Un admirable breviario
Alejandro Luque
Leonardo Sciascia
Una comedia siciliana
Género: Ensayo
Editorial: Gallo Nero
Páginas: 512
ISBN: 978-84-1652-924-7
Precio: 18 €
Año: 1975 (2010 en libro, 2016 en español)
Idioma original: italiano
Título original: Il fuoco del mare
Traducción: David Paradela
Hace poco, Hipólito G. Navarro me comentaba sus dudas acerca de que una recopilación de relatos dispersos pudiera equivaler a un libro unitario, redondo y homogéneo, y no se quedara en un simple hatillo de historias mal que bien cosidas. Para despejar la incógnita, le hablé de Una comedia siciliana, la última alegría que hemos recibido los lectores de Leonardo Sciascia gracias a la editorial italiana Adelphi (donde vio la luz con el título Il fuoco nel mare) y de Gallo Nero en España, donde han optado por un rubro más pirandelliano.
Se trata de una colección de textos dispersos que abarcan casi 30 años, desde 1949 a 1975. Es decir, desde los rescoldos de la II Guerra Mundial hasta los llamados Años de plomo. Unos son claramente recuerdos personales, otros lindan con el ensayo o con la viñeta periodística, hay también cuentos “puros” y hasta “apuntes” conscientemente incompletos.
La memoria es el denominador común de estas piezas, lúcida, escéptica, a ratos irónica
A Sciascia, que tiene novelas que son breves como relatos (¡aquella tan jocosamente titulada Una historia sencilla!) y relatos tan enjundiosos como novelas (imposible no recordar, por ejemplo, El antimonio), la cuestión de los géneros pareció siempre traerle sin cuidado. No así la de la memoria, sobre la cual, en uno de sus libros más comprometidos, se preguntaba si tenía un futuro. La memoria es el denominador común de estas piezas; memoria dotada de los mismos atributos que el escritor, lúcida, escéptica, a ratos irónica, amante del detalle, perspicaz, insobornablemente ética.
La memoria de Sciascia le permite, por ejemplo, examinar cómo la resistencia siciliana contra el nazismo, en muchos casos, no fue sino una maniobra de conveniencia. Guiñando a Brancati, satiriza al donjuán isleño, y cuestiona la integridad de ciertos sacerdotes. Refleja las durísimas condiciones en las que vivieron muchos sicilianos empleados en las terroríficas azufreras, y profetiza la doble explotación del individuo en una obra maestra como La paga del sábado. Por supuesto, también ejerce su memoria futura en una pieza de contexto mafioso como Una historia verdadera, que acaso cobra mayor sentido hoy que cuando fue escrita, hace más de cuarenta años…
Juega a fundir sus referentes librescos con la realidad, hace inútil distinguir los limites de la ficción
Guiado por sus lecturas de Alessandro Manzoni, entiende la Historia como una herramienta de conocimiento e indagación del presente, y como una muralla –no siempre suficiente, ¡ay!– contra la impunidad.
A veces, Sciascia recurre a referentes librescos, como el Maestro don Gesualdo de Giovanni Verga o el mítico Cola de Pez, y juega a fundirlos con la realidad, a integrarlos en ella hasta hacer imposible, o al menos inútil, la distinción de los límites con la ficción; otras, practica el juego inverso, convierte a sus vecinos en arquetipos literarios, como probaría en su memorable Las parroquias de Regalpetra. Una y otra vez, siempre, asoma el magisterio de Pirandello, su idea de que basta poner un marco a la vida para que ésta se convierta en teatro.
Lo más emocionante de Una comedia siciliana es tal vez comprobar de nuevo la extraordinaria ambición de aquel escritor nacido en un rincón perdido al Sur del Sur, aquel chico de pueblo que quiso ser Montaigne, que quiso ser Stendhal. La impresión final de este volumen, en conjunto, es que estos relatos inéditos en libro componen un breviario de todo el pensamiento sciasciano, una prueba definitiva de coherencia. El regalo -¿último?- de un maestro absoluto.
Debería bastar para disipar los temores de mi amigo Poli, si no fuera porque, desgraciadamente, no todo el mundo es Leonardo Sciascia.
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