Crítica

Balcanes, matrícula local

Alejandro Luque
Alejandro Luque
· 5 minutos

Miguel Roan
Balcanismos

Género: Ensayo
Editorial: Báltica
Páginas:  152
ISBN: 978-84-9472-279-0
Precio: 13,90 €
Año: 2020
Idioma original: español

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Vaya por delante que estoy a favor de los estereotipos. Quizá porque vengo de una tierra, Andalucía, que los ha producido a mansalva, de modo que en lugar de irritarme tontamente con ellos trato de sacarles algún provecho: los que encierran alguna verdad me dan pistas útiles sobre algunos lugares, los falsos de toda falsedad me hacen reír. Lo importante es no tomárselos nunca al pie de la letra.

Pero eso, tomárselos al pie de la letra, es lo que solemos hacer los seres humanos, dando al estereotipo una autoridad que no es sino un cubo de aceite volcado en el piso: una invitación a resbalar a las primeras de cambio. Y le sucede incluso a los más grandes. Miren, por ejemplo, lo que me encontré hace un tiempo en unas páginas del periodista italiano Paolo Rumiz, en un pasaje sobre los Balcanes:

Nadie teme a los balcánicos como los mismos balcánicos. Escribe el rumano Emil Cioran: en nosotros está ‘el gusto por la devastación, el desorden interno, un universo similar a un burdel en llamas’. Sin contar ‘esa perspectiva sardónica sobre los cataclismos sobrevenidos o inminentes, esa aspereza, esa ociosidad de insomne o de asesino…’ Y Danilo Kis entrevé en el pueblo profundo un núcleo minoritario —pero devastador e inextirpable— de agresividad. Escribió: ‘Es verdad, somos primitivos, pero ellos son salvajes; si nosotros nos emborrachamos, ellos están alcoholizados; si nosotros matamos, ellos cortan cabezas.’

No parece el mejor cartel, desde luego, para una campaña de turismo. “Gusto por la devastación”, “Ociosidad de insomne o de asesino”, “Salvajes”, “cortan cabezas…”. Y aquí sí conviene hacer sonar la alarma anti-estereotipo, porque si hasta un viajero tan acreditado como Rumiz se ha dejado engatusar por él, es porque la cosa es seria. Confieso que la primera vez que puse los pies en suelo balcánico yo también había leído cosas parecidas, lo que me producía cierta aprensión.

Roán viene a remediar esta sensación. Y no hablo tanto de su Maratón balcánico –que también– como de este Balcanismos que en pocas páginas se antoja un inmejorable limpiacristales para adentrarnos en la zona con las gafas limpias.

Dejemos a un lado el etnicismo, usemos las gafas de cerca, porque hay exotismos que matan

Para quien no lo conozca aún, diré que Roán pertenece a una nueva generación de periodistas españoles (y escritores y traductores y consultores, pues son tiempos de hacer de todo) que se han tomado la molestia de conocer a fondo los Balcanes, empezando por aprender la lengua y siguiendo por gastar muchas botas: Roán, Marc Casals —que acaba de publicar un espléndido libro sobre Bosnia— o Miguel F. Fernández son algunos de estos divulgadores que llevan tiempo acercándonos a esa realidad tan vecina y a la vez envuelta en misterio.

“Los Balcanes son un reflejo universal, pero con matrícula local”, empieza diciendo el autor de Balcanismos, y ese es un buen punto de partida para adentrarse en estas páginas: dejemos a un lado el exotismo y el etnicismo, usemos las gafas de cerca. Porque hay exotismos (y vale también, a menudo, para Oriente Medio) que matan: como dijo el esloveno Slavoj Zizek, el obstáculo para la paz de la antigua Yugoslavia no eran quizá tanto las “arcaicas pasiones étnicas, sino la mirada inocente de Europa”, fascinada por el espectáculo de esas pasiones”.

A partir de ahí, asistimos de la mano de Roán a un minucioso desmontaje de las etiquetas con las que suele marcarse a las gentes de esta región: periféricos, bárbaros, históricos en el sentido churchilliano de producir “más historia de la que son capaces de consumir”, puenteados según la tradición de Ivo Andric, olvidados, estigmatizados, nostálgicos o yugo-nostálgicos… Todo es analizado serena, clara y sucintamente, moviéndose muy bien entre la Historia y el presente, y demostrando que no hay como dudar de lo supuestamente conocido para arrojar luz sobre cualquier asunto. Después de una lectura como esta, por ejemplo, más de uno se lo pensará dos veces a la hora de llamar “balcanización” a cualquier aventura separatista. Y entenderá que los estereotipos más perniciosos son los que nos hurtan la complejidad de las cosas, los que mienten por la vía de la simplificación.

Como en el citado Maratón balcánico, Roán no duda en ilustrar el texto con experiencias propias, así como con citas muy a propósito, que hacen de Balcanismos uno de esos libros que se leen mejor lápiz en mano. Les copio mi favorita, atribuida al púgil Mate Parlov: “¿Cómo puedo ser nacionalista si soy campeón mundial? He conocido el mundo y no puedo ser más que un cosmopolita”.

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© Alejandro Luque | Especial para M’Sur.

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