Opinión

Con amigos así…

Uri Avnery
Uri Avnery
· 10 minutos

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Israel| Diciembre 2011

Dios mío, ¡qué panda más rara de aspirantes republicanos a la presidencia de Estado Unidos!

Qué lamentable panda de analfabetos y completos chiflados. O, peor aún, qué panda de estafadores y cínicos! (Con la posible excepción del buen doctor Ron Paul).

¿Es esto lo mejor que puede dar una nación grande y orgullosa? ¡Qué espantosa es la idea de que uno de ellos pueda convertirse de verdad en la persona más poderosa del mundo, con un dedo puesto en el botón de la mayor bomba nuclear!

Pero concentrémonos en el actual favorito. (Parece que los republicanos cambian de favorito como de camisa.)

Es Newt Gingrich. ¿Le recuerdan? El portavoz del Congreso que tuvo una relación extramarital con una becaria mientras que lideraba la campaña para destituir al presidente Clinton por haber tenido una relación extramarital con una becaria.

Pero ese no es el tema. El tema es que este gigante intelectual, llamado así por Isaac Newton, puede que el mayor científico de la historia, ha descubierto una gran verdad.

Gingrich ha descubierto algo impactante: existe un pueblo “inventado” (el palestino)

El Newton original descubrió la Ley de la Gravedad. Newton Leroy Gingrich ha descubierto algo no menos impactante: existe un pueblo “inventado”, refiriéndose a los palestinos.

Lo que un humilde israelí como yo podría responder, en el mejor hebreo coloquial: “¡Buenos días, Eliyahu!”. Así nos inclinamos ante la gente que ha hecho un gran descubrimiento que, por desgracia, ya había sido descubierto por otros mucho antes.

Desde el principio, el movimiento sionista ha negado la existencia del pueblo palestino. Es un artículo de fe.

La razón es obvia: si existe un pueblo palestino, entonces el país que los sionistas estuvieron a punto de adquirir no estaba vacío. El sionismo supondría una injusticia de proporciones históricas. Como son personas muy idealistas, los sionistas originales encontraron una salida a este dilema moral: simplemente negaron su existencia. El eslogan ganador fue “Una tierra sin pueblo por un pueblo sin tierra.”

Así que ¿quiénes eran estos curiosos seres humanos que se encontraron cuando llegaron al país? Oh, ah, bien, eran sólo gente que estaban allí por casualidad, no un pueblo. Transeúntes, por así decirlo. Más tarde, continúa la historia, después de que hubiéramos hecho florecer el desierto y convertido una tierra árida y descuidada en un paraíso, los árabes de toda la región acudieron en masa al país, y ahora tienen la temeridad, de hecho tienen la insolencia, de manifestar que constituyen ¡una nación palestina!”

Esto siguió siendo la línea oficial, incluso muchos años después de la creación del Estado de Israel. Es famosa la exclamación de Golda Meir: “¡No existe algo así como un pueblo palestino!”

Es famosa la exclamación de Golda Meir: “¡No existe algo así como un pueblo palestino!”

(A lo que yo respondí en la Knesset: “Señora primera ministra, tal vez tenga razón. Tal vez no haya en realidad ningún pueblo palestino. Pero si millones de personas por error creen que son un pueblo, y se comportan como un pueblo, entonces lo son.”)

Se contrató una enorme máquina de propaganda, tanto en Israel como en el extranjero, para “probar” que no había pueblo palestino. Una mujer que se llama Joan Peters escribió un libro (“Desde tiempo inmemorial”) demostrando que la gentuza que se llama a sí misma palestinos no tienen nada que ver con Palestina. No son más que intrusos e impostores. El libro tuvo un enorme éxito… hasta que algunos expertos lo desmontaron y demostraron que todo el edificio de pruebas concluyentes era una auténtica basura.

Yo mismo he pasado muchos cientos de horas intentando convencer al público israelí y extranjero de que existe un pueblo palestino y que tenemos que hacer la paz con ellos. Hasta que un día el Estado de Israel reconoció la OLP (Organización para la Liberación Palestina) como el único representante del “pueblo palestino”, y se enterró la discusión.

Hasta que Newt apareció y, como el Jesús de los últimos días, la resucitó de entre los muertos.

Evidentemente está demasiado ocupado como para leer libros. Es verdad, una vez fue profesor de historia. Pero durante muchos años ha estado muy ocupado trabajando como portavoz en el Congreso, amasando una fortuna como “asesor” de grandes empresas y ahora intentando llegar a presidente.

De lo contrario, seguramente habría encontrado un brillante libro de historia de Benedict Anderson, “Comunidades Imaginadas”, que afirma que todas las naciones modernas son inventadas.

El nacionalismo es un fenómeno histórico relativamente reciente. Cuando una comunidad decide ser una nación, tiene que reinventarse a sí misma. Eso significa inventar un pasado nacional, reorganizar hechos (y no hechos) históricos para crear una imagen coherente de una nación que existe desde la antigüedad.

Cuando una comunidad decide ser una nación tiene que inventar un pasado nacional

Hermann el querusco, miembro de una tribu germánica que traicionó a sus patronos romanos, se convirtió en un héroe “nacional”. Los refugiados religiosos que llegaron a América y destruyeron la población nativa se convirtieron en una “nación”. Miembros de una diáspora etno-religiosa se constituyeron en una “nación judía”. Otros muchos hicieron más o menos lo mismo.

En realidad, Newt le podría sacar provecho a un libro del profesor de la Universidad de Tel Aviv, Shlomo Sand, un judío kosher, cuyo título en hebreo habla por sí solo: “¿Cuándo y cómo se inventó el pueblo judío?”

¿Quiénes son estos palestinos? Hace como cien años, dos jóvenes estudiantes de Estambul, David Ben Gurion y Yitzhak Ben Zvi, el futuro primer ministro y el presidente de Israel respectivamente, redactaron un tratado sobre los palestinos. La población de este país, decían, nunca ha cambiado. Sólo en ocasiones se han deportado pequeñas élites. Las ciudades y pueblos nunca se han movido, como demuestran sus nombres. Los cananitas se hicieron israelíes, después judíos y samaritanos, más tarde bizantinos cristianos. Con la conquista árabe, lentamente adoptaron la religión del islam y la cultura árabe. Estos son los palestinos de ahora. Tiendo a estar de acuerdo con ellos.

Gingrich, reproduciendo la línea de la propaganda sionista, hoy ya descartada por muchos sionistas, argumenta que no puede haber un pueblo palestino puesto que nunca hubo un Estado palestino. La gente de este país eran simplemente “árabes” bajo dominio otomano.

¿Entonces qué? Los señores de las colonias francesas solían contarme que no hay un pueblo argelino, puesto que nunca hubo un Estado argelino, ni siquiera hubo nunca un país unido llamado Argelia. ¿Alguien que apoye esta teoría ahora?

Los colonos franceses negaban al pueblo argelino porque nunca hubo un Estado argelino

El nombre “Palestina” fue mencionado por un historiador griego hace unos 2.500 años. Un “duque de Palestina” es mencionado en el Talmud. Cuando los árabes conquistaron el país, lo llamaron “Filastin”, como aun hacen. El movimiento nacional árabe nació en todo el mundo árabe, incluida Palestina, al mismo tiempo que el movimiento sionista, y se esforzaba por conseguir la independencia del sultán otomano.

Durante siglos, Palestina era considerada una parte de la Gran Siria (la región conocida en árabe como “Sham”). No había distinción formal entre sirios, libaneses, palestinos y jordanos. Pero cuando, después de la caída del imperio otomano, las potencias europeas se repartieron el mundo árabe, un Estado llamado Palestina se convirtió en un hecho bajo el mandato británico, y el pueblo árabe palestino se estableció como una nación separada con su propia bandera nacional. Muchos pueblos en Europa, Asia, África y Latinoamérica hicieron lo mismo, incluso sin pedirle confirmación a Gingrich.

En realidad sería irónico si se esperase que los miembros de la nación “inventada” Palestina pidieran el reconocimiento de los miembros de la “inventada” nación judía/israelí, a petición de un miembro de la “inventada” nación americana, persona que, por cierto, es de un linaje mestizo alemán, inglés, escocés e irlandés.

Hace años, hubo una controversia efímera sobre los libros de texto palestinos. Se decía que eran antisemitas e incitaban al asesinato. Eso fue enterrado cuando se hizo evidente que las autoridades de la ocupación israelí habían aprobado todos los libros escolares palestinos, y muchos fueron heredados del anterior régimen jordano. Pero Gingrich tampoco se lo piensa dos veces antes de resucitar este cuerpo.

Todos los palestinos, hombres mujeres y niños, son terroristas, afirma, y los alumnos palestinos aprenden en la escuela a matarnos a los pobres e indefensos israelíes. Ah, ¿qué haríamos sin esos defensores tan fuertes como Newt? Qué pena que esta semana se publicara una foto suya dándole la mano a Yasser Arafat.

Y por favor no le enseñen los libros de texto que se usan en algunas de nuestras escuelas, ¡especialmente en las religiosas!

¿Es realmente una pérdida de tiempo escribir sobre tales tonterías?

Parece que sí, pero no se puede ignorar el hecho de que el dispensador de estas insensateces puede ser el futuro presidente de los Estados Unidos de América. Dada la situación económica, esto no es tan improbable como parece.

Israel se ha convertido últimamente en la Meca de todos los racistas del mundo

En cuanto a ahora, Gingrich esta haciendo un inmenso daño a los intereses nacionales de Estados Unidos. En esta coyuntura histórica, las masas en todas las plazas Tahrir de todo el mundo árabe se están preguntando por la actitud de América. La respuesta de Newt contribuye a un nuevo y más profundo anti-americanismo.

Desgraciadamente, él no es el único extremo derechista que busca abrazar Israel. Israel se ha convertido últimamente en la Meca de todos los racistas del mundo. Esta semana nos ha honrado con su visita el marido de Marine Le Pen, líder del Frente Nacional Francés. El peregrinaje al Estado judío es ahora una obligación para todo aspirante a fascista.

Uno de nuestros antiguos sabios acuñó la frase: Si el estornino acude al cuervo es por algo: son del mismo tipo.

Gracias, pero lo siento. No son mi tipo.

Y citando otro proverbio: Con amigos así, ¿quién necesita enemigos?

 

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