Entrevista

Samira Sitaïl

«Nuestra batalla más dura es la imagen que el mundo tiene de nosotros»

Alejandro Luque
Alejandro Luque
· 10 minutos
Samira Sitaïl | Cedida
Samira Sitaïl | Cedida

Pretender que Samira Sitaïl permanezca quieta durante mucho tiempo es casi una quimera. A su alrededor la reclaman continuamente y su teléfono echa humo. Sin embargo, cuando la directora de los informativos de la TV pública de Marruecos se detiene unos minutos para atender a la entrevista, su discurso es firme y nada disperso. “No hay ningún tema del que no se pueda hablar”, advierte de entrada.

Nacida y criada en Francia, Sitaïl estudió periodismo de televisión en París e hizo prácticas en varias cadenas francesas antes de recalar, en 1987, como becaria en la televisión pública marroqui. Pronto se convirtió en parte de la plantilla, luego dirigió un programa de noticias en la recién creada 2M y en 2001 fue nombrada directora de los informativos de esta cadena.

Desde este cargo, la periodista aboga por el debate como signo de salud y vitalidad de la sociedad marroquí, pero se muestra dura con los profesionales que, en su opinión, exceden los límites deontológicos y confunden periodismo y política. No rehuye la polémica. Han corrido ríos de tinta para describir sus enfrentamientos con el equipo de 2M, con el sindicato de periodistas, con la prensa francófona vanguardista…

Para algunos, Sitaïl es un ejemplo de mujer emancipada y profesional que acaba con un estancado sistema patriarcal, para otros un títere del poder demasiado cercana al Palacio. No deja indiferente a nadie. El motivo de su reciente visita a Sevilla fue su intervención en un encuentro de la Fundación Tres Culturas con una conferencia titulada ‘Mujer y poder’.

Aunque se expresa en un correctísimo castellano, Sitail solicitó revisar esta entrevista antes de ser publicada: “Sólo para asegurarme de que he usado las palabras precisas en español, no para censurar. Soy periodista”, matizó. La entrevista le fue enviada, y aparece aquí tal cual, sin ninguna corrección.

¿Cuál es la cuota de poder real de la mujer en Marruecos?
Mucha. La mujer marroquí, y en el mundo árabe y musulmán en general, es una mujer líder, que da ejemplo en política, en los medios de comunicación, en la vida social. Su conquista del poder toca todos los campos. Pero claro que no es suficiente. Ahora en Marruecos tenemos a siete mujeres ministras, algunas con responsabilidades muy importantes, como la de Energía y Medio Ambiente. Pero esperamos que haya también algún día una ministra de Economía, o del Interior. En el Parlamento marroquí, un diez por ciento son mujeres, y es un número importante. No sé cuál es el porcentaje en España…

Aquí se aspira a la paridad, más o menos el cuarenta por ciento.
Lo que sucede en Marruecos es que es un país musulmán, muy tradicional, pero que apuesta por la modernidad y la apertura. Por un lado el progreso, combinado con tradiciones muy fuertes, que la población quiere que sigan arraigadas. Ésa es la identidad de Marruecos. Y las mujeres tenemos que librar batallas importantes cada día.

¿Ha tenido usted problemas en dirigir una gran cadena de televisión siendo mujer?
En el Magreb una tiene cada día situaciones de conflicto con los hombres por ser mujer. Sé que para ellos no es lo mismo discutir con Samira Sitaïl que hablar con un hombre. Pero son batallas que acepto como normales. La batalla más dura que libramos ahora es la de la percepción del mundo exterior respecto del estatus de las mujeres. Por ejemplo, en España la actualidad es el velo, el niqab, el hiyab. Los españoles, a través de la televisión y la prensa, tienen una opinión de la mujer marroquí determinada por esa cuestión, y es totalmente irreal. Es importante corregir la deformación de lo que vivimos cada día sobre el terreno en Marruecos.Claro que tenemos problemas, cada día es una batalla diferente, pero no es lo que vemos en la prensa española.

TV-2 tiene fama de haber realizado muchos programas y documentales atrevidos, críticos. ¿Qué polémicas han sido las más sonadas que su cadena ha suscitado?  
En nuestra cadena se habla de todas las cuestiones que son tabú, la pedofilia, la prostitución, las resistencias al cambio que representan los conservadurismos… Tenemos un partido, el PJD, que es muy conservador, que ha hecho manifestaciones contra la cadena y contra mí, porque tratamos del comportamiento y la ideología de este partido, que perjudica mucho a la libertad de los marroquíes, particularmente en relación con la mujer y las libertades individuales. Lo importante es que hay debates, permitimos el debate, y eso es lo más importante para un país que quiere la modernidad y la democracia. En la mayoría de los países árabes y musulmanes, las cadenas públicas no juegan ese papel.

Y sin embargo, la libertad de expresión está últimamente en retroceso en Marruecos; así lo dicen Amnistía Internacional, Human Rights Watch… ¿Cómo lo ve usted? 
Es una situación muy complicada. La complicación viene de la necesidad de reformar todos los aspectos de la vida de los medios. Hace diez años tenemos un nuevo rey, y Mohamed VI parece haber decidido dejar trabajar a la prensa de manera normal. Antes había un poder más estricto, con un ministro del Interior, Driss Basri, que controlaba mucho a la prensa. El poder de 1999 decide que la prensa debe hacer su trabajo, todo estaba bien, hasta que llega un momento en que no se critica al rey por su trabajo, ni por sus decisiones; no por lo que hace, sino por lo que es. Eso lo hacen algunos periodistas. Otra parte de mis colegas hacen un trabajo muy profesional, hablando por ejemplo de la fortuna del rey de la manera más normal —eso era antes un tabú— y no ha ocurrido nada.

¿Dónde está el problema, entonces?
Una tercera parte de mis colegas es incompetente, porque el trabajo de periodista es decir la verdad, contar lo que ocurre y explicarlo, argumentarlo. En un momento dado entra la Justicia en este juego. La Justicia marroquí, en mi opinión, no está preparada para tratar los casos de prensa. Tratar la difamación, por ejemplo, no es tratar los casos de pedofilia, de prostitución… No tenemos una justicia especializada en casos de prensa, tenemos que hacer una reforma muy profunda para permitir a los periodistas trabajar. En Marruecos puedes crear un periódico de una manera muy fácil, sin exigencias de profesionalidad. Hoy tenemos en Marruecos 300.000 ejemplares vendidos cada día, para 700 cabeceras de prensa escrita, todas mezcladas en el kiosco. Si haces la división, es una catástrofe. En Egipto, en Argelia, un diario vende cada día 500.000. ¿Por qué esta situación? ¿Pone el poder una pistola a los lectores para que no compren la prensa? Claro que no. Es porque no tienen confianza en esta prensa.

¿Cómo cree que va a evolucionar la situación?
Ahora va a crearse un juez especializado en casos de prensa, y va a ser un cambio muy importante. Si tengo 10.000 euros de ingresos publicitarios al mes, y la Justicia me dice que tengo una multa de 10.000 euros, ¿cómo puedo hacer para pagarlo? Es demasiado. ¿Lo que el poder quiere es que no exista? No. Hay libertad para decir las cosas, pero por otro lado una parte de la prensa se ha transformado en una oposición política, y el poder en Marruecos es la monarquía.Mi trabajo es denunciar, pero informando y explicando lo que ocurre, no haciendo oposición política. Hace cuatro meses, empezamos un debate nacional con los partidos políticos, periodistas, sindicatos de prensa, todos los actores participan en un debate nacional sobre la reforma del sector para evitar que haya más escándalos de estos, que no nos permiten una lectura clara de lo que pasa en Marruecos.

¿Cree que el islamismo como movimiento político va a influir en esas cuestiones?
Tenemos que recordar que en las elecciones del 2007, todos los países occidentales, España, Francia, esperaban que el partido islámico fuera el primero. No vamos a hablar cómo se organizan las elecciones en Marruecos, con observadores internacionales, etc…Pero en 2007 creían que los islamistas arrasarían y no fue el caso. ¿Por qué? Porque la sociedad marroquí sabe lo que quiere. El discurso de los islamistas sobre la mujer y todos los aspectos de la sociedad lo conocemos. Sabemos lo que hay. El partido PJD no está presente en todo Marruecos, es un partido de ciudad, no existe en las montañas, ni en el campo, su influencia es muy limitada. Hay un límite en la propaganda, en la demagogia. La realidad de los marroquíes de cada día es que necesitan empleo, salud, una casa para vivir. En el programa de este partido no hay una receta mágica para crear 500.000 empleos cada año en Marruecos, y esto lo saben los marroquíes. Pienso que han comprendido que deben jugar un papel político, que su discurso debe ser político, y no religioso. La identidad religiosa de Marruecos es muy fuerte, tiene muchas influencias históricas, pero no la influencia que viene de Arabia Saudí o de Bin Laden. Es muy tradicional, pero al mismo tiempo abierto y tolerante. La madurez del pueblo no permite esas derivas.

¿Qué significa en el panorama audiovisual de Marruecos la nueva cadena íntegramente en tamazigh? ¿Y cómo es la convivencia con el árabe clásico y el coloquial en la prensa?
La identidad de Marruecos la componen todas estas culturas diferentes. Somos un país árabe, judío, bereber, todo eso somos. ¿Cómo podemos progresar si nos limitamos a una sola parte? Una cadena amazigh está muy bien, la ve mucho la gente, la necesitábamos y por fin existe. En las dos televisiones públicas marroquíes hay un 60 por ciento de contenidos en árabe, y un 40 por ciento francés, ¿por qué no? Tenemos un telediario en español, algo que en mi opinión muestra la diversidad de nuestra cultura. ¿Por qué limitarte y ser monolingüe? Si podemos aprender el chino, y en los próximos diez o quince años dicen que será la lengua de los negocios… El árabe es una lengua importante, tenemos el clásico y también el dialecto, el dariya, que se habla en la vida de cada día. ¿Por qué privilegiar automáticamente uno y no otro? Esta identidad plural creo que intriga al mundo exterior. No entienden a una monarquía que reivindica sus tradiciones, su Historia, su religiosidad, pero también su modernidad y su voluntad de progresar. Todo esto asusta a una parte del mundo árabe y a una parte del mundo occidental. Pero creemos que estamos en el buen camino. Mientras Marruecos se desarrolla, hay muchos países europeos que se hunden: y me refiero a los valores que construyen una sociedad.