Crítica

Acuarela sin profundidad

Ilya U. Topper
Ilya U. Topper
· 4 minutos

Rafik Schami
El secreto del calígrafo

Género: Novela
Editorial: Salamandra
Páginas: 416
ISBN:  978-84-2334-996-8
Precio: 21 €
Año: 2008
Idioma original: alemán
Título original: Das Geheimnis des Kalligraphen
Traducción: Carlos Fortea Gil

 

Aquí tiene usted un retrato de Damasco a la acuarela. Podría lanzar la metáfora fácil y decir que Rafik Schami (Damasco, 1946, nombre artístico de Suheil Fadel, un cristiano sirio exiliado desde 1971 en Alemania) ha caligrafiado la ciudad de su infancia. Pero la mayor parte de la novela se asemeja a una mezcla de un alegre paisaje urbano pintado por Claude Monet y un cuadro de época.

Schami, un autor prolífico y muy reconocido en Alemania (publica desde hace 30 años en alemán), ha creado una novela histórica clásica, aunque ambientada en un pasado reciente: el Damasco de los últimos años cincuenta. Como cabe esperar, la vida, los colores, aromas y hábitos de la ciudad están pintados con un trazo seguro y cercano, del mismo modo que los críos que pueblan las callejas: cristianos, musulmanes, casi siempre juntos y revueltos.

Mientras desfilan niños, adolescentes y calles, todo va bien. Pero cuando el autor se ve frente al reto de dibujar el perfil psicológico de sus personajes adultos, el trazo se le vuelve inseguro. Que me expliquen cómo una muchacha de veinte años, con educación secundaria, formada como modista y suficientemente lanzada como para ir a buscar los primeros besos y caricias a la azotea vecina, acepte de repente casarse con un hombre mucho mayor al que nunca ha visto en su vida. Sin un amago de protesta. No digo que no ocurra: ocurre hasta hoy. Pero la labor de un novelista es explicarlo, mostrar la psique de las personas, llevarnos por sus emociones hasta que las entendamos.

El fallo se repite cada vez que Schami se enfrenta a un giro inesperado: entonces se limita a describir el curso de los acontecimientos sin permitirnos a comprender la evolución de su personaje. Y a falta de esta profundidad psicológica, la trama deja de ser un torbellino que arrastra al lector sino que se asemeja más bien a un río lento en el que hay que avanzar a golpe de remo. Y no ayuda nada el que la novela se convierta, conforme avanza, en un hormiguero con centenares de personajes secundarios, a menudo limitados a breves cameos. ¿Intenta el autor reemplazar la profundidad por la amplitud?

No ayuda el que la novela se convierta en un hormiguero con centenares de personajes secundarios

No me entiendan mal: Rafik Schami no escribe peor que la inmensa mayoría de los novelistas cuyas obras se amontonan en las grandes superficies. Si a usted le gustan Amin Maalouf, Ken Follet o Antonio Gala, sin duda le gustará El secreto del calígrafo. Y además aprenderá mucho sobre un país y una época ―la Siria contemporánea, tan cercana a nosotros ― como sobre una civilización histórica ―la árabe― y ya nunca olvidará el nombre del inmenso calígrafo y científico Ben Muqla (o Ibn Muqlah). Otra cosa es si está usted acostumbrado a alimentarse con escritores de la talla de Juan Rulfo, Gustav Meyrink o Joseph Kessel.

Una última anotación, señor Schami: permítame que le diga que me he sentido un poco estafado al terminar el libro: insiste usted en que el calígrafo quiere simplificar la escritura árabe reduciendo el alfabeto de 28 letras a 19, y usted se sirve de esta reforma para darle una dimensión política a su novela, pero en ningún momento me dice qué letras habría que suprimir. Usted sabe árabe, sabe que cada letra expresa un fonema claramente distinto a todos los demás, aun cuando cada habla local confunde unos cuantos de ellos (pero en Siria no se confunden los mismos que en Egipto o en Marruecos). ¿Por qué, después de 416 páginas, no me desvela el secreto del calígrafo y me dice cuál podría ser esta reforma radical del alfabeto? ¿Se atrevió usted a imaginarla?
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