Entrevista

Yasmina Khadra

«Paso de la democracia si ésta permite imponer una dictadura»

Ilya U. Topper
Ilya U. Topper
· 12 minutos
Yasmina Khadra (Segovia, Oct 2009) | © Ilya U. Topper/M’Sur

Khadra (Kenadsa, Argelia, 1955), exmilitar y autor de una decena larga de novelas, todas en francés, visita España para promocionar su última obra, un fresco de la historia colonial argelina. Reside en París desde 2001 pero no duda en sacar la artillería gruesa para defender Argelia, un país del que se siente profundamente patriota.

Desde que promociona su reciente novela Lo que el día debe a la noche (2008), Yasmina Khadra parece querer dejar atrás su fama de escritor de novela negra, que adquirió con la creación del cáustico y idealista comisario Brahim Llob en la Trilogía de Argel, también protagonista de De la parte del muerto. Sendas novelas sobre Palestina (El atentado), Iraq (Las sirenas de Bagdad) y Afganistán (Las golondrinas de Kabul) separan aquella época de la actual.

“La gente espera de mí libros graciosos y sobre integristas. Éste es una ruptura. El libro me reubica en mi simple humanidad”, asegura el escritor durante una rueda de prensa en el Hay Festival de Segovia.

La obra, recién lanzada en España por la editorial Destino, “nació a raíz del encuentro con un pueblo colonial en 1984, Río Salado, construido por españoles y judíos, uno de los más ricos de Argelia. Veía fantasmas por todas partes, me tiraban de la chaqueta…”

Yasmina Khadra es el seudónimo femenino ―compuesto por los segundos nombres de su mujer― que empezó a utilizar el militar Mohammed Moulessehoul para escribir sin ser sancionado por el ejército. “He vivido con el dilema de ser militar y escritor. Como soldado fui irreprochable, pero tenía un territorio propio, donde era yo mismo”, recuerda hoy.

En 2000 reveló su identidad. Pero nunca ha pensado abandonar el seudónimo. “Es el nombre de la mujer que me hizo. Mi madre me parió y mi mujer me hizo hombre. Antes era una especie de Mowgli, no sabía lo que era la amistad, las relaciones sociales. Ella me ha enseñado”, sentencia. Y remacha: “Soy árabe, musulmán y militar; las tres condiciones del machismo que descalifican a la mujer. Escribir con este nombre es la mayor victoria que he podido obtener sobre mí mismo”.

¿Escribir en francés también era una decisión de identidad?
No. Es una decisión cultural. Yo tengo una formación en árabe, leo y escribo. Pero me siento mucho más cómodo en el idioma francés. Para mí, escribir literatura es amar. Nunca podría escribir en una lengua que odiase. Si escribo en francés es simplemente porque es la lengua que más amo.

Pero el pueblo argelino se educa más en árabe. ¿No le niega un posible enriquecimiento a esta lengua…?
No; mis libros se leen mucho más en francés que en árabe.

«Soy árabe, musulmán y militar; las tres condiciones del machismo que descalifican a la mujer»

Viendo su novela La parte del muerto y ahora Lo que el día debe a la noche, ambos sobre el proceso de la independencia de Argel, uno diría que el país vive aún en una especie de trauma…
No. No tiene absolutamente nada que ver. La parte del muerto se desarrolla en los años ochenta. Aunque mi nuevo libro tenga una dimensión histórica, es una saga que empieza en los años treinta y dura hasta 1962; luego al protagonista lo encontramos en la era actual. Es un fresco de la Argelia colonial. Se muestra la evolución de la Argelia colonial a través de la evolución de un niño en un país que ha sido colonizado, que vive primero en la miseria de los árabes y luego pasa al confort de los occidentales. No son dos libros comparables, ni por el estilo ni por el tema.

Aun en los años ochenta, la trama de la otra novela trata de descubrir quién mató a quién durante la guerra de la independencia, que es algo así como el mito fundacional de Argelia.
Ah, pero en La parte del muerto hablo de las altas esferas, no hablo del pueblo. De intereses, de clanes, de redes… de tráfico de influencias, en fin. El pueblo no lo vive así.

Su correcta actitud de escritor se transforma cuando se le pregunta por el trasfondo política de esa Argelia que refleja con tanta acidez en sus novelas. Reluce la dureza del militar, patriota hasta la médula, defensor acérrimo de una Argelia que él mismo define como “maltratada por la historia y por sus propios hijos”. “Con 9 años me encerraron en un cuartel y todo lo que he escrito es un intento de recuperar esta etapa perdida”, confiesa antes de disparar.

En los años ochenta no se esperaba la gente que hubiera un movimiento islamista como el que irrumpió en escena en 1991 y desembocó en una cruel guerra civil?
No; nadie los esperaba, nadie podía sospecharlo. Los argelinos tienen la particularidad de ser mucho más laxos, más indulgentes. Perdonan rápidamente. Y hasta hoy no entienden que unos argelinos puedan ser capaces de tanta atrocidad. Hasta hoy no se lo creen del todo, dicen que hay cosas raras ahí.

Efectivamente, se murmura que los servicios secretos están implicados en las masacres atribuidas a los islamistas radicales. ¿Cree que hay algo de verdad en eso?
No. No es verdad.

¿Es sólo una excusa para explicarse lo inexplicable?
Lo que sucede en Argelia sobrepasa la imaginación. Es algo que se nos escapa completamente; uno nunca llega del todo a decepcionarse con su realidad. Es de locos. Yo he hecho la guerra durante ocho años y aún me pregunto: ¿cómo puede un pueblo tan valiente, tan generoso como el argelino caer tan bajo?

Dicho así parece que hay un abismo enorme entre el pueblo argelino y los integristas islamistas. Pero ellos son el pueblo también. Recogieron votos, ganaron las elecciones de 1991…
Todo eso de las elecciones a mí no me vale. Creo que se hizo bien en interrumpirlas. Yo paso de una democracia que permite que se imponga una dictadura. Si hay que luchar contra la democracia para impedir la dictadura, yo lucharé contra la democracia. ¿Qué nos quieren enseñar? Los occidentales se creen más inteligentes que nosotros. ¿Pero dónde estáis llegando hoy con toda esa democratización, toda la manipulación política, las mentiras mediáticas…? Nosotros sabemos lo que nos pasa. Sufrimos lo que nos pasa. Los franceses hablan mucho del juego democrático pero ¿porque no dejan que gane Le Pen? Porque no quieren esa dictadura para ellos mismos, pero para nosotros…. No, no: ya es hora de que la gente entienda que nosotros hacemos lo que tenemos que hacer.

Pero no me negará que los resultados fueron atroces. Cree que…
Si los alemanes en 1932 hubiesen decidido abortar las elecciones que entronizaban el nazismo, se habrían ahorrado 60 millones de muertos. Nosotros hemos tenido el coraje que los alemanes no tuvieron.

«Si hubiéramos dejado ganar a los islamistas en 1991, hoy, Europa se cagaría patas abajo»

Es decir, usted cree que si se les hubiera dejado ganar a los islamistas, habría habido aun más muertos.
Si hubiéramos dejado ganar a los islamistas, hoy, Europa se cagaría pata abajo. Porque la amenaza es real. El IRA hizo temblar el mundo, imagínese un segundo IRA en el Mediterráneo. Y un tercero en Asia. Y un cuarto en África…  No sería equivocado alabar nuestro coraje. No es a nosotros a quién deberíais dar lecciones en valor, visión y democracia.

La independencia de Argelia traza por primera vez una división a través de todo el Mediterráneo: hasta 1962, Francia estaba presente en ambas orillas. Hasta el siglo XX, el Imperio Otomano dominaba partes de Europa. Para no hablar de la época romana. Hoy, el Mediterráneo es frontera…
No, no, no. Eso es lo que desean los políticos y las finanzas internacionales: trocear, compartimentar las orillas para gestionarlas mejor, investir mejor. Pero los pueblos no se dejan engañar. Los pueblos se baten también para que no exista esa fractura. No podrá existir nunca. Es un delirio querer dividirnos.

¿Piensa entonces que la división entre occidentales y musulmanes es artificial?
Por supuesto es completamente artificial y no tiene ninguna razón de ser. El mundo pertenece a todos los seres humanos. Estamos todos manipulados. Vosotros, los occidentales, os creéis más inteligentes, pero sois más inteligentemente manipulados.

¿De ahí el aparente choque de culturas que vivimos actualmente?
Hay una ignorancia total de las características orientales. Esta ignorancia se convierte en desconfianza. Y la desconfianza se convierte en agresión. Verbal o militar. Es el miedo a lo que ignoramos, no el miedo a lo que conocemos. Este es el problema de Occidente. Pero yo soy de los que piensan de que los pueblos no se dejarán hacer. Ningún pueblo, ni el español, ni el francés… Hoy estamos viendo adónde nos conducen los políticos. Fíjese en el vasallaje de la política respecto a las finanzas internacionales. Si el esfuerzo dedicado a las bolsas se hubiera orientado hacia el bienestar del mundo no habría ya guerras. Pero resulta que el hombre odia la paz. Resulta que las finanzas internacionales no soportan la paz porque se quedarían en paro técnico.

Tras la independencia, Argelia inició un proceso de arabización. No ha renunciado un poco a su herencia europea?
No se puede renunciar a una herencia histórica, porque es la que nos forma. Si una renuncia a su herencia, no sería nada. No se le puede quitar a los españoles la herencia andaluza….

Pero Argelia ha importado profesores hasta desde Egipto para convertirse en un país más árabe de lo que nunca fue.
Ah, pero la lengua no tiene nada que ver. La lengua es la identidad de las naciones, es lo que las une, las federa. No se les puede reprochar a los argelinos a que enseñen el árabe, como no se puede reprochar a los españoles que enseñen el castellano…

Pero sí se les puede reprochar de no enseñar el tamazigh.
Sí… eso es cierto. Yo estoy a favor de que se enseñen todas las lenguas. Soy un hombre de cultura y no tengo miedo a la cultura. Pero tras esta reivindicación hay sobre todo una trampa política. Hay que desconfiar. No hay que dejarse influenciar por las políticas de Occidente…

No me negará que la cultura amazigh es una realidad bien visible en Argelia, y en absoluto un invento de Occidente. 
Sí, claro que está visible. La gente amazigh escribe en tamazigh, hay libros en tamazigh…¿Qué más quiere? Después de tantos problemas con el integrismo ¿ahora quiere crear un problema entre árabes y bereberes?

Yo no. Es un hecho que el tamazigh no se enseña en los colegios…
¡Pero es eso! Usted, como periodista, está manipulado por los políticos. Le hacen creer que usted milita por una causa cultural, cuando para ellos, usted es un instrumento con el que fomentan la sedición en una nación.

No conozco Argelia, pero…
¡Ahhh! ¡Es lo que llamo la manipulación inteligente! Le convierten a usted en militante de una causa que desconoce. Usted sirve a gente que está a la sombra, porque usted no conoce esta realidad. Vaya a Argelia, estudie el país…

…pero en Marruecos, la reivindicación amazigh es cultural, no tiene nada que ver con una sedición.
Argelia no es Marruecos.

¿Quiere decir que la reivindicación cultural bereber en Argelia se utiliza para crear divisiones en el país?
Por supuesto. Toda esta manipulación… Hay que enseñar a los ciudadanos a desconfiar de todo lo que viene de la política. No se debe caer en estas trampas, no se debe militar en causas de las que se ignora todo. No dudo de su integridad. Dudo de su vigilancia. Usted no vigila.

Yo sólo hago preguntas.

Pese a sus arrebatos, Yasmina Khadra ―en este momento parecería más adecuado llamarlo Mohammed Moulessehoul, nombre que figura en su tarjeta de visita― nunca pierde la expresión cordial de un hombre capaz de decir cuatro verdades, las suyas, a la cara de cualquiera sin por eso menospreciar a su interlocutor. Eso sí, parece algo amargado por las críticas que ha recibido tras aceptar el cargo de director del Centro Cultural Argelino de París.  Continúa:

Hoy, en Francia, los medios de comunicación y los políticos han conseguido convencer a los argelinos que la única forma de tener credibilidad es ser disidente. Si no eres disidente, si no renuncias a tu país, si no reniegas de tu religión  y tu identidad, si no estás en la confrontación más idiota con tu gobierno, no tienes credibilidad. Y si intentas servir a tu país, te conviertes en un sospechoso. Yo intento servir a mi país, a mi nivel. Por eso, para algunos, soy un sospechoso. Pueden pensar lo que quieren. Lo que importa es lo que pienso yo y mi propia integridad.

Por supuesto.
Yo, por lo menos, sé lo que soy y por qué lucho: por el país de los hijos. Si el país me necesita, estaré presente. Lo dije en enero de 2001, la primera vez que llegué a Francia, via México: si Argelia me necesita, estoy dispuesto a renunciar a todo y regresaré. Porque Argelia ya no me pertenece, pertenece a los hijos. Y yo debo batirme por los hijos.