Opinión

Pobre Obama

Uri Avnery
Uri Avnery
· 9 minutos

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Pobre Obama. Me da pena.

Justo antes de salir al encuentro de la historia, pronuncia “el discurso” del Cairo. Un gran discurso. Un discurso inspirador. Un discurso edificante.

Estaba dirigido a los jóvenes con estudios de la capital egipcia. Obama habló de las virtudes de la democracia, del futuro prometedor que aguarda a un mundo musulmán liberal y moderado.

Hosni Mubarak no estaba invitado. Se quería dar a entender que él suponía un obstáculo para este mundo nuevo y prometedor.

Quizás cogieron la indirecta. Quizás el discurso plantó la semilla de la Primavera Árabe.

Probablemente Obama no consideró la posibilidad de que la democracia, la virtuosa democracia, pudiera dar lugar a un gobierno islámico. Después de que los Hermanos Musulmanes ganaran las elecciones, intentó con cuidado y con ciertas vacilaciones acercarse a ellos. Pero es probable que al mismo tiempo la CIA ya estuviera maquinando la ascensión al poder de los militares.

Así que ahora estamos justamente tal como estábamos el día antes de “el discurso”: bajo una despiadada dictadura militar.

Pobre Obama.

En este momento tenemos un problema parecido en Siria.

 Obama ha hablado, así que debe actuar: si no lo hace, confirmará la imagen que se tiene de él

La Primavera Árabe dio comienzo a una guerra civil. Ya han muerto más de cien mil personas y el número aumenta cada día que pasa. El mundo estaba a la espera, observando impasiblemente. Para los judíos era un recordatorio del holocausto, momento en que, según aprenden aquí todos los niños y niñas en la escuela, “el mundo observaba y guardaba silencio”.

Era así hasta hace unos días. Pero ha ocurrido algo. Se ha cruzado una línea roja. Han utilizado gases tóxicos. Los seres humanos civilizados exigen que se tomen medidas. ¿Quién debe tomarlas? El presidente de los Estados Unidos, por supuesto.

Pobre Obama.

Hace algún tiempo , Obama pronunció un discurso, uno más de “esos discursos”, en los que establecía una línea roja: nada de armas de destrucción masiva, nada de gases tóxicos.

Ahora parece que se ha cruzado esta línea. Han utilizado gases tóxicos.

¿Quién haría algo tan horrible? Ese maldito tirano, por supuesto. Bashar Asad. ¿Quién si no?

La opinión pública de Estados Unidos, de hecho la opinión pública de todo Occidente, exige medidas. Obama había hablado, así que debe actuar. Si no lo hace, confirmará la imagen que se tiene de él en muchos lugares. La de un pelele, un debilucho, un cobarde, alguien que habla pero no actúa.

 ¿Qué pueden hacer las armas químicas que no puedan hacer las normales?

Esto podría dañar su capacidad de actuación incluso en asuntos que nada tienen que ver con Damasco, como la economía, la sanidad, el clima.

Por la boca muere el pez. La necesidad de actuar se ha convertido en esencial. Es una pesadilla a nivel político.

Pobre Obama.

Sin embargo, hay algunas preguntas pendientes.

En primer lugar, ¿utilizó Asad los gases?

Es una suposición a la que se opone cualquier tipo de lógica. Una vez ocurridos los hechos, se envió a un grupo de expertos de Naciones Unidas, nada de tontainas, expertos, a investigar sobre el terreno las sospechas concernientes al uso de armas químicas. ¿Cómo iba un dictador en sus cabales a proporcionarles pruebas de sus actividades ilícitas? Incluso aunque pensara que las pruebas podían eliminarse a tiempo, no podría estar seguro de ello. Los sofisticados equipos las descubrirían.

En segundo lugar, ¿qué pueden hacer las armas químicas que no puedan hacer las normales? ¿Qué ventaja táctica o estratégica ofrecen que no pueda obtenerse por otros medios?

Hasta ahora, Asad ha dado muestras de ser tiránico y falto de escrúpulos, pero no un loco

El argumento que se usa para refutar estos razonamientos es que Asad no actúa siguiendo la lógica, que no es normal, sino un tirano loco que vive en su propio mundo. Pero ¿es así realmente? Hasta ahora ha dado muestras de ser tiránico, cruel y falto de escrúpulos. Pero no un loco. Más bien es frio y calculador. Y está rodeado por un grupo de políticos y generales que tienen mucho que perder y que parecen particularmente despiadados.

Además, últimamente el régimen llevaba las de ganar. ¿Por qué arriesgarse?

Sin embargo, Obama tiene que decidirse a atacarlos en base a unas pruebas que parecen poco concluyentes. El mismo Obama que adivinó la intención de las pruebas falsas que fabricó George Bush hijo para justificar el ataque a Irak, un ataque al que Obama tuvo el gran merito de oponerse desde el principio. Ahora es él quien se encuentra en la posición contraria.

Pobre Obama.

Y ¿por qué gas tóxico? ¿Qué es lo que tiene de especial, qué es lo que lo sitúa al otro lado de la línea roja?

Si van a matarme, me da igual que lo hagan con bombas, granadas, ametralladoras o gas.

Es verdad que hay algo siniestro en el gas. La mente humana se revuelve ante algo que envenena el aire que respiramos. Respirar es la necesidad más elemental del ser humano.

Pero el gas tóxico no es un arma de destrucción masiva. Mata igual que cualquier otra arma. No se lo puede equiparar con las bombas atómicas que Estados Unidos lanzó sobre Hiroshima y Nagasaki.

Además, no es un arma decisiva. No cambió el curso de la Primera Guerra Mundial, aunque se uso ampliamente. Tampoco los nazis le vieron utilidad en la Segunda Guerra Mundial, y no solo porque Adolf Hitler fue gaseado y perdió la vista temporalmente a resultas del gas tóxico en la Primera Guerra Mundial.

Pero, una vez trazada la línea del gas tóxico en la arena de Siria, Obama no podía dejarlo pasar.

Pobre Obama.

Pero el motivo principal de que Obama dude tanto es de una naturaleza muy diferente: se le está forzando a actuar en contra de los verdaderos intereses de Estados Unidos.

Puede que Asad sea un tremendo hijo de puta, pero está al servicio de Estados Unidos

Puede que Asad sea un tremendo hijo de puta, pero a pesar de ello está al servicio de Estados Unidos.

La familia Asad ha ayudado a mantener el statu quo en la región durante muchos años. La frontera con Siria es la que menos problemas le ha dado a Israel, a pesar de que Israel ha anexionado territorios que indiscutiblemente pertenecían a Siria. Es verdad que Asad ha usado de vez en cuando a Hizbulá para provocar a Israel, pero no se trataba de una verdadera amenaza.

A diferencia de Mubarak, Asad pertenece a una rama religiosa minoritaria. A diferencia de Mubarak, tiene tras de sí un partido político fuerte y bien organizado, con una verdadera ideología. El partido nacionalista y panarabista Baʼath (resurrección) fue fundado por Michel Aflaq, cristiano de religión, y sus colegas, principalmente a modo de baluarte contra la ideología islamista.

Como ocurrió tras la caída de Mubarak, es muy probable que la caída de Asad de lugar a un régimen islamista, aun más radical que el de los Hermanos Musulmanes en Egipto. La versión siria de los Hermanos fue siempre más radical y violenta que el movimiento originario en Egipto (quizás porque el pueblo sirio tiene por naturaleza una mayor propensión a la agresividad).

Es muy probable que la caída de Asad de lugar a un régimen islamista más radical que el egipcio

Además, es natural que en las guerras civiles sean los elementos más extremistas los que se hagan con el poder, puesto que sus combatientes son los más resueltos y más propensos al sacrificio. Ningún tipo de ayuda externa logrará sostener a la sección moderada y laica de los rebeldes sirios lo suficiente como para permitirles hacerse con el poder tras Asad. Si el estado sirio queda intacto, se convertirá en un estado radical islamista. Sobre todo si se llevan a cabo elecciones libres y democráticas como las que tuvieron lugar en Egipto.

Visto desde Washington DC, esto se consideraría un desastre. Así que nos encontramos ante una curiosa situación, en la que Obama, preso de su propia retórica, se ve forzado a atacar a Asad, mientras que todas sus agencias de inteligencia trabajan a tiempo completo para evitar la victoria de los rebeldes.

Como ha escrito alguien hace poco: A Estados Unidos le interesa que la guerra civil continúe para siempre, sin que ninguno de los bandos gane. Algo a lo que prácticamente todos los líderes políticos y militares israelíes contestarían con un “amén”.

La pervivencia del régimen de Asad le interesa a Estados Unidos, Rusia, Irán, Hizbulá e Israel

Así que, desde el punto de vista de la estrategia de Estados Unidos, cualquier ataque a Asad debe ser mínimo, un pequeño pinchacito que no ponga en peligro el régimen sirio.

Como se ha puesto de manifiesto, el amor y la política dan lugar a extraños compañeros de cama. En este momento, a un extraño mosaico de poderes le interesa la pervivencia del régimen de Asad: Estados Unidos, Rusia, Irán, Hizbulá e Israel. Sin embargo, se está obligando a Obama a atacarlo.

Pobre Obama.

Tratando de entender la mentalidad de la CIA, diría que desde su punto de vista, la solución egipcia es también la mejor para Siria: derrocar al dictador y poner otro en su lugar.
Dictaduras militares para todos en el mundo árabe.

No es la solución con la que a Obama le hubiera gustado verse identificado en los libros de historia.

Pobre, pobre Obama.