Opinión

El gueto que se lleva dentro

Uri Avnery
Uri Avnery
· 11 minutos

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Los crímenes racistas son particularmente espantosos.

Aún más si las víctimas son niños.

Si los cometen árabes contra niños judíos, también son increíblemente estúpidos.

De nuevo, hemos sido testigos de ello esta semana.

Si efectivamente un simpatizante árabe de Al-Qaeda es culpable de disparar a tres niños judíos y un adulto en Toulouse después de matar también a tres soldados franceses (que no eran blancos) en las inmediaciones, no solamente ha causado un dolor inmenso a sus familias, sino que también ha infligido un daño extremo al pueblo palestino, causa que él afirma apoyar.

El asesino de Toulouse ha hecho un daño extremo al pueblo palestino, causa que apoya

Este shock mundial se ha visto plasmado en una manifestación solidaria de apoyo a la comunidad judía francesa e, indirectamente, al Estado de Israel.

El ministro de Interior francés ha viajado a Jerusalén, donde ha tenido lugar el entierro de las víctimas judías. El presidente, Nicolas Sarkozy, inmerso en una lucha por su carrera política, se deja ver en todos aquellos lugares de donde pueda extraer aunque sea una pizca de capital político a raíz de la tragedia. Lo mismo ha hecho Binyamin Netanyahu; lo cual es aún más vergonzoso.

Cuando en muchos lugares se oían voces reclamando boicotear Israel, este crimen recuerda al mundo los estragos del antisemitismo. En un momento así, uno tiene que ser muy valiente para reclamar el boicot al “Estado judío”. Para los defensores de Israel, es muy fácil recordar el grito de combate nazi Kauft nicht bei Juden! (No compren nada de los judíos).

Últimamente, Netanyahu ha venido mencionando el Holocausto en cada uno de los discursos que ha pronunciado y en los que aboga por atacar Irán. El primer ministro israelí vaticina un segundo Holocausto si las instalaciones nucleares de Irán no se destruyen por completo. En Israel se han criticado estas declaraciones ya que se considera una explotación cínica del Holocausto. Sin embargo, en la atmósfera que se ha creado por la atrocidad ocurrida en Toulouse, estas críticas se han acallado.

Puede que algunos consideren estas respuestas como una reacción exagerada. Después de todo, ha sido un individuo desquiciado de 24 años el que ha cometido esta atrocidad. Las víctimas no solo han sido judíos, sino también musulmanes. ¿No se le ha dado al crimen mayor importancia de la que tiene?

Aquellos que se preguntan esto no son conscientes de las motivaciones que han dado lugar a la reacción de los judíos.

Yeshayahu Leibowitz, un judío practicante, afirmaba hace años que la religión judía murió hace prácticamente 200 años y que lo único que hoy en día tenían en común los judíos es el Holocausto. Eso es muy cierto, pero el Holocausto debe entenderse en este contexto como el culmen de siglos de persecución.

Casi todos los niños judíos del mundo han crecido con la historia del victimismo judío. “Cada generación se levanta para aniquilarnos”, afirma el texto sagrado que se leerá en todos los hogares judíos del mundo dentro de dos semanas, el día de Pascua. “Los que se levantan”, según se entiende aquí, son los goyim (los no judíos), todos los goyim.

A los judíos, según lo que se nos ha contado, se les ha perseguido siempre en todas partes

A los judíos, según lo que se nos ha contado, se les ha perseguido siempre, en todos los sitios, con pocas excepciones. Los judíos debían estar preparados por si eran atacados en cualquier lugar y en cualquier momento. Se trata de una historia de continuas masacres, expulsiones masivas, matanzas durante las Cruzadas y crímenes durante la Inquisición española y los pogromos de Rusia y Ucrania. El Holocausto solo fue un eslabón de la cadena y, probablemente, no el último.

En la historiografía judía, la historia del victimismo no empieza con el odio europeo cristiano a los judíos, sino que se remonta a la (mítica) historia de la esclavitud israelí en Egipto, la destrucción del Templo de Jerusalén por los babilonios y, de nuevo, por los romanos. Hace algunas semanas, se celebró la alegre festividad judía de Purim en memoria de la historia bíblica (y mítica) sobre el plan de aniquilación de los judíos en Persia (hoy Irán), que finalmente fue desbaratado por Ester, una joven bella y sin escrúpulos (al final, fueron los judíos los que asesinaron a sus enemigos, incluidos mujeres y niños).

La historia de este victimismo sin fin está, consciente o inconscientemente, tan dentro de las mentes de todos los judíos que cualquier incidente, por pequeño que sea, hace estallar una orgía de autocompasión que a veces puede resultar exagerada. Los judíos saben que tenemos que permanecer unidos para luchar contra un mundo antagonista, que atacar a un judío significa atacarnos a todos, que un pogromo en la lejana Chisinau hace que se levanten los judíos de Inglaterra, que un ataque contra los judíos de Toulouse repercute también en los judíos de Israel.

El asesino ha conseguido estrechar los lazos entre los judíos de Francia e Israel

Lo que ha conseguido el asesino de Toulouse con su espantoso crimen es que los lazos entre los judíos de Francia y el mundo entero con el Estado de Israel sean aún más estrechos. Estos lazos ya se habían ido estrechando en los últimos años. Un gran porcentaje de judíos franceses son inmigrantes procedentes del Norte de África que decidieron dirigirse a Francia en vez de a Israel y se trata de nacionalistas mucho más feroces que la mayoría de israelíes. Invierten dinero y compran casas en Israel. En agosto en Tel Aviv, se puede escuchar más francés que hebreo a la orilla del mar. Ahora muchos de ellos puede que decidan irse a Israel definitivamente.

Como toda acción antisemita, lo ocurrido en Toulouse hace que Israel se fortalezca aún más, especialmente la derecha israelí antiárabe.

Creo que el primer ministro palestino, Salam Fayad, fue muy sincero cuando condenó los crímenes, especialmente la declaración del asesino, que quería vengar la muerte de niños en Gaza. Salam Fayad afirmó que cuando se llevan a cabo acciones tan espantosas, nadie debe utilizar el nombre de Palestina.

Eso me hizo recordar a mi amigo fallecido, Issam Sartawi, el “terrorista” palestino que se convirtió en un destacado activista por la paz y fue asesinado por ello. Él me dijo una vez que un líder antisemita francés le hizo una visita en su oficina de París y le ofreció una alianza. “Lo he echado”, me dijo; “sé que los antisemitas son los mayores enemigos del pueblo palestino”.

“Sé que los antisemitas son los mayores enemigos del pueblo palestino” me dijo Issam Sartawi

Como ya se ha dicho en varias ocasiones, el sionismo moderno es el hijastro del antisemitismo europeo moderno. De hecho, el término “sionismo” fue inventado solo unos años después de que un ideólogo alemán acuñara el término “antisemitismo”.

Sin antisemitismo, que sumergió a Europa desde los ‘Cien Negros’ de la Rusia zarista hasta el caso Dreyfus en la Francia republicana, los judíos habrían añorado Sion durante otros 200 años. Fue el antisemitismo, con la amenaza de los terribles hechos que estaban por venir, el que les obligó a huir y a conceder credibilidad a la idea de que los judíos debían tener un Estado propio, donde serían dueños de su propio destino.

Los primeros sionistas no tenían la intención de construir un estado que fuera una oficina central para todas las comunidades judías del mundo. De hecho, ellos pensaron que no existirían comunidades judías en el mundo. Según su punto de vista, todos los judíos se congregarían en Palestina y la diáspora judía desaparecería. Eso es lo que Theodor Herzl escribió y eso fue lo que David Ben-Gurion y Vladimir Jabotinsky creían.

Si hubieran hecho las cosas a su manera, no habría habido asesinos antisemitas en Toulouse porque no habría habido judíos en Toulouse.

Ben-Gurion apenas se pudo aguantar para no decir a los sionistas judíos americanos lo que pensaba de ellos. Los despreciaba totalmente. Según Ben Gurion, un sionista no debería estar en ningún otro sitio que no fuera Sion. Si hubiera escuchado a Binyamin Netanyahu regalar el oído a los miles de “líderes” judíos en la conferencia del AIPAC (Comité Americano Israelí de Asuntos Públicos), le hubieran dado ganas de vomitar. Y de manera comprensible, porque estos judíos, que aplaudían y brincaban como locos incitando a Netanyahu a comenzar una guerra desastrosa contra Irán, volvieron más tarde a sus acogedoras casas y ocupaciones lucrativas en América.

Sus hijos, de habla inglesa, van a la universidad y sueñan con un futuro de riquezas mientras que sus contemporáneos en Israel van al ejército y se preocupan por lo que pueda sucederles a sus familias indefensas si la prometida guerra contra Irán finalmente tiene lugar. ¿Cómo no van a entrar ganas de vomitar?

Por cierto, la simbiosis entre los políticos americanos y el lobby sionista nos lleva a comentar otra curiosidad que ha tenido lugar esta semana. El Congreso de Estados Unidos ha adoptado por unanimidad una ley que facilita a los israelíes inmigrar a Estados Unidos de manera definitiva. Todo lo que tenemos que hacer es comprar una pequeña empresa en Norteamérica (una pequeña tienda de delicatessen en una esquina de Brooklyn por la mitad de lo que costaría un apartamento en Jerusalén) para convertirnos automáticamente en residentes norteamericanos y, con el tiempo, ciudadanos.

¿Pude alguien imaginarse algo más antisionista que este complot para vaciar Israel? ¿Todo por amor a Israel y por unos votos judíos?

Eisner admitió que “podía haber sido un error actuar así delante de las cámaras”

Los medios de comunicación israelíes aplaudieron, por supuesto, esta nueva maravillosa prueba de la amistad de Norteamérica con Israel.

Así que tenemos a un antisemita homicida en Toulouse que empuja a los judíos hacia Israel y a un Congreso estadounidense sionista y cobarde que intenta seducir a los israelíes para que vuelvan al “exilio”.

Cuando se fundó Israel, pensábamos que sería el fin del victimismo judío, especialmente de la mentalidad de victimismo judío.

Ahí estábamos los hebreos, capaces de defendernos a nosotros mismos con la fortaleza de un Estado soberano.

Este victimismo llorón pertenecía a la detestada y despreciada diáspora, a la dispersa e indefensa comunidad judía.

Pero el victimismo ha vuelto con sed de venganza, en forma de estratagema política para todos los propósitos y de actitud mental. Las bombas atómicas iraníes, reales o imaginarias, nos dan un buen empujón. Mientras que Israel siga siendo un Estado dominado por el miedo, la mentalidad que vaticina un segundo Holocausto lo seguirá dominando.

Día tras día, Israel es más judío y menos israelí. Como se ha dicho, es más fácil sacar a los judíos del gueto que sacar el gueto de los judíos, especialmente en una guerra permanente.

Así que, al final, llegamos a la misma conclusión que siempre: la respuesta es la paz.