Reportaje

Túnez vota islamismo moderado

Javier Pérez de la Cruz
Javier Pérez de la Cruz
· 7 minutos
Una tunecina muestra su dedo después de votar (Oct 2011) | © Emna Ben Jemaa
Una tunecina muestra su dedo después de votar (Oct 2011) | © Emna Ben Jemaa

Emna Ben Jemaa sonríe, abraza la bandera de Túnez y muestra su ennegrecido dedo índice. En su rostro se refleja la felicidad que siente tras haber ejercido su derecho al voto, un derecho desconocido para esta periodista tunecina hasta el pasado domingo.

La tinta negra e indeleble de su dedo es el método elegido para impedir que la misma persona pueda votar dos veces. “Fue como una celebración. Todo el mundo se despertó sabiendo que había que ir a votar. En mi colegio electoral las colas eran larguísimas y tuve que esperar cuatro horas. Aun así, no hubo ningún problema, todo se desarrolló con tranquilidad y alegría”, recuerda la periodista.

Los tunecinos tenían la misión de votar a los representantes que deben redactar la constitución sobre la que se asentará el nuevo Estado. Y ésta era la primera vez que podían votar totalmente libre, sin miedo a que fuera una burda farsa para calmar a la comunidad internacional, como sucedía en tiempos del ex presidente Ben Alí. La respuesta social ha sido abrumadora, la participación ha sobrepasado todas las expectativas, incluso las de la Instancia Superior e Independiente por las Elecciones (ISIE), el organizador de las elecciones.

Hay un claro ganador: el partido EnNahda, islamista y liderado por Rachid Ghannouchi

Los datos son un tanto ambiguos por la particularidad de la convocatoria tunecina. Durante los meses de transición posteriores a la caída de Ben Alí, la ISIE inició un nuevo censo electoral para preparar los actuales comicios. De este censo, la participación ha sido del 90%, circunstancia de la que todos se han felicitado en Túnez. El problema es que este censo sólo recoge 4,1 millones de personas de los 7,5 que representa el total del cuerpo electoral. De la cifra total no se puede sacar un dato exacto, pues para votar el pasado domingo sólo era necesario una identificación personal.

Por este motivo, el martes todavía no se conocían los resultados oficiales, aunque sí se sabe que hay un claro ganador: el partido EnNahda (Renacimiento). La formación liderada por Rachid Ghannouchi habría conseguido más del 40% de los votos, según el mismo partido ha anunciado.

“Los tunecinos estamos aprendiendo todavía qué es la democracia. Tengo la convicción de que cientos de miles de tunecinos han votado a EnNahda sólo para confirmar su innegable identidad musulmana. No creo que haya sido una elección política”. Quien analiza los resultados es Rafik Ouerchefani, activista y bloguero que sufrió en primera persona la férrea censura que Ben Ali mantenía en Internet.

Sin embargo, el punto de mira del ex presidente siempre estuvo más fijado en los islamistas de EnNahda, una organización que mantuvo ilegal durante los más de 23 años de su dictadura. Su propio líder, Rachid Gannuchi, tuvo que exiliarse en Londres para evitar la cárcel. Tras el 14 de enero, día en que Ben Alí huyó hacia la seguridad que le ofrecía Arabia Saudí, la legitimidad de EnNahda como garante del carácter islámico, frente al laicismo y la corrupción del antiguo régimen, subió como la espuma.

Los resultados, en cambio, son un enorme varapalo para las aspiraciones de los partidos laicistas. Aunque el segundo y el tercer partido más votados, Congrès Pour la République (CPR) y Ettakatol, sean organizaciones laicas, ambos se situarían alrededor del 15% de los votos, muy alejados de los islamistas moderados. El gran perdedor ha sido el Parti Démocrate Progressiste (PDP), que aspiraba a pelear contra EnNahda y los resultados parciales únicamente le otorgan un escaso 10%.

Este sector político del país ha sostenido durante los meses de la transición la acusación de que EnNahda mantenía un doble discurso y que con ellos peligraba la laicidad del Estado tunecino. Desde el partido islamista se ha negado continuamente este tipo de denuncias y Gannuchi siempre ha manifestado que su modelo es el del AKP de Turquía, el partido islamista moderado del primer ministro Recep Tayyip Erdogan. A pesar de todo, y a falta de que se confirmen los resultados, con el 40% de los votos EnNahda sólo alcanzaría alrededor de 70 de los 217 escaños con los que contará la futura Asamblea Constituyente debido a que con la actual ley electoral se favorece a los partidos minoritarios y se evitan las grandes mayorías.

Irregularidades

Uno de los grandes objetivos de la ISIE, de la sociedad tunecina y de la comunidad internacional era garantizar la transparencia de la votación del domingo. Para lograrlo se acreditaron a 14.803 observadores nacionales e internacionales. En principio, las anomalías registradas son de carácter leve y no suponen un peligro para el resultado final. De hecho, Ouerchefani las achaca más a la falta de práctica democrática que a otra cosa: “Quería comprobar el proceso personalmente y hacer únicamente lo que los agentes me dijeran. Y al votar se les olvidó pedirme que firmara. Yo se lo recordé y firmé, pero me pregunta cuánta gente se fue sin hacerlo”.

Sin embargo, los rumores sobre faltas más graves no han escaseado, especialmente en la zona interior del país, lejos del desarrollo urbano y del sector más progresista del país. Estas insinuaciones enlazan con las denuncias de diferentes partidos políticos a EnNahda de financiación ilegal; en concreto dinero de Arabia Saudí, precisamente el país en el que reside el juzgado Ben Ali.“Hemos escuchado informaciones sobre un coche distribuyendo dinero, pero no se ha podido confirmar. En mi opinión, el interior de los colegios electorales ha permanecido bajo control, pero no así el exterior”, concluye el activista Rafik Ouerchefani.

En lo que está de acuerdo la gran mayoría de la sociedad tunecina es que estas elecciones son un momento crucial en su carrera hacia la democracia real. Se trata de un punto y seguido del proceso que se inició con un joven quemándose a sí mismo en una remota ciudad del país, al que siguió el levantamiento de un pueblo entero y la huída de un presidente. Pero nada está cerca de terminar en Túnez.

Todavía existen muchos heridos y familiares de personas asesinadas durante la revuelta social que claman que se haga justicia y se condene a todos aquellos que provocaron la violencia de los meses de enero y febrero. Pocos días antes de las elecciones un grupo de ellos inició una huelga de hambre. Para la periodista Emna Ben Jemaa probablemente ése será el gran tema de campaña de las próximas elecciones. Ouerchefani lo ve de otra manera: “Ahora, quien gane las elecciones no va a tener excusas y va a tener que afrontar las críticas de las familias de los asesinados y trabajar muy duro al respecto. Si los tunecinos estamos de acuerdo en algo es que no ya vamos a tener miedo”.

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