El general golpista, camino del banquillo
Ilya U. Topper
«No sé si veré a Kenan Evren sentado en el banquillo, pero sí que un día iremos a su tumba para leerle en voz alta la sentencia que lo declara culpable”. Lo dice Fehim Isik, vicedirector de la Fundación de Cultura Kurda. Tenía 18 años el 12 de septiembre de 1980, el día en el que cuatro comandantes, encabezados por el general Evren, dieron un golpe de Estado, disolvieron el Parlamento e instauraron una Junta militar.
Isik recuerda que en Diyarbakir, la mayor ciudad del Kurdistán turco, “se promulgó un toque de queda y todos los hombres entre 18 y 35 años tuvimos que reunirnos en una plaza céntrica. Luego registraron las casas una por una. A dos mil nos encerraron en un cine, luego nos llevaron a los cuarteles y nos torturaron. Tras una semana quedé libre.” Salió de Diyarbakir pero volvió cinco años más tarde y pasó de nuevo a la comisaría. “Esta vez estuve 31 días, bajo una tortura terrible”, recuerda. Sumando otros pasos sucesivos por la cárcel cumplió un total de tres años entre rejas.
Su historia no es rara: en los tres años siguientes al golpe, 650.000 personas fueron arrestadas, 210.000 juzgadas, 50 ejecutadas, 300 asesinadas, a 388.000 se les retiró el pasaporte, a 14.000 la ciudadanía, 1,6 millones acabaron en listas negras… Entre condenas a muerte, disparos en “intentos de fuga”, consecuencias de las torturas, huelgas de hambre y la táctica de dejar morir a los prisioneros, los historiadores suman 1.635 víctimas.
Ahora, exactamente 30 años y un día después de que la radio difundiera la toma de poder de los generales, Isik espera en la puerta de un juzgado de Estambul. Tras la puerta vigilada, un abogado y la portavoz de un movimiento cívico están interponiendo denuncia contra Kenan Evren y otros siete militares: Tahsin Sahinkaya, Nejat Tümer, Bedrettin Demirel, Ali Haydar Saltik Bülend Ulusu, Nurettin Ersin y Sedat Celasun. Los últimos dos ya han muerto, los demás tienen entre 85 y 93 años. Tras horas de espera se difunde que el juzgado ha admitido a trámite la denuncia.
«Si me quieren juzgar, me suicidaré» promete Kenan Evren, el general golpista de 93 años
¿Llegará hasta el acusado? Kenan Evren ha cumplido 93 años pero pese a un problema de salud el año pasado, parece gozar de una vida tranquila en su chalé de la costa mediterránea, donde se dedica a la pintura, aunque sin hallar mucha fortuna entre los críticos.
No está arrepentido en absoluto. En junio de 2009 lanzó un órdago: aseguró en una entrevista al diario turco Hürriyet que “se debería realizar un referéndum” sobre si “Evren Pasha” merecía ser juzgado o no por el golpe. “Si la respuesta es sí, no dejaré que el tribunal haga ese trabajo. Me suicidaré, la nación es mi testigo: no podré vivir con esta mácula”, proclamó.
Kenan Evren podría ir cargando su revólver: el domingo pasado se aprobó en referéndum la reforma de la Constitución impuesta en 1982 por la Junta militar. No incluía la pregunta de si debía juzgarse a Evren o no, pero en el paquete de las 26 enmiendas destaca la eliminación del artículo 15, que permitía suspender las libertades fundamentales durante el estado de emergencia y a la vez prohibía los juicios retroactivos.
Este artículo fue considerada siempre una barrera legal frente a cualquier intento de llevar a los golpistas ante el juez y la prensa progubernamental no perdía oportunidad de hacer campaña por el ‘Sí’ señalanado que la aprobación permitiría juzgar a los golpistas. Y no fue precisamente casualidad que el referéndum coincidiera con el 30º aniversario del golpe. La reforma ganó con un 58% de los votos.
Ahora queda un largo y tortuoso proceso legal. Varios magistrados de alto rango han asegurado que el juicio es imposible porque los delitos han prescrito, precisamente al pasar 30 años de su comisión. No todos están de acuerdo. Por una parte, asesinatos y torturas bajo el mando directo de los generales siguieron hasta 1983, fecha en la que la Junta dio paso a un gobierno civil. Por otra hay que argumenta que la propia existencia del artículo 15, interpretado como una amnistía, frena el proceso de prescripción, que sólo se iniciaría ahora.
¿Prescribe un golpe?
Además, el fiscal Sacit Kayasu imputó en 2000 a Evren los demás generales, pero fue apartado del caso y de la judicatura por sus superiores. Tras un juicio en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo recuperó su condición de jurista y acaba de abrir un bufete. Cree que su intento frustrado de juicio pone el marcador a cero y permite otros 30 años de plazo. Y finalmente hay quien cree que las torturas masivas, que causaron 171 muertos, son un crímen contra la humanidad que no prescribe nunca.
En esta onda se sitúa el juez español Baltasar Garzón, que recogió el 15 de septiembre en Estambul el premio anual de la Fundación Hrant Dink, en honor a la memoria del periodista turco-armenio asesinado en 2007. «Hay que tener en cuenta la calificación de los crímenes: si fueron comunes o contra la humanidad, dentro de lo que es la normativa internacional. Si es así, no prescriben y tampoco se les puede aplicar la ley de amnistía. Tienen que ser los jueces que hagan la distinción en cada uno de los casos para ver si se aplica o no», recalcó el magistrado. El galardón se le entregó en su condición de defensor de los derechos humanos, especialmente en los casos que lo enfrentaron a ex dictadores como Pinochet o los responsables de la dictadura argentina, sugiriéndolo como ejemplo a seguir para la judicatura turca.
«Nací después del golpe pero he vivido bajo la constitución militar: denunciar es curarnos»
La plataforma ‘Yetmez ama evet’ (‘No basta pero sí’), creada para hacer campaña a favor de la reforma y ahora promotora de la denuncia colectiva, cree que vale la pena intentarlo y coordina la denuncia colectiva en la que participa Isik. No es la única: el día siguiente al referéndum se registraron al menos 20 denuncias distintas en varias ciudades turcas: Estambul, Ankara, Izmir, Diyarbakir…
La portavoz de ‘Yetmez ama evet’ señala que el gran número de denuncias no es superfluo: probablemente, la mayoría de los fiscales y jueces se negarán a llevar adelante el caso, pero podrían dar con alguno valiente…
Alrededor de cien personas se agolpan junto a Isik ante el juzgado de Besiktas, un barrio de Estambul: medio centenar quiere añadir su firma a las 80 que constan en el folio entregado. Hay algunos pañuelos religiosos, muchas melenas de izquierdistas. La mayoría son jóvenes. Como Neslihan Er, estudiante de sociología. Ha firmado porque “este es un momento histórico”. “Quiero contarles a mis nietos que yo fui parte de él”, asegura la joven.
Neslihan nació después del golpe pero sí le ha afectado, dice: “Vivíamos bajo la constitución militar, crecimos con prohibiciones antidemocráticas, veíamos a las personas categorizadas como de uno u otro bando, algo que sigue hasta hoy. Esto ha afectado profundamente nuestra psique y poner esta denuncia es una manera de curarnos”.
¿Es necesario juzgar al anciano general? Isik cree que sí: “Evren no es un hombre sin poder. El sistema que estableció aún rige nuestras vidas. Queremos juzgar todo un periodo histórico simbolizado en su nombre, dejar claro que él y sus cómplices cometieron crímenes contra la humanidad, queremos que, más que él, su sistema político sea hallado culpable”.