El desarraigo del marino
Nikos Kavvadias es un personaje muy interesante dentro de la literatura neohelénica, tanto por su biografía como por la repercusión de su escasa obra poética. Y ello porque su vida fue una aventura constante, casi una novela, y su poesía caló en los corazones de los griegos desde el principio, y sobre todo a partir de ser musicada, ya a finales de los 70, con lo que sus versos pasaron a formar parte de la memoria musical de Grecia.
Nació en 1910 en Manchuria, relativamente cerca del fin del continente asiático, donde su padre, como buen griego comerciante, tenía negocios de importación y exportación. Con el estallido de la primera guerra mundial y ante los claros indicios de inestabilidad en la zona, el señor Kavvadias decidió llevar a la familia de vuelta a la patria, a la isla de Cefalonia, por su seguridad, aunque él volvió para vigilar su negocio.
El regreso a Grecia se realizó en el mítico transiberiano, en el que sería primer gran viaje para el pequeño Nikos. A los siete años retornó su padre arruinado moral, física y monetariamente. Moriría un tiempo después, por lo que Nikos comenzó a trabajar como marino profesional (telegrafista), su oficio ya hasta la muerte.
No obstante, las inquietudes culturales y literarias de Kavvadias le acompañaron desde la niñez, y ya en la adolescencia empezó a colaborar con publicaciones juveniles. Estos dos amores suyos, el mar y las letras, hacen de su persona y su obra un sorprendente conjunto, pues lo que en apariencia resulta un oficio trivial encubre a alguien con un enorme conocimiento de arte, literatura, historia, etc. De hecho, se suele decir de él que no es un marino que escribe versos, sino un poeta que se ha dedicado al mar.
Su obra poética, con todo, es poco abundante: se limita a tres colecciones que corresponden a tres momentos diferentes de su vida. La primera es Marabú (1933), que nos muestra a un poeta joven, influido por otros autores, como Baudelaire. Hasta 1947 no saldrá Niebla, obra más intimista, de lenguaje sucinto y significado oscuro. Por último, De través se publicó muy poco antes de su muerte, en 1975, y es ya la obra del hombre de mar en el otoño de su vida, de la que hace un balance cuando menos amargo y nostálgico. Entre otras muchas colaboraciones, relatos, etc., hay que destacar La guardia, especie de novela de enorme complejidad, que trata muchos de los temas que aparecen de manera sinóptica en sus poemarios.
Y es que, frente a lo que pudiera pensarse, Kavvadias no canta el azul del Egeo, ni la belleza de los paisajes. Muy al contrario, por sus versos desfila la soledad y el desarraigo del marino a miles de kilómetros de su tierra y su gente; los entornos portuarios con las más viles criaturas de la noche: prostitutas, contrabandistas, borrachos…; la sífilis, presente en todos los destinos; personajes atormentados por abominables historias, crímenes o vicios; la pureza del fondo marino frente a la inmundicia de la tierra firme.
Todo ello, en eterna paradoja con el deseo eterno de partir, con la sensación de estar atrapado en un oficio que al mismo tiempo es una pasión e inunda cada verso con su lenguaje propio, algo que constituye una dificultad añadida para su lectura y traducción: términos náuticos, miles de toponímicos y expresiones marineras constelan su obra, junto a numerosas referencias a personajes históricos o literarios, o bien a obras de arte.
Estos temas, junto a su clara defensa de la libertad en unos tiempos en que la guerra arreciaba en España, para más tarde asolar Grecia en los duros años de la ocupación alemana y su posterior guerra civil, hicieron de sus poemas cantos a la rebeldía y al libre pensamiento de los pueblos. Especial interés para nosotros revisten sus poemas dedicados a Lorca y Guevara respectivamente.
Adjuntamos una versión en español de tres poemas, pertenecientes a Marabú, Niebla y De través.
[Raquel Pérez Mena]