Los rebeldes libios quieren combatir solos

Daniel Iriarte
Daniel Iriarte
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Rebeldes libios cerca de Bengasi  (Feb 2011) |   ©  Daniel Iriarte
Rebeldes libios cerca de Bengasi (Feb 2011) | © Daniel Iriarte

“Si los americanos quieren tirar un misil contra la casa de Gadafi, que lo tiren. Pero no les vamos a dejar poner el pie en Libia”. Así de contundente se muestra Dris Al Mansouri, uno de los portavoces del comité rebelde en Tobruk.

A pesar de la exitosa contraofensiva que las fuerzas leales al presidente libio Muamar El Gadafi están llevando a cabo contra las posiciones de los rebeldes, éstos se resisten a la idea de una intervención militar extranjera en su favor.

En todas las “ciudades liberadas” abundan las pancartas en este sentido: “El pueblo libio puede hacerlo solo”, dicen. No obstante, los reveses militares hacen temer lo contrario. El ejército presidencial ya ha recuperado Zaouiyah, al oeste de Trípoli, y Misratah, y combate en Ajdabiya. Si ésta cae, el avance contra Bengasi, la capital rebelde, será difícil de parar.

En esta ciudad, hasta hace pocos días el entusiasmo era desbordante. Cada tarde, los ciudadanos se concentraban en la puerta del Tribunal Municipal, reconvertido en cuartel general rebelde, para expresar su alegría por la “liberación”.

«El pueblo libio puede hacerlo solo, sin ayuda estadounidense», aseguraban los rebeldes

Dentro, el alto nivel de organización sorprendía a los visitantes extranjeros: un eficaz centro de prensa que coordina las acreditaciones a los medios internacionales y les proporciona información puntual sobre el desarrollo de los combates; un departamento de ‘Caligrafía’, encargado de diseñar y preparar pancartas contra Gaddafi; en las paredes, pintadas y eslóganes no sólo en árabe, sino también en inglés, francés, alemán e italiano: “At the East and the West fight Gaddafi with naked chest”. “Notre future sans toi sera pure”. “Nein für die teilung, Libyen ist einig”. “Porta via Gaddafi”…

Pero algunos elementos indicaban que no todo era como parecía. A las pocas horas de su llegada a Bengasi, los reporteros de M’Sur fueron abordados por un hombre en la calle. “¿Periodistas? No escuchen a nadie, están mintiendo. Lo que dice la televisión es la pura verdad”, dijo. El hombre se refería a las emisoras gubernamentales, que emiten propaganda pro-Gadafi durante 24 horas y aseguran que el apoyo al dictador es “casi total”. Hace dos semanas, estas emisiones parecían ridículas, pero se ha demostrado que los quintacolumnistas existían y estaban aguardando su oportunidad.

Persecución de gadafistas

Preocupantes son los informes sobre la represión en las localidades recuperadas por los leales a Gadafi. Allí, los partidarios del dictador han empezado a delatar a aquellos que se atrevieron a celebrar la “liberación”, que, de acuerdo con los testigos, están siendo arrestados en masa por las tropas gubernamentales. Éstas también han empezado a tomar como objetivo a los periodistas extranjeros. Poco después de iniciarse la revuelta, Gadafi declaró que consideraba a éstos “miembros de Al Qaeda”, y por tanto objetivo legítimo para sus fuerzas.

La semana pasada, el hotel Uzu, en el que se alojaban muchos medios de comunicación, sufrió un ataque con granadas por parte de leales a Gadafi, que no produjeron bajas. El pasado domingo, el cámara de Al Jazeera Ali Hassan Al-Jaber murió y su compañero Naser Al-Jadar resultó gravemente herido en una emboscada en la carretera mientras regresaban a Bengasi. Por ello, no es de extrañar que la mayoría de los reporteros se hayan replegado hasta Tobruk, cerca de la frontera con Egipto, ante el avance de las tropas gubernamentales.

Por todo ello, los rebeldes han variado su postura: de oponerse totalmente a la intervención occidental, han pasado a solicitar el establecimiento de una zona de exclusión aérea que limite la aplastante superioridad aérea de Gadafi, que sigue contando con el respaldo de la aviación. Esta semana, una delegación rebelde se trasladó a El Cairo para presentar esta petición ante la Liga Árabe, que aprobó la medida por unanimidad.

Era lo esperado. Primero, por la Unión Europea y los mandos de la OTAN, que han declarado que el apoyo de la Liga Árabe es una condición indispensable para que sus ejércitos hagan cumplir la resolución por medios militares, de modo que ésta no sea percibida como una agresión occidental. En segundo lugar, porque ya el pasado jueves el Consejo de Cooperación del Golfo emitió un comunicado en el que aseguraba que “el gobierno de Gadafi ha dejado de ser legítimo”, y pedía la puesta en marcha de esta medida para proteger a la población civil libia de los bombardeos de la aviación del dictador.

La decisión había sido ya anticipada por algunos de sus representantes. Hissam Yousef, un alto cargo del organismo, declaró al diario Financial Times que Gadafi “se ha pasado de la raya”. “La Liga Árabe también puede jugar un importante papel”, dijo esta semana el secretario general de la organización, Amr Musa. “Estoy hablando de una acción humanitaria. Se trata de ayudar al pueblo libio en su lucha por la libertad contra un régimen cada vez más inhumano”.

Argelia y Siria podrían estar ayudando al régimen de Gadafi, o eso aseguran los rebeldes

Libia ha sido excluida de las reuniones la Liga Árabe por su durísima represión de la insurrección. Aunque el organismo sigue en contacto con el gobierno de Trípoli, también ha establecido relaciones con el Consejo Nacional Libio rebelde.
Sin embargo, esta unanimidad es engañosa, puesto que en un primer momento Argelia y Siria se opusieron a la medida. El día de la votación, el representante de Siria ante la Liga Árabe, Yusef Ahmed, aseguró que cualquier decisión de este organismo “debe tener en cuenta el absoluto rechazo árabe a toda injerencia militar extranjera en Libia”.

Una posición que podría explicarse si se demuestra, como aseguran los rebeldes libios, que Argelia y Siria están ayudando al régimen de Gadafi en su lucha contra los rebeldes. En una entrevista con Al Jazeera, el portavoz del Consejo Nacional Libio, Abdelhafiz Goga, aseguró hace unos días que la agrupación rebelde tiene pruebas de que aviones de transporte de mercenarios han estado llegando a Trípoli desde Argelia, y que Siria ha enviado barcos con armas para el régimen de Gadafi. Pruebas que, por ahora, no han sido hechas públicas.

La diplomacia rebelde trabaja sin descanso, pero por ahora, más allá del paso dado por Francia ―cuyo gobierno reconoció unilateralmente al Consejo Nacional Libio, una iniciativa que ha generar gran malestar entre los restantes miembros de la Unión Europea, además de provocar la ruptura de relaciones entre París y Trípoli―, sus logros son escasos. En Europa, los partidarios del establecimiento de la zona de exclusión aérea ―principalmente Francia y Gran Bretaña― se esfuerzan por convencer a sus socios de la UE de la necesidad de la medida, por ahora sin demasiado éxito.

Alemania se muestra bastante reticente a dar un paso que implicaría necesariamente, en una primera fase, una serie de ataques aéreos destinados a neutralizar a la aviación de Gadafi. También Rusia ―miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, y por tanto con derecho a veto― ha expresado su disconformidad. China, que hasta ahora se oponía a la medida, ya ha anunciado que se abstendrá en caso de votación en el Consejo de Seguridad. Una votación que no llega, mientras las tropas rebeldes se desangran al oeste de Bengasi.