Feliz Día de la Mujer
Haifa Zangana
Por primera vez desde la invasión y la ocupación de Iraq en 2003, la mujer iraquí, la joven de hoy, celebra el Día de la Mujer de una forma que nos recuerda la manera a la que lo celebraban sus abuelas. La mujer ha vuelto por fin para participar en la creación de la vida nacional después de una ausencia que algunos quisieron perpetuar.
“Salgo a tomar mis derechos” y “Quiero una patria” son dos eslóganes que han sostenido este año las mujeres, junto con sus hermanos hombres, en una lucha por recuperar el espacio público, reivindicando su derecho natural a ocupar las plazas y las calles de su país a cuya construcción y desarrollo contribuyeron sus madres y sus abuelas desde los años veinte del siglo pasado y a lo largo de los años del Estado Moderno.
La mujer también contribuye hoy, desde que arrancó el movimiento de Octubre de 2019, a liberar su patria de la ocupación estadounidense e iraní, ya se presente bajo el disfraz de la democracia, ya bajo el de la religión. Y no está sola, porque su presencia y su capacidad de construcción se determina, tanto hoy como en el pasado, mediante su lucha y el desarrollo de sus propias competencias junto con los hombres.
Entre los pioneros que pusieron sobre la mesa la situación de la mujer hubo un hombre, el poeta Jamil Sidqi al-Zahawi, especialmente en su artículo “Defensa de la mujer”, publicado en agosto de 1910. También trató el tema en sus poemas, cuando criticó el subdesarrollo social en nombre de la religión, llamando las mujeres a luchar para arrancar su derecho a la libertad y no hacer caso a los cuervos que graznan. Al-Zahawi dijo: “Tira la cáscara de la región y solo toma lo esencial / Asociaron el hiyab al Libro, ojalá leyeran el Libro”.
«Se emancipan, se desnudan, se mezclan con los hombres, se convierten en escoria entregada a la fornicación…»
No es de extrañar que después de más de cien años, la hija de Iraq responda al llamamiento de liberación —»Quería una casa, pero de estrecha que es parece una tumba»— para seguir su revolución contra los políticos, unidos estos en una amalgama que los pueblos colonizados siempre han sufrido: estar al servicio del ocupante y de la corrupción y utilizar la religión para aumentar la ignorancia para así impedir a la mujer participar junto con su hermano hombre en un levantamiento para exigir la libertad, la dignidad y la independencia.
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Las mujeres salieron a desafiar a todos los que las inculpan mediante acusaciones prefabricadas y desgastadas. Como hizo Muqtada al-Sadr, el venerable ‘jeque’, hace poco, cuando consideró que las mujeres en su activismo “se emancipan, se desnudan, se mezclan con los hombres, se convierten en escoria entregada al libertinaje y la fornicación, peor aún: a la infidelidad contra Dios, la transgresión de la esencia divina y el abandono de los fundamentos religiosos y de las religiones monoteístas, a la transgresión contra los profetas, los mensajeros y los infalibles”. Todo esto después de que las chicas estudiaran, se graduaran y destacaran en una era en la que se necesita la capacidad de todos de trabajar juntos, sin discriminación, para el desarrollo y la construcción del futuro en todos los niveles de la ciencia, la tecnología y la cultura.
Las jóvenes salieron llevando la bandera iraquí, que une a todos los iraquíes, para celebrar la unión de la patria contra el sectarismo, la estafa y la falsedad en nombre de la “democracia”, la política basada en el fraude electoral y el robo de los votos, contra el hecho de que la mujer se convierta en una silla sobre la cual se sientan los demás en el Parlamento. Denunciaron que se atente contra la dignidad de las mujeres cada vez que se dirigen a una institución gubernamental y que las arresten, las torturen, las acusen de prostituirse y las amenacen con violarlas en cuanto decidan alzar la voz para protestar. También contra el hecho de que la solución oficial para el millón de viudas que necesitan ayuda sea darle al hombre una subvención para tomar una segunda esposa… en lugar de empoderar a las mujeres y proporcionarles ayudas sociales y oportunidades para trabajar, cuando su país forma parte del mundo rico.
Celebremos con todas las mujeres de todas partes del mundo, compartamos con el mundo un día de felicidad que tanto necesitamos, dicen las mujeres en los países árabes. No es por alienación o abandono de la religión y del patrimonio social sino más bien por un deseo de que las mujeres en los países árabes estén al mismo nivel de modernización que todas las mujeres, estén donde estén, mientras crean en la justicia, la igualdad y la dignidad humana.
Las mujeres de los países árabes necesitan no perder lo que sus madres y abuelas consiguieron en generaciones
Las mujeres de los países árabes, desde Palestina hasta Yemen, Iraq, Siria, pasando por Túnez, Líbano y hasta el final de la lista, dentro de su lucha, ya sea por la supervivencia, ya sea por obtener algo más de lo básico, necesitan tener oportunidad de retomar su aliento y recargar su energía gastada en la vida cotidiana, en su conflicto con el pasado, en las guerras impuestas y en su lucha contra la ocupación en todas sus formas, y a veces para no perder lo que sus madres y abuelas consiguieron en generaciones. Esas mujeres merecen que se las honre y se las tome como ejemplo por continuar viviendo y luchando en una zona controlada por el 40% de las guerras que existen en el mundo hoy en día.
Celebremos la resistencia de la mujer palestina que nos da esperanza a todas nosotras, estemos donde estemos. Ella es la mujer árabe, la mujer de todas las luchas reunidas. En su presencia y resistencia, aun siendo cautiva, en su permanencia en su tierra natal, lleva la energía de la vida en sus venas. Con ella no necesitamos mencionar pertenencia, identidad ni dirección, ella es el origen, es la donante de la vida.
Celebremos, dicen la cautiva y la presa política, desafiando la ocupación o las autoridades opresoras locales, o ambas. Las dos quieren silenciar sus voces y enterrar sus opiniones, marginando o negando su existencia, convirtiéndolas en una máquina muda que solo responde a lo que le piden, sin voz, sin presencia.
Bastaron unos minutos para que la galería de la cárcel de mujeres estallase en una gran fiesta
“¿Hoy no es fiesta?” se preguntaba la militante tunecina Awatif Mezghani, cuando estaba en la cárcel, una cárcel que el régimen del presidente Ben Ali convirtió en lugar de residencia de cualquiera que se oponía al sistema opresor. Nos cuenta Awatif en un texto —publicado en la obra colectiva Cuadernos de sal. Escritos de tunecinas sobre la experiencia de la prisión política— cómo decidió, después de secarse las lágrimas con el dorso de la mano, recuperar su voz y su firmeza y celebrar esa fiesta importante junto con las demás presas. Decidió hacerlo para que no pasara ese día importante y la dejara sumergida en sus penas sin que hubiera participado en él. Ella quería que las demás compartiesen con sus hijos y sus familias la alegría de ese día, aunque fuese para un rato. Y así fue: bastaron unos minutos para que la galería de la cárcel estallase en una gran fiesta.
Que este día sea un homenaje a todas las mujeres que fueron obligadas a abandonar sus casas, por la ocupación, los bombardeos o por la violencia de las milicias. En Siria, Yemen, Iraq y antes en Palestina. Abandonaron su país por la fuerza sin saber lo que les reservaban los próximos días a ellas y a sus familias. Se convirtieron, de un día a otro, en refugiadas. A veces les proporcionaban tiendas y otras veces las convertían a ellas mismas en mercancía. Para escapar del peligro en sus países de origen, se enfrentaron al peligro en lugares no menos crueles, sin derecho, desterradas y luchando diariamente para preservar su humanidad.
“Feliz día para ti y para la patria”. Esto es lo que escuché de las militantes palestinas en ese día, una referencia para advertir a la nueva generación de rebeldes iraquíes a preservar su país. Es así como las mujeres del mundo árabe se desean feliz Día de la Mujer. Es un estilo único entre las mujeres del mundo que, habitualmente, solo se desean un feliz día. Resumen de esta forma la cohesión entre los deseos personales y los deseos generales, porque el significado de la existencia está ligado a la existencia de la nación.
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© Haifa Zangana | Primero publicado en Al Quds al Arabi · 9 Marzo 2020 | Traducción del árabe: Narimene Mouaci
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