Cerco al bastión rebelde del oeste

Daniel Iriarte
Daniel Iriarte
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Posición rebelde en los montes Nafusa, Libia (Jul 2011) |   ©  Daniel Iriarte
Posición rebelde en los montes Nafusa, Libia (Jul 2011) | © Daniel Iriarte

Nalut/Zintán  (Libia) | Agosto 2011

Los habitantes de Nalut se han despertado agitados: el ejército de Gadafi está acumulando un gran número de efectivos a apenas siete kilómetros de allí. Lo preocupante, sin embargo, no es la escasa distancia, puesto que los rebeldes cuentan con la ayuda de la geografía: Nalut corona las montañas Nafusa, una cordillera que se extiende unos 250 kilómetros hacia el este desde la frontera tunecina, y que es un bastión rebelde desde el inicio de la revuelta contra el régimen.

Los gadafistas, en cambio, se concentran en la planicie frente a la montaña, especialmente en la ciudad de Ghazaia. Disponen de un equipamiento militar muy superior, como por ejemplo, los camiones lanzacohetes GRAD, con los que cada día castigan la localidad. Los rebeldes apenas cuentan con algunos viejos tanques rusos T-55 que han situado en los acantilados, a modo de baterías defensivas. La mayoría han perdido las orugas y, anclados en la tierra, han perdido su utilidad como vehículos. Pero, por ahora, ayudados por la altura, han bastado para defender la montaña.

Pero lo que inquieta a los opositores son, sobre todo, las intenciones del enemigo: éste, a todos les resulta obvio, pretende conquistar la carretera que lleva a Túnez, y que ahora mismo es la principal ruta de suministros de la zona rebelde. Cada día, centenares de civiles se dirigen en sus coches y camionetas hasta la ciudad tunecina de Tataouine para abastecerse de lo más básico.

«Todo viene de Túnez. Si cortan la carretera, moriremos todos», asegura el comandante de Zigzala

«Todo viene de Túnez: el petróleo, la comida… Si cortan la carretera, moriremos todos», asegura el comandante del puesto militar de Zigzala. Aunque por eso mismo, dice, es imposible que las tropas de Gadafi puedan conquistar o retener la carretera de la frontera. «Ellos luchan por dinero; nosotros, por nuestras vidas y nuestras familias. Esa es una gran diferencia», insiste.

Temor ante un asalto inminente

No todos piensan igual. «Creo que, en tres o cuatro días, el ejército de Gadafi estará en condiciones de asaltar la montaña. Ellos tienen armas modernas, y nosotros, sólo fusiles viejos, y además existe un paso entre montañas», afirma Mohamed, un antiguo fotógrafo de bodas que ahora se dedica a intentar tomar imágenes de las posiciones gadafistas para el Centro de Información de Nalut. «Si eso ocurre, tendré que tomar un arma y pelear», nos dice.

Incluso en ese caso, Mohamed no se ha planteado evacuar a su mujer y sus tres hijos, que permanecen en Nalut, pese a la artillería enemiga que, de forma intermitente, golpea la ciudad cada día, causando más daño a los nervios de sus habitantes que bajas reales. Pero otros muchos han optado por evacuar a sus familias a Túnez. Cuando las cosas se calmen, dicen, regresarán. Se cree que sólo la región de Tataouine aloja a unos 45.000 refugiados libios.

En Nalut no hay luz ni agua: las tropas de Gadafi controlan la planta eléctrica de Al Hawamid, abajo en el valle. Algunos edificios, como el Centro de Información, tienen su propio generador, pero también el petróleo escasea. El desabastecimiento y la guerra han despoblado las calles, en las que no hay mujeres ni niños, y apenas se ven algunos hombres que, cuando comienzan los bombardeos, se sientan en las puertas de sus casas para evitar que se les derrumben encima si les cae un obús.

Pero tarde o temprano, las bombas cesan. Si entonces no ha habido muertos –y casi nunca los hay–, los hombres se animan unos a otros señalando el cielo. En lo alto de la montaña, en una ciudad sin luces, el manto estrellado es, simplemente, magnífico.

Abdelfatá Younes, jefe militar de los rebeldes libios, murió ayer a manos de hombres armados. Así lo confirmó el líder del Consejo Nacional Transitorio (CNT), órgano administrativo de los rebeldes, Mustafá Abdul Jalil, durante una rueda de prensa, en la que además se informó de las muerte de otros dos oficiales en el mismo ataque. Abdelfatá Younes, exministro de Gadafi, desertó poco después de estallar el conflicto libio para unirse posteriormente a los rebeldes.

Sin embargo, algunos medios de la oposición apuntaron que horas antes de su muerte, Younes había sido convocado a Bengasi para responder a un interrogatorio «por cuestiones relacionadas con asuntos militares» después de que se rumoreara que mantenía contactos con representantes del Gobierno de Gadafi. El presidente del CNT también anunció la captura del principal sospechoso de la muerte de Younes, quien ha reconocido su implicación en los hechos.

La muerte del jefe militar Abdelfatá Younes marca el inicio del enfrentamiento interno en las filas rebeldes

La muerte de Younes fue anunciada horas después de que su guardaespaldas, Abdulla Baio, denunciara que su jefe había sido detenido por funcionarios del CNT. «Fue al frente de Brega para levantar la moral de sus soldados, pero desapareció después de que un coche del CNT viniera a por él», denunció Baio.

Mientras, el intenso calor ralentiza pero no detiene la marcha de la guerra. En el oeste del país, rebeldes y leales a Gadafi luchan por el control de las montañas Nafusa, ahora en manos rebeldes. Ayer se produjeron intensos combates en Haraba y Ghazaya —que los rebeldes aseguraron tener ya bajo su control—, que se saldaron con ligeros avances de los insurrectos, cada vez más cerca de la capital.

Ramadán caliente

Estas victorias están lejos de la espectacular gran ofensiva rebelde prevista para antes de Ramadán, que comienza el 1 de agosto. Los combatientes no ocultan su preocupación ante la perspectiva de tener que luchar durante ese mes. No por reservas de carácter religioso, sino porque en el oeste de Libia, en la frontera con el desierto tunecino, las temperaturas alcanzan los 45 grados. Pasar el día sin poder probar el agua hasta el anochecer —obligatorio para los creyentes durante el ramadán— ya es suficientemente duro. Hacerlo combatiendo es una proeza física.

«¡La libertad requiere un precio muy alto!», asegura Salah Talib, al mando de una de las posiciones defensivas en la cima de las montañas Nafusa. «Este es nuestro país, el calor es normal en esta época, así que si es necesario combatir en Ramadán, lo haremos», añade.

La toma de Ghazaya ha provocado entusiasmo entre la población de la zona rebelde, ya que desde esta localidad el ejército gubernamental bombardeaba la población de Nalut, provocando que la mayoría de sus treinta mil habitantes buscase refugio en Túnez. Sometida a un asedio parcial desde hace cinco meses, esta ciudad sobrevive sin luz ni agua corriente, dado que los puntos de suministro están bajo control de las tropas de Gadafi.

Interrumpidas las líneas de suministro normales, los habitantes de Nalut viven con lo que les llega desde Túnez. Por ello, el ejército gubernamental había acumulado un gran número de efectivos en Ghazaya, con la intención de conquistar la carretera hacia la frontera y estrangular la economía rebelde. Anticipándose a una maniobra que les hubiera puesto en grandes aprietos, los insurrectos lograron ayer hacer retroceder a los gadafistas.

Aquí, casi todos culpan del retraso a la OTAN, por no bombardear la artillería gadafista. «Si lo hubiesen hecho bien, ya estaríamos camino de la capital», asegura el jefe del consejo militar de Nalut. Las tropas gubernamentales han aprendido, además, a ocultar sus vehículos artilleros de los bombarderos occidentales. Según los rebeldes, los esconden en el interior de garajes en localidades pobladas, de forma que, incluso cuando los aviones de la OTAN los divisan, no pueden destruirlos sin causar grandes bajas civiles.

Diplomáticos expulsados del Reino Unido

El Consejo Nacional de Transición ha advertido este miércoles de que la oferta presentada al líder libio, Muamar Gadafi, por la cual se le permitiría seguir viviendo en su país si abandona el poder, ya ha expirado.

Además, el Reino Unido ha reconocido formalmente a los rebeldes como único gobierno libio. Esta decisión se deriva del acuerdo alcanzado el pasado 15 de julio en Estambul por el Grupo de contacto sobre Libia, cuando se decidió a nivel internacional que había que reconocer al CNT como autoridad de gobierno.

El Reino Unido ha expulsado a todos los diplomáticos de Gadafi aún presentes en este país, y ha invitado al Consejo a enviar a sus propios representantes.