Opinión

Diez pasos hacia un Marruecos islamista

Ali Amar
Ali Amar
· 9 minutos

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Después de 100 días en el Gobierno, los islamistas del Partido Justicia y Desarrollo (PJD) imponen un proyecto de sociedad basado en el repliegue sobre la identidad árabe-musulmana.

Por primera vez en Marruecos, unos islamistas presentados como moderados están gobernando, después de haber triunfado en las legislativas anticipadas de noviembre de 2011. Presionado por la calle, el rey Mohamed VI había reformado antes la Constitución del país para neutralizar la contestación nacida de la Primavera árabe.
Los islamistas del Partido Justicia y Desarrollo, liderados por Abdelilah Benkirane, como monárquicos que son, han proclamado desde siempre su fidelidad incondicional al trono alauí. Su llegada a la jefatura del gobierno no había preocupado excesivamente a Occidente, que había interpretado su victoria desde la perspectiva de su asimilación progresiva al juego demócratico.

Los islamistas del PJD son monárquicos y han proclamado siempre su fidelidad incondicional al trono

En resumidas cuentas, el régimen monárquico, legitimido por el pueblo en plebiscito, podía digerir el islamismo legalista, tal y como lo había hecho en su historia reciente con la oposición de la izquierda. Sin embargo, cuando apenas han pasado 100 días desde su llegada al Ejecutivo, los “islamistas de Su Majestad” enseñan una determinación sin límites para rediseñar la sociedad a su manera.

Censura de la prensa “antimusulmana”

Se prohibió el acceso a una serie de periódicos y revistas extranjeras en Marruecos. A Le Nouvel Observateur (dos veces), L’Express, Le Pèlerin, Gazelle, por razones relacionadas con una interpretación rigorista del islam: se les acusó de haber publicado representaciones de Dios o del profeta Mahoma. Este tipo de prohibición no es una novedad en Marruecos, pero el PJD quiere hacer de ello una política sistemática hasta tal punto que consideró oportuno crear una vasta campaña de comunicación dirigida a los editores europeos para “clarificar la imagen del islam y luchar en contra de los clichés que lo desvalorizan”.

El turismo, fuente de pecados

Mustafa Ramid, ministro islamista de Justicia y Libertades (¡!) —es una de las figuras más importantes del PJD— provocó una polémica al afirmar que los turistas venían a Marrakech, lugar destacado del turismo marroquí, para cometer pecados. “Gente del mundo entero viene a pasar mucho tiempo para cometer pecados y alejarse de Dios”, declaró Mustafa Ramid, durante una visita a una escuela coránica en Marrakech.

Rehabilitación de predicadores salafistas

El jeque de esta escuela coránica no era desconocido por el público. En septiembre de 2008, el predicador que dirige la madraza en cuestión, Mohamed Maghraoui, había provocado una controversia al emitir una fetua que autorizaba el matrimonio de las niñas de 9 años, tomando como ejemplo el caso de la joven Aisha, que fue desposada por el profeta Mahoma. En aquel entonces, Maghraoui había tenido que cerrar sus escuelas coránicas y se había exiliado durante un tiempo a La Meca. Su página web (hoy en día accesible) había sido desactivada por las autoridades marroquíes. El ministro, que durante su intervención había hecho apología de la enseñanza del predicador, comparó lo que Maghraoui “tuvo que aguantar” con “las penas de los profetas”.

“La homosexualidad en el espacio público constituye un desafío a la religiosidad y una ofensa»

Caza al desviado sexual

A principios de abril, una famosa transexual, Noor, fue “desterrada” de la serie de televisión Al Gharib [en Al Oula, la primera cadena pública], cuando su presencia en los medios de comunicación públicos o privados no había sufrido nunca una censura oficial. Tampoco a los homosexuales se les deja en paz. El ministro de la Comunicación actual y portavoz del gobierno, Mustapha Khalfi, escribía hace unos meses, cuando aún era el redactor jefe deAttajdid, el periódico oficioso del PJD: “La homosexualidad en el espacio público constituye un desafío a la religiosidad así como una ofensa a los valores y a las costumbres públicos”.

Prohibir los juegos de azar

El ministro de la Comunicación, Mustafa Khalfi, anunció la prohibición de la publicidad para los juegos de azar. Contactado por la agencia AFP, Khalfi indicó que la prohibición está conforme con la constitución que “obliga en el artículo 32 al Estado a proteger a los menores. Eso es lo que adoptó el CSA (Consejo Superior del Audiovisual) en Francia en mayo de 2010 y la BBC en mayo de 2011”.

Promover un arte santurrón

Para los islamistas del PJD, los festivales de música muy en boga en el reino desde hace unos quince años se ven como “lugares que favorecen el vicio”.

La expresión artística en Marruecos deberá así adaptarse hasta ser conforme con un “arte limpio”, que promociona los valores religiosos de la nación y que se deberá oponer a un arte decadente importado necesariamente de Occidente.

En el blanco de los islamistas está el Festival Mawazine de Rabat, cuyos subvenciones públicas se anularon este año. Las razones invocadas conciernen los gastos, considerados injustificados, y el dominio de su organización por el entorno real, pero hace dos años, el PJD ya había intentado cancelar el concierto de Elton John en Mawazine, acusado de ser la encarnación de todos los demonios, al considerar que su actuación “fomentaba la homosexualidad”.

Marginación de las lenguas extranjeras

Los pliegos de condiciones de las dos cadenas públicas (Al Oula y 2M) se retocaron a favor de una arabización más fuerte de su contenido: el 80% de los programas de la primera cadena será en lengua árabe. La mitad de la programación de la cadena 2M, conocida por ser más francófona, será de aquí en adelante emitida en lengua árabe y un 30% en tamazight, frente a un 20% en lenguas extranjeras usadas en Marruecos, es decir esencialmente el francés y el español.

Además, las radios nacionales se verán obligadas a dedicar un 70% de su programación a la canción marroquí, seguida por la canción árabe y extranjera.

Para los islamistas, la identidad musulmana es consustancial a la lengua árabe, idioma del Corán

Por otra parte, el PJD ha considerado siempre que la fuerte presencia de las misiones culturales extranjeras, especialmente a través de los centros franceses, contribuye a una aculturación intolerable de los marroquíes. Además de la arabización de los medios de comunicación públicos, estos tienen la obligación de emitir las cinco llamadas a la oración diarias.

Guerra a la identidad beréber

El PJD había luchado en contra de la oficialización de la lengua tamazight en la nueva Constitución. Abdelilah Benkirane había comparado en un mitin las letras bereberes a los ideogramas chinos, provocando clamores de protesta en la opinión pública. Para los islamistas, la identidad musulmana es consustancial a la lengua árabe, la lengua sagrada del Corán.

Negar los derechos de la mujer

El gobierno islamista, que aceptó a regañadientes las débiles avanzadas de la Mudawana, el código de la familia adoptado en 2004, se niega a abrogar la legislación del Código penal que llevó al suicidio a una adolescente casada con su violador.

“El artículo 475 del código penal no corre el riesgo de verse abrogado de la noche a la mañana, bajo la presión de la opinión pública internacional. A veces, el matrimonio de la violada con su violador no la perjudica realmente”, proclamó Basima Hakkauí, la única mujer del gobierno y miembro del PJD. La ministra encargada de Solidaridad, Mujer y Familia había afirmado también que una joven de 14 años podía estar casada si se “reconoce como físicamente apta a la procreación”.

Contrariamente a lo que se cree, la monarquía y los islamistas tienen intereses convergentes en el islam

Más impuestos sobre el alcohol

Si el consumo de alcohol está prohibido por la ley religiosa, a pesar de algunas controversias doctrinales, no lo está formalmente por el derecho positivo marroquí. Así pues, la ley marroquí sobre el alcohol estipula que su venta es legal bajo autorización, pero los islamistas procuran a toda costa prohibir su consumo, primero obstaculizando la realización de pruebas de alcoholemia en las carreteras y sobre todo defendiendo un proyecto de ley cuyo objetivo es aumentar los impuestos sobre los productos con alcohol.

Esos pocos ejemplos son tan solo los primeros indicios de una aplicación más estricta de los preceptos dictados por el islam rigorista que el PJD opone a las libertades individuales. El PJD quiere absolutamente evitar el debate sobre el aborto incluso en caso de violación, fustiga cualquier referencia a la libertad de conciencia o sexual e intenta adoptar también en otros ámbitos leyes basados en la chariaa, la ley islámica.

Contrariamente a lo que se cree a menudo, la monarquía y los islamistas tienen intereses convergentes en estas cuestiones. Los absurdos escándalos de los “rockeros satanistas” en 2003, de los “gays de Ksar el Kebir” en 2008, de los “desayunadores del ramadán” en 2009 y la suscitada por el lanzamiento de Mithly, la primera revista gay del mundo árabe, lo demuestran a las claras. El Estado se aplicó a fondo, dando la razón a los islamistas.

Así pues, la imagen de modernidad que quiere dar Mohamed VI a su régimen se ve enturbiada. El rey fundamenta su legitimidad en su estatus religioso de comendador de los creyentes y no puede contradecir su gobierno. Su alianza se ve sacudidad por este dilema, del que el PJD, coherente con sus ideas y sabiéndose fuerte gracias a su victoria por las urnas, se aprovecha alegremente.

“Decir no a los islamistas significa decir sí al ‘haram’ [pecado]. Y eso, ni la monarquía se atrevería a hacerlo”, resume con razón el editorialista de TelQuel.

Traducción del francés: Oussama Bel Aïba