mizrajíes
Como mizrajíes se conocen los judíos oriundos de los países árabes e islámicos. Se trata de un término genérico que agrupa comunidades bastante diversas, con diferentes lenguas maternas, costumbres, tradiciones e orígenes. Eso sí, la gran mayoría de los mizrajíes sigue la liturgía sefardí para la celebración de rezos, festivos etc. Una excepción son los judíos yemeníes, que se mantuvieron aislados de los demás grupos hasta el siglo XX y conservaron tradiciones religiosas propias.
Entre los mizrajíes cabe diferenciar muy diversas comunidades. De casi todos sólo quedan minúsculas comunidades, a veces de pocos individuos, en sus países de origen, debido a la emigración a Israel fomentada durante todo el siglo XX por Tel Aviv. En Israel existen descendientes de estas comunidades y las personas mayores suelen hablar aún el idioma nativo, pero las siguientes generaciones utilizan sólo el hebreo y han asimilado la cultura asquenazí.
Bereberes. Se trata de tribus bereberes marroquíes residentes en las cordilleras del Atlas, que practicaban la fe judía pero en lo demás no se distinguían en nada de sus vecinos musulmanes. Su idioma era el tamazigh e incluso había traducciones de la tora a este idioma. Se acepta generalmente que se trata de tribus convertidas al judaismo siglos antes de la llegada del islam al Magreb, aunque se desconoce la fecha exacta. Estas comunidades han desaparecido de Marruecos como tales, aunque pueda haber aún algunos judíos marroquíes cuya lengua materna sea el tamazigh.
Árabes. Los judíos de partes de Marruecos, así como los de Argelia, Túnez, Libia, Egipto, Jordania, Siria, Líbano, Iraq y Bahréin hablaban los idiomas árabes locales, a menudo con un acento determinado o un vocabulario con características propias. Con frecuencia practicaban determinados oficios considerados pecaminosos por los musulmanes, como los de joyero o prestamista. Su número actual fuera de Israel se puede cifrar en unos 5.000.
La mitad vive en Marruecos (no hay cifras exactas, porque la comunidad marroquí judía, con un total de 3.000 miembros, incluye también a sefardíes), un millar en Túnez, unos 300 en Yemen y una comunidad estable y bien integrada de unos 35 personas en Bahréin. En Líbano, las estimaciones oscilan entre las 40 y las 200 personas. En los demás países árabes, las comunidades están en proceso de desaparición, con pocas decenas de individuos, o ya se han extinguido.
En Israel, los descendientes de los mizrajíes, que siguen conociéndose con este nombre, forman más de un tercio de la población, sobre todo pertenecen a las clases sociales bajas, y han asimilado el idioma hebreo.
Marruecos | Es desde hace siglos el país con mayor número de judíos de habla árabe, aunque otra parte de los ciudadanos de fe judía hablaban tamazigh y la élite la formaban sefardíes. Había comunidades judías en todo el país, desde el norte, marcado por la cultura andalusí-sefardí, hasta el interior del Atlas y el borde del Sáhara. En la primera mitad del siglo XX el número de judíos alcanzó unos 285.000, cifra que se redujo a pocos miles en las próximas décadas debida a la emigración a Israel y otros países. Hoy quedan unos 3.000.
Argelia | En 1870, la potencia colonial Francia otorgaba mediante el decreto Crémieux la nacionalidad francesa a 35.000 judíos argelinos, a diferencia de los 3 millones de musulmanes del país. En 1940 se estimó un censo judío de 110.000. Durante la guerra, los judíos se consideraban aliados al bando francés y tras la independencia en 1962 emigraron casi todos a Francia, con sólo un 10% escogiendo Israel.
Túnez | Divididos entre dos comunidades, la tunecina original (twansa) y la sefardí llegada a través de Italia y conocida como grana, urbana y mejor considerada, los judíos cifraban entre 100.000 y 120.000 almas a mediados del siglo XX. Una emigración paulatina ha dejado la comunidad en unos 1.500 hoy, parte de ellos en la isla de Yerba.
Libia | La gran mayoría de los 40.000 judíos que habitaban Trípoli y otras ciudades costeras libias a mediados del siglo, emigró a Israel tras sufrir pogromos y presiones. En 2003 se exilió la última judía del país.
Egipto | La comunidad bien integrada de unos 90.000 judíos, sobre todo residentes en El Cairo y Alejandría, fue considerada «quintacolumnista» tras el establecimiento de Israel y sufrió presiones y pogromos. Al final del siglo XX quedó un centenar y en 2015, apenas 7 personas, todas ancianas.
Palestina | La comunidad judía árabe en Palestina fue absorbida por la rápida inmigración de judíos europeos asquenazíes a partir de finales del siglo XIX.
Jordania | No se conocen cifras sobre la población judía de Jordania antes del establecimiento de Israel en 1948; desde entonces es cero.
Líbano | La comunidad judía libanesa llegó a contar con más de 10.000 miembros a mediados del siglo XX pero se redujo enormemente tras la invasión israelí de 1982, la guerra civil y la declaración de Israel como país enemigo. Hoy elude la publicidad, aunque la religión judía es reconocida como una de las 18 confesiones del país. Se suele estimar en 200 personas, aunque otros afirman que sólo quedan 40 personas y algunos dan 80 como cifra intermedia.
Siria | La comunidad de 35.000 almas a mediados del siglo fue emigrando hasta quedar unos 200 judíos en Damasco, Alepo y Qamishli. Durante la guerra civil siriahuyeron todos hasta quedar sólo 22 personas en 2015.
Iraq | La influyente comunidad judía iraquí – especialmente pudiente en Bagdad, pero presente en todo el país desde Basora en el sur hasta la población kurda en el norte – se diezmó tras pogromos y leyes restrictivas a partir de los años 50 y sólo quedaron 60 personas al terminar el siglo XX y apenas cinco tras una década de guerra civil en 2015.
Bahréin | Es el único país del Golfo con una comunidad judía. Si bien consta de sólo 35 personas está bien considerada y no hay indicios de que se reduzca.
Yemen | La comunidad yemení judía (o temaní, en hebreo), de habla árabe, mantiene en conjunto unas tradiciones anteriores al siglo XVII, aunque sí ha asimilado las ensenañzas del sefardí Maimónides. Durante la lectura de la tora, se recita una versión en arameo tras la frase hebrea.
Hasta mediados del siglo XX había unos 70.000 judíos en Yemen, asentados en todo el país. Entre 1949 y 1950, Tel Aviv lanzó la operación Alfombra Mágica, un puente aéreo, para embarcar y llevar a Israel la práctica totalidad de la población judía yemení, unas 49.000 personas. Formaron allí una clase social aún por debajo de la mizrají magrebí. En las últimas décadas se observa un renacimiento cultural yemení entre los descendientes de esta comunidad en Israel, sobre todo a través del folclore, canciones populares etc.
La población judía restante en Yemen se estimaba en apenas 200 personas hace una década pero las cifras se revisaron al descubrirse aldeas judías al norte de Saná, como Raida. Durante la guerra civil yemení se organizó la emigración de decenas de familias, pero se calcula que todavía quedan en el país unos 300-400 judíos.
En Israel también se consideran habitualmente «mizrajíes» u «orientales» los judíos oriundos de Irán, el Cáucaso, Afganistán y Asia Central (Uzbekistán).
Kurdos. Tradicionalmente, la población kurda del norte de Iraq contaba con una importante componente judía. Entre sus particularidades destaca la lectura de la tora en una versión aramea. Tras la creación de Israel en 1948, virtualmente todos se trasladaron al Estado hebreo.
Persas. Irán es el país oficialmente musulmán con mayor número de judíos. Las estimaciones más fiables hablan de 11.000 personas, otros de 20.000 o 25.000. El censo de 2012 registró a 8.756 judíos, pero dado que 250.000 ciudadanos declinaron dar su religión, la cifra real puede ser superior. Las familias judías residen sobre todo en las ciudades de Teherán, Isfahan y Shiraz. La mayoría habla farsi como lengua materna. La comunidad tiene reservada un escaño en el Parlamento iraní y hay sinagogas en muchos lugares del país.
Los mizrajíes formaban durante décadas el tercer nivel social en Israel, el del proletariado. Tras su llegada a Israel, ya fuera en barco desde Marruecos o en operación aérea desde Yemen, habitualmente fueron confinados en campos de acogida y después, a veces años más tarde, distribuidos por el país, donde podían acceder sobre todo a empleos de poca cualificación y salario. Fueron obligados a aprender hebreo y perdieron rápidamente sus tradiciones y bagaje cultural propios. Hoy, muchos miembros mayores describen la inmigración, fomentada por agentes israelíes de diversas maneras, como una experiencia traumática.
Aún en 2003, el salario medio de un hombre mizrají o sefardí en Israel era el 71% del de un hombre asquenazí. En las últimas décadas, no obstante, las diferencias sociales se han ido suavizando. Ya en décadas anteriores, varios políticos y militares de origen persa o sefardí habían alcanzado altos cargos en el gobierno, pero raramente judíos de origen árabe lograron lo mismo. El mizrají Amir Peretz, nacido en un pueblo de Marruecos y líder del Partido Laborista, provocó titulares al presentarse en 2006 como candidato a primer ministro, un cargo desempeñado hasta hoy siempre por asquenazíes, pero no ganó las elecciones.