Opinión

El arte vuelve a Beirut

Sultan Al-Qassemi
Sultan Al-Qassemi
· 11 minutos

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Sharjah | Marzo 2015

En un artículo de 2013 para Al-Monitor yo insinuaba que, en parte a causa de los conflictos civiles que están sufriendo ciudades como Damasco, El Cairo y Bagdad, que tradicionalmente han sido los centros neurálgicos del mundo árabe, así como a causa de un aumento en las inversiones en cultura por parte de los Estados del Golfo, el centro de gravedad artístico y cultural del mundo árabe se estaba desplazando hacia ciudades del este como Abu Dhabi, Dubai y Doha. El artículo generó controversia tanto dentro de los Estados del Golfo como en el mundo árabe en general.

Por desgracia, los reveses que han sufrido estos »centros neurálgicos» árabes no han dejado de aumentar desde 2013. Los ataques terroristas han aumentado y se han saqueado museos. Pero hay motivos para celebrar. Por ejemplo, a raíz de la grotesca destrucción del museo Mosul por parte de los matones del Estado Islámico, Bagdad adelantó la apertura de su museo nacional, 12 años después de que cerrara; Egipto por fin reabrió el Museo Nacional de Arte Moderno de El Cairo, así como el museo Mahmoud Said de Alejandría, que también alberga la colección de los hermanos Wanly.

La escena cultural florece en Beirut a pesar de las deficiencias del gobierno, o gracias a ellas

En otros lugares del mundo árabe, Marruecos inauguró un museo nuevo dedicado al arte en Rabat, el Darat Al Funun de Amán sigue presentando una serie de exposiciones de primera categoría y Argelia está celebrando el nombramiento de Constantina, al noreste del país, como »capital árabe de la cultura en 2015» por la UNESCO, como parte de las grandes inversiones de este país en proyectos culturales.

Sin embargo, algunos de los desarrollos en cultura más interesantes de todo Oriente Medio vienen teniendo lugar de forma discreta en Beirut, la capital de Líbano. La que una vez fuera una ciudad con una gran actividad cultural, cuyo nombre se convirtió en sinónimo de guerra civil, ataques terroristas y asesinatos durante las últimas cuatro décadas, parece estar reclamando sin cesar la corona de la cultura árabe. Pero lo que es más impresionante es el crecimiento orgánico de la escena cultural que está floreciendo en Beirut a pesar de las deficiencias del gobierno libanés, o quizás gracias a ellas.

Un comerciante encargó un centro comercial donde expondrá mil obras de arte de su colección

Al contrario de como sucede en sus ciudades hermanas del Golfo, poca parte de este florecimiento cultural está siendo impulsado por el Estado, cuyos esfuerzos han estado centrados en preservar y reabrir el Museo Nacional de Beirut, que sufrió daños en la guerra. Una excepción sería el museo Sursock, financiado parcialmente por el gobierno y cuya reapertura está programada para las próximas semanas, después de haberse llevado a cabo una reforma de 13 millones de dólares que ha durado varios años y una expansión de su sala de exposiciones a 8.500 metros cuadrados. Los fondos se consiguieron a través de varias donaciones, así como a través de impuestos municipales del gobierno. Por todo Líbano, otros museos siguen operativos, entre ellos uno dedicado al reconocido poeta y artista Khalil Gibran (1883-1931) que incluye 440 pinturas, situado en la pintoresca ciudad montañosa de Bcharre.

También se están desarrollando
planes para que algunos museos privados alberguen colecciones de importantes mecenas como el palestino Ramzi Dalloul, que ha llegado a amasar la que probablemente es la colección privada más grande de arte árabe moderno y contemporáneo, con unas 3.300 obras (respectivamente, el Mathaf de Qatar alberga una colección de 8.000 obras, en su mayoría de autores árabes, que incluye también arte de Turquía, Irán y »otras regiones conectadas con el mundo árabe»). El comerciante emprendedor Tony Salame ha encargado a la arquitecta Zaha Hadid el diseño de un centro comercial insignia que incluirá una sala de exposiciones de 3.000 metros cuadrados para exhibir su colección de 1.000 obras de arte.

La fundación Saradar, fundada en el año 2000, tiene el objetivo de construir un museo privado que albergue su colección de obras libanesas. Hace poco se llevó a cabo una subasta en Líbano para otro museo de arte más llamado Beirut Contemporary, cuya apertura está planeada para 2020. La subasta recaudó casi el doble de la cantidad estimada inicialmente, llegando a casi un millón de dólares.

Las instituciones libanesas también están jugando un papel importante en este renacimiento cultural. En 2013 se inauguró la Galería de Arte del Banco de Biblos de la Universidad Americana de Beirut, un año después de que recibiera una donación de 60 pinturas por parte de pioneros del arte moderno libanés. Se dice que el financiero y fundador del banco Audi, Raymond Audi, posee la colección más grande de arte de Líbano. Audi comenzó a coleccionar arte en los años ochenta y ha dividido su colección en dos partes: las obras de arte europeo antiguas se encuentran en la sede central del banco en Ginebra, mientras que las cámaras acorazadas y las oficinas de las sedes en Líbano guardan sobre todo obras de arte moderno y contemporáneo libanés y europeo.

Líbano presume de un increíble despliegue de espacios artísticos sin ánimo de lucro

Mientras que el mercado del arte en algunos Estados de Oriente Medio depende sólo de unos pocos compradores, la lista de coleccionistas de arte libaneses es exhaustiva. La colección de arte Mokbel, por ejemplo, presume de una serie de obras maestras de artistas reconocidos como Paul Guiragossian (1926-93). En el número de septiembre de 2014, Le commerce du Levant reseñó otras colecciones importantes como la Souheid (50 obras), Maktabi (70 obras), Buchakjian (50 obras), Saade (140 obras), Karabajakian (600 obras), Jabre (200), Nahas (no revelado) y Ramzi Saidi (600). Estos coleccionistas están sin duda siendo ayudados por el número cada vez mayor de galerías de arte comerciales que han ido brotando en Beirut a lo largo de la última década.

Líbano también presume de un increíble despliegue de espacios artísticos sin ánimo de lucro. En 2009, el Centro de Arte de Beirut (BAC), de 1.486 metros cuadrados, se convirtió en el primer »gran espacio artístico sin ánimo de lucro» del país. Aparte de albergar algunas de las exposiciones de arte colectivas más innovadoras de Oriente Medio, el Centro de Arte de Beirut ha acogido la primera exposición en solitario en Oriente Medio de Mona Hatoum, la reconocida artista palestina nacida en Beirut, actualmente asentada en Londres, junto con Kader Attia, la artista argelina asentada en Berlín.

Se abren espacios de proyectos artísticos innovadores incluso en los feudos de Hizbulá

Hace poco, la llamada Casa de la Rosa de Beirut, construida en 1882, se ha vuelto a poner en funcionamiento y alberga actualmente exposiciones de arte temporales, aunque va a ser convertida en museo. Situada también en el centro de Beirut, la Mansión, un chalé de los años treinta que estuvo abandonado, reabrió en 2012 como un espacio artístico que ofrece proyecciones, exposiciones y residencias artísticas, mientras que el museo de arte MACAM, situado en una gran fábrica reconvertida, se ha vuelto famoso por sus exposiciones de esculturas.

A Makram El Kadi y Ziad Jamaleddine, arquitectos del estudio L.E.F.T., se les encargó reinventar un antiguo centro de exposiciones y convertirlo en el Centro de Exposiciones de Beirut, de 1.200 metros cuadrados, que ha albergado exposiciones en solitario del sirio Marwan y de la palestina Samia Halaby, y también exposiciones colectivas, como »Arte en Irak hoy» y »Puente a Palestina». La Asociación Libanesa de las Artes Plásticas, también conocida como Ashkal Alwan, se fundó hace ya 22 años con el objetivo de fomentar la producción artística. Ésta inauguró en 2011 el Home Workspace, una instalación nueva de 200 metros cuadrados en el área de Jisr el Wati. De hecho, parece que los centros artísticos están proliferando en Líbano, incluyendo a la ciudad de Dahiye, el bastión de Hizbulá, que en 2005 fue testigo de la apertura del Hangar, donde se están llevan a cabo proyectos artísticos innovadores.

Quizás por la relativa facilidad a la hora de obtener licencias para organizaciones sin ánimo de lucro y fundaciones, las instituciones culturales panárabes también han encontrado un hogar en Beirut. La fundación Arab Image, una organización sin ánimo de lucro, se fundó en 1997 y tiene el objetivo de reunir y preservar fotografías de Oriente Medio y de la diáspora árabe. Su colección de 600.000 imágenes ha aumentado recientemente al incluir fotografías de América Latina y África. Líbano también acoge el Fondo Árabe para las Artes y la Cultura, que se fundó en 2007 para financiar a personas que trabajan en diferentes campos, desde las artes visuales e interpretativas hasta el cine y la literatura.

Descoordinación: En Beirut habrá dos museos sobre civilización y arqueología independientes

Uno puede incluso llegar a preguntarse si quizás todo esto está sucediendo demasiado rápido y con poca supervisión y coordinación. Por ejemplo, Beirut es ahora el emplazamiento de dos museos sobre civilización y arqueología independientes, uno diseñado por el arquitecto italiano Renzo Piano, aparentemente con una financiación asegurada de alrededor de 30 millones de dólares por parte de Kuwait, y otro diseñado por GM Architects.

Sin embargo, a pesar del creciente entusiasmo, todavía hay obstáculos para las ambiciones culturales de Beirut. El país ha tenido un »gobierno provisional» a lo largo de prácticamente todo 2013, mientras que lleva sin presidente desde mayo de 2014. La infraestructura de Líbano, incluyendo sus servicios de electricidad y teléfono, se encuentra en unas condiciones deprimentes. Además, hay una inamovible nube de incertidumbre política cerniéndose sobre Beirut. En 2006, los aviones israelíes bombardearon el único aeropuerto de Líbano, haciendo que se cerrara durante semanas y forzando a la gente a huir usando los puertos marítimos y la frontera siria, una opción que ya no existe. Recientemente, un importante comerciante de arte del norte de África confesaba al periódico Al-Monitor su recelo a la hora de vender obras de arte importantes a un relevante coleccionista de Líbano. »Nunca sabes lo que puede pasar allí, no quiero perder la historia de mi país», comentaba el comerciante de arte.

Hay quien no quiere vender obras de arte a Líbano: «Nunca sabes qué puede pasar allí»

Por desgracia, el riesgo de perder obras de arte no es del todo infundado. En los años setenta, 200 artistas de todo el mundo contribuyeron con obras de arte solidarias para un museo palestino en el exilio, entre los cuales se encontraban los iraquíes Dia Azzawi y Kadhim Haidar, los marroquíes Mohamed Chebaa y Mohamed Kacimi, entre otros. Las obras se exhibieron en 1978 en la Exposición Internacional para Palestina en Líbano, pero fueron destruidas durante el asedio israelí de Beirut en 1982 (ahora mismo hay una exposición en el MACBA de Barcelona que trata sobre este suceso).

A pesar de la incertidumbre, los libaneses siguen siendo un pueblo resistente que se han sobrepuesto a agitaciones pasadas y que se benefician de una inigualable red de exitosos inmigrantes libaneses a lo largo de todo el mundo. Aparte, Beirut sigue siendo la única ciudad árabe del mundo en la que obras de arte que lidian con temas tabúes como la desnudez, la homosexualidad, el abuso de drogas, la prostitución, así como representaciones políticas sinceras, pueden ser mostradas en público sin miedo a ser reprimidas. En una región que está presenciando todo tipo de desgracias, desde duras medidas contra la libertad de expresión hasta derramamiento de sangre y abusos de los derechos humanos, la apertura cultural de Beirut es, de hecho, una bocanada de aire fresco.

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