Entrevista

Youssouf Amine Elalamy

«En francés escribo con el cerebro, en dáriya con todo mi cuerpo»

Alejandro Luque
Alejandro Luque
· 15 minutos
Youssouf Amine Elalamy (Sevilla, 2011)  |  ©  Alejandro Luque / M'Sur
Youssouf Amine Elalamy (Sevilla, 2011) | © Alejandro Luque / M’Sur

El día soleado parece contagiar de buen humor a Youssouf Amine Elalamy (Larache, 1961), que llega puntual y sonriente a la cita en un hotel sevillano. Profesor de la Universidad Ibn Tufayl de Kenitra, secretario del Centro Marroquí del Pen Club Internacional, este joven escritor se ha dado a conocer, entre otros méritos, por haber sido el primero en incorporar el dáriya, el idioma árabe magrebí, a la ficción narrativa.

Su libro Los clandestinos, sobre la odisea de cruzar el Estrecho en patera, obtuvo el Gran Premio Atlas en 2001, mientras que Un marroquí en Nueva York le valió el reconocimiento del British Council International.

Usted publicó el primer libro escrito enteramente en dáriya, el idioma árabe magrebí. Debería preguntar: ¿por qué? o ¿por qué nadie lo hizo antes?
Es la primera obra de ficción en dáriya, no el primer libro. Se escribe teatro en dáriya y también poesía. Lo que yo hice era escribir ficción en dáriya, y eso es la primera vez. ¿Por qué lo hice? De hecho fue un acto militante. Esa fue la idea: se puede usar dáriya, árabe marroquí, que es mi lengua materna: mi madre habla dáriya. Es la primera lengua que hablé en mi vida. Sólo empecé a aprender el árabe clásico en el colegio, eso es, a los seis años, y también aprendí francés. Así que hasta los seis años sólo pude hablar dáriya. Es algo militante.

El libro tiene ciertos complementos…
Una vez que publicara el libro, que fue en 2005, hice una exposición de arte. Hice algunas miniaturas, las llamaba miniaturas, como estas obras antiguas… hice ‘collages’ con letras que tomé de naipes… los llamamos ‘naipes marroquíes’ pero en realidad vienen de España [risas], son los de ustedes… y junto a cada letra estaba escrito a mano, en una caligrafía muy sofisticada, el texto relativo a esta letra.Jugaba con la impresión del espectador que, al mirar la obra, pensaría de inmediato que es árabe clásico, porque parece alguna escritura sagrada. Y cuando mira de cerca es el otro idioma que se habla en Marruecos.

Como pionero, escribiendo ficción en una lengua no estandarizada, qué dificultades se encontró?
Como nunca antes había escrito en esta lengua, no me esperaba que… me salió de forma muy fácil, y realmente me sorprendió. Porque yo soy un escritor francófono, escribo en francés, y por primera vez usaba caracteres árabes para escribir dáriya. Y me salió tan natural… Si tuviera que usar una metáfora diría que cuando escribo francés, escribo con el cerebro. Pero cuando escribo dáriya, escribo con mi interior. Desde muy profundo dentro: es todo mi cuerpo el que escribe.

¿También fue tan sencilla y natural la reacción de los lectores, la prensa, su familia?
La reacción, cuando publiqué el libro, era doble. Había alguna gente, entre ellos cierta prensa marroquí que llamaría prensa liberal, que me apoyaban enormemente, de verdad; pensaban que era abrirse hacia algo nuevo. Pero por supuesto también recibí críticas. Por ejemplo en encuentros con otros escritores que usan el árabe clásico, puro, en sus obras y a algunos de ellos simplemente no les gusta el hecho de que se use este idioma.

¿Cree que el dáriya debería estandarizarse como lengua oficial en Marruecos?
Ahora se habla mucho de eso. Está la reforma de la Constitución, después del discurso del rey el 9 de marzo, y uno de los elementos es la lengua. Porque el rey prometió en su discurso que el amazigh, la lengua bereber, se convertiría en parte de la constitución marroquí, lo que no era el caso, junto al árabe. Pero lo que desde luego no se especificó es qué tipo de árabe. Desde luego se entiende que será árabe clásico. Pero ahora hay todo un movimiento en Marruecos a favor de la institucionalización del dáriya.

Desde Nass el Ghiwane por lo menos, todos los grupos marroquíes cantan en dáriya. Tienen que escribir las letras de sus canciones al publicar. ¿No es eso una ayuda para estandarizar?
Hoy día se usa muchísimo dáriya, incluso en los chats, en internet, en todas partes. Sólo que en los chats aparece muy a menudo en caracteres latinos. Utilizan caracteres adaptados: usan el 7 para la H, el 3 para la Ain, y este tipo de cosas. Es verdad que, si queremos desarrollar esta lengua, los lingüístas deberían trabajar en una estandarización, efectivamente es necesario ponerse de acuerdo en la ortografía, en las reglas gramaticales, porque si no, cada uno escribe su dáriya personal…

Los demás libros suyos están en francés.
Le puedo explicar por qué, si quiere saber mi caso. A la edad de seis años me metieron en un colegio francés en Marruecos, y seguí el sistema educativo francés, es la razón.

Pero aparte de usted, ¿por qué muchos escritores marroquíes escriben en francés, cuando el árabe estándar está más cerca de su idioma materno, el dáriya?
Usted se sorprendería: si le da a un editor marroquí un manuscrito en francés y otro en árabe, escogerá el escrito en francés. ¿Lo puede creer? Hablamos de editores marroquíes. Y el motivo es que paradójicamente ―es realmente una paradoja― que en Marruecos, aunque hay más gente arabizada que francófona, hay menos lectores de árabe que de francés.Odio generalizar, pero podría decir que en general los lectores de árabe leen mucho la prensa, los periódicos… También leen ensayos en árabe, pero literatura, ficción, novelas… se venden mucho más en francés, incluso en Marruecos.

Un amigo mío una vez preguntó a Mohamed Chukri si había elegido su idioma materno para escribir. Chukri respondió: Mi lengua materna es el bereber, mi segunda lengua el español, mi tercera el dáriya y mi cuarta, la que escribo, el árabe. ¿Por qué Chukri no se atrevió a escribir en dáriya?
(Silencio). Es una cosa que tendría que habérselo preguntado a él… [risas]. En su libro Al khubz al hafi [El pan desnudo], de hecho, Chukri introdujo algunas palabras y expresiones en dárija, era uno de los primeros en hacerlo. Pero sí, sus libros están escritos en árabe clásico. Creo que era la única manera en esa época de conseguir cualquier tipo de reconocimiento.Pero es interesante que lo haga en lo que llama su ‘cuarto idioma’. Si lo piensas, el árabe clásico sigue siendo prácticamente un idioma extranjero para la mayoría de los marroquíes. Piensa en la población marroquí: el 50 por ciento es analfabeta. En otras palabras: hablan bereber o dáriya. La mayoría de las personas amazigh ―la mayoría― hablan dáriya también. Al revés no funciona: la gente que habla dáriya no habla amazigh: yo no hablo bereber. Eso significa que la mitad de la población marroquí no puede leer árabe clásico y a menudo tampoco puede entenderlo. Es realmente un idioma extranjero.

¿Cuáles son los escritores marroquíes que más admira?
Chukri es uno de ellos, definitivamente. Pero tengo más.Pienso en Driss Chraïbi. Definitivamente, alguien como Abdelkebir Khattabi. Conoce a Khattabi? La mémoire tatouée… Murió hace un par de años. Su primera novela se llamaba La mémoire tatouée [La memoria tatuada]. Es un escritor y pensador muy famoso, es sociólogo, de hecho, pero también escritor.

Usted nació en Larache, que era parte del Marruecos español. Escritores como Mohamed Akalay o Abderrahman El Fathi escriben en castellano como otros lo hacen en francés. ¿Tienen alguna presencia literaria en el resto de Marruecos?
No. Para ser honesto, no. Si escribes en español, nadie te lee, excepto los que saben español, y son cada vez menos. Y me han dicho que incluso la gente en el norte, la joven generación, ya no habla tan bien español como antes.

Su libro más traducido, Los clandestinos, es sobre la inmigración ilegal. De dónde esta ansiedad por salir del país? ¿Es sólo por motivos económicos? ¿O búsqueda de la libertad?
Le contaré. La idea que tuve cuando me puse a escribir esta novela fue, de hecho, mostrar que esta gente tiene tantas ganas de irse, de cruzar, arriesgando su vida… no lo hacen porque esperen convertirse en clandestinos sino justo lo contrario. Todos ellos ―y tengo como 14 personajes― cada uno de ellos y de ellas vive en su país, en Marruecos, como clandestino.Esa es mi idea. Abandonar el país es un intento de escapar de esta situación.Un personaje, el de Ya’far, vive en un barrio de chabolas en Casablanca donde empiezan a construir, vienen a tomar medidas, gente oficial, empiezan a construir un muro, y todo el mundo está en plan de: guay, van a construir, será eso, será lo otro, y al final descubren que el muro no tiene puertas, ni ventanas ni tejado, y es simplemente un muro alrededor del barrio de chabolas para que la gente en sus coches y los turistas no vean a los pobres. Y es eso: estaba feliz viviendo en el barrio de chabolas, pero una vez que ve este muro, decide irse.

Ayer oí decir que usted tiene un vecino que es mafioso que gana dinero con los emigrantes…
El Coyote [risas]. Sí, es cierto. Sí, por esto lo hice. Porque pienso que este tipo de libros ―al menos lo espero― pueda ayudar a entender mejor esta tragedia.

Tras tantas muertes, los marroquíes ¿todavían arriesgan tanto su vida o se ha corrido la voz de que no vale la pena? Los filmes, las campañas, su propio libro ¿han ayudado a reducir la tendencia?
Tengo que decir que me temo que no. No. Es la globalización. Vivimos en este mundo que está a alcance de mano. Desafortunadamente, a alcance de mano no significa que uno tenga acceso. Pero enciendes la televisión y tienes el mundo. Vas a un cibercafé y está ahí. Hay cibercafés en todas partes en Marruecos, internet se ha convertido en algo inimaginable, es impresionante, hay antenas de satélite en todas partes, en los barrios de chabolas, en las aldeas. La gente mira… pero la imagen que tienen no siempre coincide con la realidad. ¿Qué ven? No ven mendigos, ven casas bonitas, la gente tiene coches, viste bien. No ven la pobreza. No ven las malas condiciones. No ven la crisis económica aquí. Lo que ven es realmente Eldorado. Y eso es terrible. Lo otro es que incluso la gente de sus barrios, cuando vienen aquí y realmente sufren, cuando vuelven a casa, jamás lo cuentan. Nunca. No lo cuentan nunca.

No quieren mostrarse como perdedores.
Exacto: quieren mostrar que lo han conseguido.Por eso compran coches viejos, de segunda mano, pero que sean grandes, para volver al pueblo y mostrarlo.Y nunca cuentan que a veces se morían de hambre, que estaban ilegalmente. Y es un problema, porque animan a otros a irse también.

¿Qué opina de la Primavera Árabe?
Lo que ocurre en el mundo árabe, desde luego es algo inesperado, y al mismo tiempo ya era hora [risas] que los pueblos árabes se rebelasen contra sus dirigentes, es increíble, tantos dictadores en tantos países árabes, es impresionante.¿Qué ocurre? Creo que es muy positivo. A largo plazo, desde luego. Lo que pasa en Túnez o Egipto, no digo que sean buenos sitios para vivir, todavía no. Pero espero que en el futuro, segura que se desarrollarán, más rápido que otros países.

¿Y qué ocurre en Marruecos?
En Marruecos obviamente nos han «contagiado» ―entre comillas― con estas revoluciones. Pero si miras el mapa, Marruecos es el más alejado. También en influencias. La influencia de esto en Siria es inmensa, está muy cerca. Pero aquí… claro que hay influencia, jóvenes en Facebook, el Movimiento 20-F, salen, hacen manifestaciones y todo… pero es algo suave, por ahora. Y bastante disciplinado. Por ahora.

¿Coinciden las metas?
En estas manifestaciones, a diferencia de lo que ocurre en otros países como Yemen o Siria o Libia, desde luego, o Túnez y Egipto, no exigen al líder que deje el poder. Y ésta es la diferencia principal. Se manifiestan contra el gobierno, el primer ministro… pero probablemente sea el único país árabe, estoy casi seguro, donde en las manifestaciones llevan el retrato del rey. En los demás países tachan el retrato con una cruz, lo rompen, lo hacen pedazos… pero aquí lo llevan en las protestas. Es bastante impresionante [risas].

¿Se puede reformar la política marroquí o una revolución al estilo de Túnez se hace necesaria?
No creo que la situación de Túnez se pueda comparar. Una evolución es necesaria, desde luego. Pero la situación no es igual. Tenemos hasta cierto punto libertad de prensa, hay muchos periódicos. Estarías sorprendido al ver las cosas que la gente efectivamente publica en la prensa. Muchas cosas. Pueden ser muy críticos con el gobierno, con el primer ministro, con todo. Y la gente habla en los lugares públicos, en los cafés, en la calle. Los marroquíes hablan.No tienen miedo a hablar. Eso no era el caso en Túnez: no podían, no tenían libertad. Es una situación totalmente distinta.

¿Es decir, como ya ha cierta libertad, la gente no pide tanto?
También, en cierto sentido, Marruecos y sus dirigentes han tenido algo así como la suerte de que todo el movimiento empezó en otra parte. Así podían anticiparlo. Porque es fácil. Ben Ali era el primero, no tenía tiempo, no le dieron ninguna oportunidad. Intentó, de hecho, hacer alguna reforma, pero nunca se habría aceptado.En el caso de Marruecos, primero teníamos Túnez, luego le tocó a Egipto. Se podía ver venir todo el movimiento.Y hasta ahora, el rey lo está gestionando.. y sigo digo el rey no digo él solo, sino el equipo, y no me sorprendería que recibiera consejos de fuera, incluso de países occicentales. Pero creo que son buenos consejos. Porque el discurso que dio [en marzo] era muy sabia. Y creo que todo lo que dijo se va a hacer.Porque ya no podemos ir hacia atrás.

Los Hermanos Musulmanes en Egipto se han hecho con gran parte de la revolución. ¿Qué papel juegan los islamistas en Marruecos?
Desde luego lo intentan… una tendencia sobre todo, que son los más radicales, tipo salafistas… He estado en algunas manifestaciones y si miras las noticias en la televisión francesa, pues enfocan las mujeres con niqab [velo de cuerpo completo], que es algo muy poco habitual en Marruecos, hay muy poca gente que lleva niqab. Y yo estaba allí, pude ver exactemente el lugar y la gente que estaba. Hubo veinte, los conté: no más de veinte mujeres, todas juntas en un grupo, llevando niqab, y todo lo que podías ver en la televisión francesa eran estas veinte mujeres. ¿Dónde están las faldas? Tantas mujeres jóvenes llevando vestidos, faldas, con el pelo arreglado, y sólo ves a éstas… terrible.

Hay escritores o artistas marroquíes que se han alineado con estos movimientos?
Por supuesto. Abdellatif Laabi. Acaba de publicar un libro, es una colección de ensayos muy breves, se llama ‘Marruecos ¿qué proyecto democrático?’ Me dio un ejemplar, hace diez días. Lo publicó hace dos semanas, creo. Pero no es el único. Hay más.

¿Usted se considera parte de la Nayda, la movida cultural marroquí?
De hecho, cuando publiqué en 2002 la novela París mon bled, mi personaje principal era un cantante de rap, no un profesional sino alguien que quiere ser cantante de rap. Es un francés con origen marroquí, un marroquí de tercera generación que vive en Francia. Cuando terminé esta novela ―porque había usado este lenguaje de hiphop y rap― decidí ofrecer algo así como la banda sonora original de la novela. Me junté con algunos jóvenes de Casablanca que hicieron una audición en colaboración con un grupo de música, y la gente que escogí, en ese momento, en 2002, eran muy tímidos. No hablaban de la Nayda, estaban empezando, pero escogí a un joven cantante de rap, no tenía ni 18 años, tenía 17… y hoy se ha convertido en Bigg, sabes, Bigg, el gordo, lo llaman Don Bigg, un superestrella… Lo conocí entonces. Otro era Barry, que en realidad se llama Bahri.

Su libro en dáriya, Tqarqib fue traducido como ‘gossip’ al inglés: cotilleo…
Tqarqib es muy difícil de traducir. Creo que es una mezcla de ‘tberguig’, charla, cotilleo.., pero tiene algo positivo, no sólo negativo. Es la parte creativa de cotillear, hemos cotilleado, pero con gracia, con humor.