Aires de democracia en Egipto

Eva Chaves
Eva Chaves
· 10 minutos

 

Manifestación en El Cairo (Marzo 2011) |  © Eva Chaves
Manifestación en El Cairo (Marzo 2011) | © Eva Chaves

El pasado 19 de marzo ha tenido lugar la primera votación democrática en la historia de la República Árabe de Egipto. Por ello se le ha llamado el “Día de la Boda Democrática”. 18,5 millones de egipcios (de los 45 con derecho a voto) participaron en el referéndum para aprobar o rechazar las nueve enmiendas constitucionales, propuestas por una comisión de ocho juristas elegidos por la junta militar.

A pesar de que el porcentaje de participación ha sido del 41%, la cifra es muy elevada en comparación con las convocatorias de elecciones y referéndums anteriores. Para muchos egipcios, sobre todo jóvenes, ha sido la primera vez que han acudido a las urnas. “Antes no merecía la pena perder el tiempo en hacerse el carnet de voto e ir al colegio electoral porque sabíamos que las elecciones estaban amañadas. El partido del gobierno sobornaba a los encargados de las urnas o compraba los votos incluso a las puertas mismas de los colegios, donde muchos votantes lo aceptaban por simple necesidad económica”, comenta Maha El Awady, profesora de 32 años.

Para muchos egipcios ha sido la primera vez que han acudido a las urnas: “Antes no merecía la pena»

Esta vez no ha habido indicios de fraude a pesar de la ausencia de jueces en algunos comités electorales, y a pesar de la facilidad de poder votar más de una vez debido a la mala calidad de la tinta rosa que marcaba el dedo índice como certificado de voto. Salvo alguna incidencia menor, los egipcios, bien por respeto al nuevo proceso democrático bien por miedo a ser detenidos (el gobierno militar anunció su derecho a detener a quien intentara tergiversar los votos) no han mostrado intentos de falsificación o engaño.

Con todo, aunque el Consejo Superior de las Fuerzas Armadas emitió un comunicado en el que prohibía cualquier tipo de propaganda electoral desde el día anterior al referéndum, hubo por todo el país una propaganda descarada por el “sí” a las reformas constitucionales. Centrándose en los pueblos y en las zonas más marginales, las corrientes islamistas y miembros del anterior Partido Nacional (ahora llamado 25 de Enero) intentaron, por varios medios, presionar a los votantes incluso dentro de los comités electorales.

Furgonetas con altavoces, coches-moto para llevar gratuitamente a los vecinos a votar, entrega de bolsas con aceite y azúcar a la puerta de las casas, reparto de bocadillos, caramelos y chocolatinas y, sobre todo, presiones verbales, han sido algunos de los instrumentos para comprometer a los ciudadanos a indicar el “sí”.

Las mezquitas tampoco respetaron el comunicado del ejército. El viernes, muchos de los discursos de los imames decían a los fieles que votar por el “sí” era un deber de la ley islámica, el camino para la estabilidad del país e incluso la puerta de entrada al paraíso. En los canales de televisión religiosos, misioneros como el jeque Mohammad Hassan han llamado a sus seguidores a apoyar las reformas.

En El Cairo, las octavillas distribuidas en los barrios populares por los Hermanos Musulmanes explicaban, con un lenguaje sencillo, los motivos por los que había que decir que “sí”: por tratarse de un deber legal, porque no puede haber un presidente con influencias extranjeras, para alcanzar la estabilidad y por ser el camino para construir el nuevo Egipto. “El “no” llevará al país al caos”, apuntaba el comunicado.

Oportunismo

Por su parte, los militares, brazo del antiguo régimen y partidarios de las enmiendas, hicieron la vista gorda a todas las expresiones pro-reformas mientras que detuvieron a varios jóvenes (liberados posteriormente) que osadamente repartieron un comunicado en contra de los cambios y a favor de una nueva Constitución.

Mahmoud Moukhtar, escenógrafo y activista, señala: “Esto es increíble. Han hecho lo que han querido sin respetar la orden de la junta militar. En una escuela de mi barrio había más de diez carteles diciendo: “Sí, por la estabilidad”, “Sí, porque es tu deber”… Sólo un cartel decía: “Las enmiendas son la mitad de la revolución, queremos una nueva Constitución”. Estoy muy enfadado. Hasta el color de las casillas ha podido influir en la gente supersticiosa y analfabeta: el verde para el sí y el negro para el no”, señala Mahmoud, convencido de que el “sí” ha ganado porque muchos egipcios tienen muy bajo nivel educativo y son fáciles de manipular.

“Además, tanto el Partido Nacional como las corrientes políticas islamistas han sido claramente oportunistas respecto al referéndum. Yo soy de un pueblo de la provincia de Tanta. Al ir a votar me encontré con un amigo que es de los Hermanos Musulmanes y vi que tanto islamistas y miembros del antiguo Partido Nacional trataban de influir en la gente a favor de las reformas. Cuando le pregunté cómo es que se apoyaban mutuamente, me respondió: “Podemos unirnos con el diablo para conseguir nuestros intereses”, concluye Moukhtar .

Los partidarios del «no» exigen la supresión de la ley islámica y una nueva Constitución

Lo cierto es que el trabajo propagandístico pro-enmiendas se ha visto reflejado en los resultados con el 77% a favor de los cambios. El 23% en contra se ha concentrado visiblemente en cuatro núcleos de población diferentes: de clase media-alta, aquellos con alto porcentaje de cristianos, las zonas turísticas y, por último, los lugares eje de la revolución, como los centros de las grandes ciudades.

Los partidarios del “no” solicitan una nueva constitución y son especialmente críticos con la reforma del artículo 75, que prohíbe a los egipcios con doble nacionalidad o casados con extranjeras presentarse a la candidatura por la presidencia. Por otro lado, la principal oposición a las enmiendas se debe al mantenimiento del artículo 2 de la Constitución, que establece que la sharia (ley islámica) es la principal fuente de legislación.

Muchos jóvenes revolucionarios, con una recién adquirida conciencia política, han apoyado el “no” y aunque para la mayoría, los resultados eran los esperados, no pueden ocultar la decepción. Es el caso de Ahmad, licenciado en traducción y dependiente de un comercio: ”Me enfadé mucho cuando supe los resultados. ¿Para eso hemos hecho la revolución? Hay que construir el país desde abajo. Esto es como una casa en ruinas que quieres arreglar. En vez de tapar agujeros, habrá que tirarla abajo y construirla entera, ¿no?”.

A pesar de su descontento, Ahmad coincide con la opinión de muchos egipcios, de que los resultados de la revolución, se verán a muy largo plazo y de que aún les queda mucho trabajo por delante.

Las enmiendas constitucionales

Los periódicos egipcios han publicado análisis de las enmiendas constitucionales y enumerado motivos a favor y en contra. Ofrecemos un resumen.

1. Art. 75 (candidato a la presidencia): El presidente, además de ser hijo de egipcios, no podrá tener doble nacionalidad ni estar casado con una extranjera. Se mantiene la edad mínima de 40 años.
A favor: La primera dama no será extranjera.
En contra: El nuevo texto deja sin derechos políticos a las personas con doble nacionalidad. De forma implícita, la redacción del artículo prohíbe a las mujeres ser candidatas a la presidencia. El artículo no menciona el nivel educativo. También hay un error estilístico en la formulación del término «que sean elegidos»; lo correcto sería «que se presenten como candidatos».

2. Art. 76 (condiciones para la nominación): Se disminuyen las condiciones para poder ser elegido como candidato independiente. Bastará con obtener o bien 30.000 votos entre las 15 provincias con un mínimo de 1.000 votos por provincia, o bien la aprobación de 30 miembros del Parlamento o el Consejo de Estado (en vez de 250). El candidato miembro de un partido podrá ser elegido si al menos su partido tiene un escaño en el Parlamento o en el Consejo de Estado.
A favor: Se facilita la presentación a la candidatura a la presidencia.
En contra: Los candidatos independientes tienen más dificultades para ser elegidos.

3. Art. 77 (periodo de gobierno): Cada legislatura durará cuatro años (y no seis) y habrá un máximo de dos legislaturas (la legislatura ya no será indefinida).
A favor: Restricciones en el periodo presidencial.
En contra: El período de cuatro años es breve y debería ser de cinco, según parte de la oposición.

4. Art. 88 (supervisión judicial): La ley definirá la formación de una supervisión judicial plena de las elecciones y los referéndums.
A favor: Los jueces volverán a supervisar las elecciones.
En contra: No hay.

5. Art. 93 (validez de los miembros del Parlamento): El Tribunal Supremo Constitucional (y no el Parlamento) se pronunciará sobre la validez del mandato de los miembros del Parlamento.
A favor: El Parlamento tiene que responder ante la Judicatura.
En contra: No hay.

6. Art. 139 (vicepresidente): El nombramiento de vicepresidente será obligatorio (y no opcional). El presidente nombrará a uno o más vicepresidentes en un plazo de 60 días.
A favor: El presidente se compromete a nombrar a su sustituto.
En contra: El vicepresidente es nombrado pero no elegido y en cualquier momento podrá ocupar el lugar de la presidencia. Teóricamente el presidente podrá nombrar como vicepresidentes a cualquiera de sus parientes.

7. Art. 148 (Ley de Emergencia): La declaración del estado de emergencia por el presidente no podrá exceder de un período de seis meses, y podrá someterse a referéndum popular tras este período.
A favor: Restricciones sobre el periodo del estado de emergencia que ocupó toda la época de Mubarak.
En contra: Dificultad de llevar a cabo un referéndum en estado de emergencia.

8. Art. 179 (contra el terrorismo): Eliminación del texto que restringía las libertades personales mediante escuchas telefónicas y permitía irrumpir en un domicilio bajo el pretexto de lucha contra el terrorismo.
A favor: Se protege la confidencialidad de las comunicaciones y la inviolabilidad del domicilio.
En contra: No hay.

9. Art. 189 (enmiendas a la Constitución): Las enmiendas constitucionales serán propuestas en un periodo de seis meses por 100 diputados elegidos por el presidente y el Parlamento. Las enmiendas se aprobarán por referéndum. El proceso durará más de un año.
A favor: Formación de un cuerpo constituyente y preparación de una nueva Constitución con las primeras elecciones parlamentarias.
En contra: Marginación de la participación del pueblo en el proceso de cambio, según parte de la oposición.