Reportaje

El bloqueo en casa

Carmen Rengel
Carmen Rengel
· 9 minutos
mavi marmara
El buque Mavi Marmara, atracado en Estambul (Mayo 2011) | © Ilya U. Topper

Jerusalén| Julio 2011 

“Este año la Flotilla será griega, no turca”. Dicen los asesores del primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, que la frase salió de los labios de su jefe en una reunión que tuvo a finales de 2010 con su homólogo heleno, Georgios Papandreou. Fue en uno de esos encuentros poco pregonados, intensos, que ambos gobiernos tienen desde hace año y medio y que ha dado un vuelco a las relaciones diplomáticas entre ambos, ahora un lazo indisoluble.

Netanyahu lo tenía claro: la participación en la Segunda Flotilla de la Libertad del IHH, el movimiento solitario turco (terrorista, a juicio de Israel), estaba en riesgo, por las presiones que sus diplomáticos estaban ejerciendo sobre Ankara. Es hora de restablecer las relaciones (esto es, el comercio), tan dañadas por la muerte, hace un año, de nueve personas en el asedio por parte de la Marina de Israel del Mavi Mármara. Con el IHH sin apoyos del Gobierno, era presumible que pasara lo que pasó: que el buque insignia de la expedición se cayó del cartel una semana antes de que comenzara la travesía.

El factor turco se había esfumado. Ahora la clave estaba en Grecia, donde recalarían la mayoría de naves. Ahí ha trabajado Israel sin descanso. Ahí han tenido el gran logro: el de adelantar 2.000 kilómetros el bloqueo en Gaza. Ahora los límites empiezan en aguas europeas. La decisión de impedir la salida de puertos griegos de todos los buques que confesasen tener Gaza por destino ha sido un giro que los expedicionarios no esperaban. Medea Benjamin, tripulante del barco norteamericano, repite incansable que el cerco heleno es ilegal.

Israel ha logrado adelantar 2.000 kilómetros el bloqueo de Gaza. Ahora empieza en Grecia

“Artículo 13.2 de la Declaración de los Derechos Humanos. Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país. Lo dice muy claro. A nosotros nos están manteniendo aprisionados porque dice el Gobierno que es para evitar un encontronazo con los soldados de Israel. ¡Con esas palabras parece que los que buscamos guerra somos nosotros!”, se lamenta Benjamin.

No les sirve de nada el enfado: han recurrido a abogados locales y a asesores de Francia y Suecia, pero los recursos contra la orden aún van caminando, al ritmo de la justicia mundial, desesperantemente lentos. Para romper esta tendencia de días vacíos (casi 10, ya), los barcos están optando por las acciones sorpresivas, por intentar escapar de la Armada y de los guardacostas.

Dos fracasaron, el norteamericano y el canadiense. El primero estuvo navegando 20 minutos y regresó escoltado por las patrulleras. El segundo se alejó la mitad de tiempo y sufrió el abordaje de los militares. No hubo violencia. Sus intentonas concentraron la atención en los puertos griegos y ahí está la clave de la estrategia del buque francés que, atracado en Córcega, se hizo a la mar en la noche del lunes al martes y ahora mismo se encuentra en aguas internacionales, rumbo a Gaza. A ellos les sigue ahora el barco sueco-noruego-griego, que tras una escala festiva en la costa griega, también pondrá proa hacia la Franja, esa costa a la que no pueden llegar barcos desde que Israel impuso su bloqueo, hace cuatro años.

El buque francés y el escandinavo consiguieron salir a la mar por sorpresa, el resto sigue retenido

Un portavoz de las IDF, las Fuerzas Armadas Israelíes, informó ayer de que, al menos la embarcación gala, no tiene combustible suficiente para llegar a Gaza, por lo que dan por perdida su oportunidad. Pero no por ello cejan en su vigilancia extrema de las aguas: toda la Armada está en alerta, se han movilizado 200 soldados más en la costa de Ashdod y dos buques se han acondicionado como hospitales flotantes, “por si se producen heridos entre los soldados y los activistas”.

Porque Israel insiste en que entre el millar de personas, de 45 países, que componen la Segunda Flotilla, “hay elementos peligrosos y colaboradores de Hamás, que podrían portar compuestos químicos listos para dañar a las tropas”. El Dignidad Al Karama y el Juliano, que así se llaman los barcos que navegan ya, son la punta de lanza de una batalla que ha tenido su episodio en tierra: protestas ante embajadas, consulados y edificios del Ejecutivo griego, sentadas, músicas tradicionales con letras pro-palestinas…

El acto más visible ha sido la toma de la Embajada de España en Atenas por parte de una veintena de ciudadanos de este país que reivindicaban la atención del Ministerio de Asuntos Exteriores. “Sólo han dicho que debemos desistir, que no hay crisis humanitaria en Gaza, que es un riesgo y que apoyan el ofrecimiento griego de llevar las 5.000 toneladas de ayuda en buques oficiales. No nos respaldan en la pelea contra un bloqueo ilegal. No nos protegen cuando un Gobierno europeo como el nuestro nos impide movernos. Ni ellos ni ningún gabinete de Occidente se preocupa por sus ciudadanos”, denuncia Manuel Tapial, uno de sus portavoces.

Los españoles siguen en la embajada y seguirán hasta que reciban una “respuesta satisfactoria” de La Moncloa. Realmente, la asistencia letrada y los asesores de los tripulantes han tenido que ser pagados de su bolsillo. Ningún Ejecutivo ha preguntado por su gente. Cuatro personas han sido detenidas hasta ahora en este proceso de intentonas y ni un solo funcionario les ha ayudado.

Israel insiste en que hay «elementos peligrosos de Hamás con compuestos químicos» en la flotilla

El capitán del barco de EEUU ha quedado libre sin cargos, tras tres días encerrado “en condiciones deplorables”; otros dos canadienses y un australiano están ya fuera del calabozo pero deberán someterse a juicio en un mes por “obstrucción” a las Fuerzas de Seguridad, ya que su barco sí fue apresado, sí fue sometido en cubierta.

Distribución de las ayudas

Si los barcos llegan, ¿qué pasará con la ayuda? Según Tapial, los libros, lápices y medicinas que traen (“Todo limpio. Hemos pedido mil veces una inspección internacional de la carga para que se vea que somos no violentos”) se entregarán a la UNRWA, respetada por todos los Gobiernos por ser el rostro de la ONU en Gaza.

Ellos sabrán cómo y dónde repartir adecuadamente. Así también borran la sombra de duda que pueda haber, ya que Israel siempre sostiene que las ONG con las que colaboran en la zona no son fiables, ni lo son sus estadísticas ni sus métodos ni sus amistades con Hamás.

Si no pueden entrar en Gaza, como parece probable dado el control de la costa que mantiene la Armada israelí, se abren dos posibilidades básicas: que los buques sean remolcados a El Arish, en Egipto, desde donde se enviaría la carga a Gaza por tierra, vía Rafah; o que el Ejército intervenga remolcando las naves hasta Ashdod, como ocurrió el pasado año tras el abordaje del Mavi Mármara

Los activistas afirman llevar material humanitario a Gaza y están dispuestos a una inspección

También en ese supuesto, afirman desde el Ministerio de Defensa de Israel, las mercancías llegarían a su destino, ya que se comprometen a introducirlas por sus pasos habituales, como el de Kerem Shalom. Por ese cruce, en los dos últimos días han pasado más de 500 camiones cargados con 12.000 toneladas de alimentos y combustible. Hacía meses que no había un tránsito tan seguido de trailers en la zona, pero se ha intensificado para contrarrestar la tesis de los cooperantes de que Gaza es una tierra sin medios.

Es cierto que Israel suavizó la entrada de materias primas, fuel o materiales de construcción como respuesta a la presión internacional tras las nueve muertes de la florilla original, pero ese puño cerrado en realidad se abre sólo puntualmente. De ordinario sigue ejerciendo una fuerza parecida. “Los 1,5 millones de ciudadanos de la franja tienen sueldos medios de 180 euros, en declive en los últimos años [el valor de los salarios ha bajado casi un 35% desde 2006, cuando comenzó el bloqueo de Israel, afirma la ONU], tasas de pobreza superiores al 50% y uno de los índices de paro más altos del mundo, del 45,2%, con pérdidas de 8.000 puestos de trabajo cada semestre.

Con eso, abrir el grifo para que salga un hilillo no es suficiente”, se queja Raji Sourani, responsable del Centro Palestino de Derechos Humanos. “Antes de 2007 entraban a Gaza más de 4.000 tipos de alimentos. Hoy no pasan de 150. Más del 90% de la población sufre cortes de luz, y casi el 100% bebe agua en mal estado, contaminada o sin depurar. ¿No necesita eso de una flotilla?”, lamenta a su vez Jessica Montell, directora de la ONG israelí B´Tselem.

Mientras se espera que las velas aparezcan por el horizonte, los servicios secretos de Israel vigilan un nuevo factor que puede encender el ánimo de los tripulantes: la publicación del informe Palmer, la investigación de la ONU que debe aclarar qué ocurrió en el asalto a la primera flotilla, en mayo de 2010.

El jueves 7 de julio debe conocerse el contenido completo, pero las primeras conclusiones no son buenas ni para Turquía ni para Israel. A Ankara le reprocha su apoyo a grupos exaltados y su patrocinio de la expedición, ya que entiende como legal el bloqueo de Gaza y, a su entender, el Gobierno debió respetarlo. A Tel Aviv le achaca una “violencia extrema” en el asalto al barco, el empleo de munición pesada y la falta de medidas preventivas para “atender a las masas”.

Los dos, enfrascados en una nueva etapa de relaciones diplomáticas, están presionando a la ONU para que matice y suavice esas conclusiones y ningún estado salga excesivamente mal parado. De la capacidad de ablandarse que tengan los expertos de Naciones Unidas dependerá que los activistas tengan o no una razón más para pelear: la de saber que se les miente y se les oculta lo que ocurre cuando se quiere romper el bloqueo de Gaza.