Entrevista

Francesco Cafiso

«El éxito no se consigue después de salir en televisión»

Alejandro Luque
Alejandro Luque
· 14 minutos
Francisco Cafiso (Vittoria, Sicilia, Ene 2016) | © Alejandro Luque / M'Sur
Francisco Cafiso (Vittoria, Sicilia, Ene 2016) | © Alejandro Luque / M’Sur

Vittoria (Sicilia) | Enero  2016

Vittoria, en el sur barroco de Sicilia, no es la ciudad más hermosa de la zona, pero posee fama mundial por sus viñedos. En los últimos años, también se ha dado a conocer gracias a uno de sus hijos ilustres, el joven Francesco Cafiso. El saxofonista aparece por la plaza del Popolo, donde a primera hora de esta mañana de enero se dan cita los parroquianos tratando de calentarse al sol. Saluda con familiaridad a un par de vecinos y se instala en una cafetería cercana, donde se dispone a hablar de la villa en que nació hace 27 años, de su fulgurante carrera, del padrinazgo de Wynton Marsalis y de su último trabajo, 3, que lo ha colocado a la cabeza del jazz europeo.

La aventura de Francesco Cafiso comienza aquí, en Vittoria. ¿Puede recordar esos inicios?

Te contaré una anécdota. Cuando nací, recibí como regalo un broche con la forma de un saxofón. Y parece que fue un buen augurio, porque pocos años después tenía en mis manos un saxofón real. Recuerdo haber expresado con siete años el deseo de aprender a tocar. Mi padre me compró uno, y ahí empezó todo. Sin presunción de ninguna clase, suelo decir que he estado en el jazz desde antes de nacer. Era tan pequeño que no podía comprender qué importante iba a ser en mi vida, fue una exigencia instintiva.

En su casa, ¿sonaba jazz en la radio, había discos a su alrededor?

«Mi padre siempre fue un apasionado de la música en general, pero no conocía el jazz»

No, nunca hubo tradición familiar en ese sentido. Mi padre siempre fue un apasionado de la música en general, pero no conocía el jazz. Me transmitió la pasión musical, pero no le daba tanta importancia. Como todos los padres, trataba de enseñar qué era importante a sus hijos. A mi hermana, por ejemplo, la puso a tocar el piano clásico, pero lo dejó cuando entró en la universidad. Conmigo en cambio fue distinto; llegó la hora de buscar un maestro siciliano, de Lentini, llamado Carlo Cattano. Él me enseñó las primeras cosas del jazz.

Las primeras veces que visité Sicilia me pareció una isla muy poco musical. He tardado en darme cuenta de qué equivocado estaba.

«Wynton Marsalis dice que el jazz es de los afroamericanos, de los hebreos y de los sicilianos»

Aquí hay una tradición musical muy fuerte, y los lazos con el jazz son fortísimos. Wynton Marsalis dice que el jazz es de los afroamericanos, de los hebreos y de los sicilianos. En efecto, en la historia del jazz hay muchos sicilianos que fueron emigrando a Nueva Orleans a principios del siglo pasado, y que han empezado a tocar con músicos de otros lugares. El encuentro de estas culturas ha producido resultado excepcionales. En particular, los sicilianos han contribuido notablemente a la tradición bandística. Entre otros, el primer disco de la historia del jazz lo hizo un siciliano, Nick LaRocca, en 1917. Muchos han seguido esa tradición; a lo largo del curso de la Historia su presencia es constante, ya se trate de sicilianos residentes o de origen.

¿Los famosos Tíos de Sicilia, los emigrantes de Estados Unidos que regresaban, traían música?

No eran muchísimos, porque salían en busca de fortuna y en América encontraban su lugar ideal. Pero muchos sí volvían por vacaciones, y claro, traían cosas de allá.

Sigamos con su formación. Lo primero fue marcharse a estudiar a Catania, ¿no?

Sí, luego fui a Catania. Con 11 años decidí participar en un concurso importante, y lo gané. Conocí a un importante productor discográfico, que a su vez era amigo de un promotor muy relevante, el del Pescara Jazz Festival. Así siguió todo.

Imagino que estos encuentros son buenísimos para un joven músico, pero también lo exponen quizá a volverlo un poco loco. ¿Cómo se digiere que a temprana edad Wynton Marsalis le diga “ven conmigo”?

En realidad yo era muy chico e inconsciente. Si debo ser sincero, no lo conocía bien a Marsalis. Siempre me he dedicado a la parte instrumental, a tocar bien, y no conocía a los intérpretes importantes. Sabía que no era cualquier cosa, pero tampoco era consciente de que fuera tan decisivo. Ocurrió de una forma muy natural. Toqué, y luego Wynton me propuso seguir acompañándolo en su gira el verano siguiente. Hablamos de 2003. Aquello fue la experiencia más importante de mi vida por toda una serie de factores. Me he visto catapultado a dimensiones distintas a la mía, venía de un sitio pequeñísimo y pasé a tocar por toda Europa. Ni siquiera hablaba inglés…

Por suerte el saxofón es un idioma universal.

En el escenario todo fue genial, en general debo decir que fue una experiencia buenísima. Para un chavalito de 13 o 14 años, encontrarse en un contexto tan distinto es una experiencia fuerte sin duda.

¿Tuvo que sortear algún obstáculo legal para salir, siendo menor de edad?

No, no. Fui solo. Mis padres solo me acompañaron a Bruselas, de donde partía la gira. Me encontré con Wynton, subimos a un autobús con los cristales oscuros, yo los veía a ellos pero ellos a mí no… Era la primera vez que nos separábamos.

Le he oído decir que su intención como músico es captar la sonoridad siciliana. ¿Puede explicar en qué consiste? Paolo Fresu no supo explicarme cómo es la sarda…

«Trato de describir la Sicilia como si fuera una pintura, un retrato de mi tierra»

Sicilia está presente sobre todo en mi último disco, 3, que está compuesto por tres álbumes. En uno de ellos, titulado La Banda, trato de describir la Sicilia como si fuera una pintura, un retrato de mi tierra. He decidido escribir una suerte de suite, como si fueran fotografías musicales. El tributo principal lo hago a la tradición bandística, haciendo hincapié en lo que te contaba antes, el nexo entre el jazz y los sicilianos. Una característica muy importante es la melodía: busco temas con un fuerte poder evocador, que permitan generar imágenes. Y luego, trato de transmitir lo que siempre me ha emocionado y sugestionado, el mar, el perfume, el sol…

¿Cree que su procedencia de la Sicilia barroca le inspira una música distinta de la que le sugeriría Palermo o Catania?

Sicilia es más o menos igual en todas partes. Hay un carácter fuerte, solar, hospitalario, que caracteriza a todos. Puede haber pequeñas diferencias, como os ocurre a vosotros, los andaluces. Pienso que Andalucía, España en general, es muy similar a Sicilia en muchos aspectos. Cuando fui a Sevilla me sentí en casa. No solo por la herencia común árabe y todo eso; conecté mucho con el carácter, fuerte, cálido, sanguíneo.

¿Y eso se va a reflejar en su música?

Sí, otro aspecto de mi disco es que he intentando aludir también a las dominaciones que hemos sufrido. El tercer tema de La Banda se llama precisamente ‘Dominaciones’. Es un tema flamenco, inspirado en la dominación española. Otro se llama ‘Mons Gibel’, inspirado en la dominación árabe; son todos los ingredientes fundamentales que contribuyen a mostrar una Sicilia muy real.

Es interesante que su disco no participa de la locura “fusionera” de hace unos años, aunque propicie todos esos encuentros y algunos otros. ¿Era lo que buscaba?

«El hecho de no usar instrumentos electrónicos elimina la connotación fusionera a la música»

Sí, siempre he preferido tener una identidad precisa, hacer un tipo de música. Digamos que lo árabe, lo español, son referentes importantes, pero mi intención era asimilarlo todo usando solo instrumentos acústicos. Esto le da una sonoridad muy particular, haciendo referencia a un cierto tipo de tradición, con ritmos y sonidos definidos. El hecho de no usar instrumentos electrónicos elimina la connotación fusionera a la música.

Su disco ha sido también presentado como una galería de retratos, como un modo de mostrar el rostro plural de Sicilia. ¿Tiene eso que ver con el deseo del que hablaba antes, la inclinación a generar imágenes?

«Sicilia que es una tierra áspera, dura, y a la vez acogedora, fértil: en el funeral se llora y se ríe»

Sí, por ejemplo dentro del homenaje a la tradición bandística al que me he referido, la primera parte es en tonalidad menor, es una marcha fúnebre. La conecto con las ‘marching bands’ de Nueva Orleans. La segunda parte, en cambio, es un himno a la vida. Es mi modo de subrayar todas las contradicciones que hay en Sicilia. Sicilia que es una tierra áspera, dura, y a la vez acogedora, fértil. En el propio funeral, se llora y se ríe. Es una tierra de mil contradicciones, y yo trato de transmitirlo, solar y al mismo tiempo melancólica. Hay temas nostálgicos y al mismo tiempo hay otro que se llama ‘La festa’ [La fiesta], que habla de divertirse y bailar.

¿Qué opinan de su música sus vecinos de Vittoria? ¿Se ven reflejados en ella?

Los conozco a todos, siempre me han seguido con afecto. Hace nueve años que organizo aquí el festival de jazz de Vittoria, y se ha convertido en algo importante, casi en una tradición.

En España siempre hay alguien de tu pueblo que te dice. “Has errado en la penúltima nota”.

[Risas] No, no, a mí no me ha pasado eso.

He visto que casi siempre elige a músicos italianos para acompañarse. ¿Es una decisión deliberada, una apuesta personal?

En lo que respecta a la parte discográfica, he hecho colaboraciones con gente de todo el mundo. Para mi grupo, en cambio, implico a músicos de toda Italia, preferentemente. En América cuento con músicos de allí, pero en Europa prefiero a los míos.

¿Es una defensa del producto nacional?

No. Digamos que simplemente trato de escoger músicos más adecuados. En el caso de La Banda, quería que sintieran esta música muy de cerca. El pianista es de Palermo, el contrabajista de Roma, pero ama y conoce muy bien Sicilia. El batería es alemán, el trombón de Perugia, una tierra con la que tenemos muchas cosas en común. El trompetista es de Salerno… Siempre me interesa tener jazzistas, gente que conoce bien la tradición del jazz, el lenguaje, y que a la vez sean versátiles, que puedan tocarlo todo. Si tengo que hacer una gira americana, tengo que pensármelo mejor, porque la distancia lo encarece todo…

¿Le queda alguien soñado con quien tocar?

«Antes estaba concentrado en la improvisación; ahora he entendido la importancia de la composición»

Para ser sincero, en este periodo de mi vida estoy muy concentrado en mis cosas. Tras el triple disco he empezado a explorar territorios desconocidos para mí mismo. Primero, estaba muy concentrado en la improvisación. Ahora he entendido la importancia de la composición, la orquestación… Se me ha abierto un mundo de posibilidades.

¿Qué músicos italianos de hoy deberíamos conocer en España?

Son muchos buenísimos, de un nivel altísimo. Cada uno de nosotros trata de contar algo, experiencias distintas que se reflejan en su música. Pienso en Pietro Tonolo, que ha sido un punto de referencia para el jazz italiano, Franco D’Andrea, Enrico Pieranunzi, Stefano Bollani… Muchos.

Usted ha tocado también con gente como Jovanotti. ¿Tiene prejuicios para trabajar con músicos de pop?

«Tiendo a creer que solo hay dos tipos de música, bonita y fea»

Para mí la música necesita una cierta actitud, no necesito etiquetarla ni encajonarla. Si nos quedamos en los compartimentos estancos, nos arriesgamos a perder experiencias. Yo tiendo a creer que solo hay dos tipos de música, bonita y fea. Lo importante es comunicar algo, es comunicación. Si me emocionas con música folk, haciéndolo bien, con contenido, con sustancia, por mí genial…

Estuvo usted en el Festival de San Remo. ¿Se sintió un cuerpo extraño allí?

No, aunque era muy pequeño, no conocía la lógica, el mecanismo de televisión, en un festival tan popular… Simplemente hice lo que sabía, tocar jazz, en una franja horaria en la que se oye poca música de calidad. Hice un tema de la tradición jazzística y me fue bien.

¿Piensa que uno de los problemas de la música italiana sea precisamente la televisión, que tanto discrimina?

Desgraciadamente sí. A menudo quien está en televisión piensa que solo hay una música que pueda elevar el ‘share’. Puedo decir que cuando he llevado música jazz a la televisión, he tenido grandes resultados. Cuando hay música de calidad, la gente lo percibe y lo agradece. Creo que las programaciones están en manos de gente equivocada.

¿Qué le diría a los jóvenes que ven programas como X-Factor, La Voz, Operación Triunfo…?

«La música no es competición. Para tener éxito, hay que estudiar, tener sacrificio, ser constante»

Que la música no es competición. El éxito no se consigue así, como si fuera fácil alcanzarlo después de salir ahí. Para tener éxito, hay que estudiar, tener sacrificio, ser constante. Hacer una inversión, no en el sentido económico, sino ir a otros lugares, tener experiencias con otros, aprender lo que puedas de otros… Tratar de crecer constantemente, confrontarse a uno mismo. En eso también se equivoca la televisión.

Francesco Cafiso está hoy en pleno desarrollo. ¿Cuándo llegará al punto en el que usted diga: Lo logré?

Verás, el éxito no es otra cosa que la consecuencia de aquello que haces. Si das lo máximo… No hay un límite. Cada día da una ilusión, y un objetivo que conseguir, una nueva aventura. Mis objetivos de hoy son distintos de los de ayer y los de mañana Se cierra capítulo.

Para terminar, usted podría vivir en Nueva York, en cualquier otra gran ciudad jazzística. ¿Qué le hace regresar a Vittoria?

Siempre hago base aquí. Siempre he sentido la necesidad de regresar. Aquí está la familia, los amigos. En particular en el último periodo ha sido muy importante estar aquí y dedicarme al aspecto compositivo, haciendo un ejercicio de introspección porque en Vittoria estás “solo”, entre comillas, sin otras influencias. Soy libre de cerrar la casa y pensar solo en la música. En Nueva York se dan tantas posibilidades que a veces, paradójicamente, no te puedes concentrar. Ahora siento la exigencia de pararme para seguir adelante. En el futuro sí tengo la intención de frecuentar asiduamente Nueva York, te da mucho desde el punto de vista musical. Y aparte, continuar con la promoción del disco y seguir haciendo lo que siempre he hecho.

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