pesar de que muchos de ellos lleven ya unas cuantas décadas.
“Egipto es un desastre total. Deberíamos haber apoyado a Mubarak en lugar de echarle como un perro”
La postura de Trump sobre Siria tampoco le queda muy clara al CCG. El pasado octubre, Trump pidió a los países del Golfo “coger un gran trozo del terreno en Siria” y “establecer una zona de seguridad”. En febrero, Trump cambió su postura sobre el tema, diciendo: “Dispondré una zona segura (en Siria). Haré que los países del Golfo paguen por ello”. La posición de Trump sobre Egipto, otro gran tema político regional, ha estado más constante y muy en línea con la del Golfo. Incluso en 2011, la postura de Trump sobre Egipto, que “se está convirtiendo en una cama caliente del islam radical”, no era muy diferente a la de algunas capitales del Golfo. En 2012, Trump tuiteó: “Egipto es un desastre total. Deberíamos haber apoyado a Mubarak en lugar de echarle como un perro”.
El llamamiento de Trump a la vigilancia de las mezquitas en Estados Unidos y a la prohibición de entrada de los musulmanes se encontró más con la intriga que con la sorpresa en el seno del Golfo. Mientras los gobiernos del Golfo lidian con una creciente ola de extremismo y de ataques de sus militantes, la perspectiva de que “la mayor democracia del mundo” prohíba una religión significa que sus propios pasos “antiterroristas” ya no pueden ser criticados.
Una presidencia de Trump negaría a Estados Unidos la supuesta posición moral desde la que predica a otros países. Después de todo, sería irónico para una nación cuyo líder está pidiendo públicamente la prohibición de la inmigración de los seguidores de una determinada religión, a reprochar a otros países su historial de derechos humanos. Los seis estados del CCG han tomado recientemente una serie de polémicas medidas para aumentar su propia seguridad interior. Para ellos, encontrar un oído comprensivo de sus acciones y posiciones en Washington el 20 de enero de 2017, no sería un cambio no deseado.
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