Negociaciones infinitas
Ilya U. Topper
“La isla de Chipre es un sandwich: de un lado está Turquía y del otro Grecia, y los chipriotas estamos aplastados en medio”. Así describe Heran Çiftçi, una profesora de Nicosia norte, la situación de uno de los últimos países divididos del mundo, y el único de la Unión Europea inmerso en un conflicto internacional.
Es un conflicto largamente enraizado. Aunque definir cuánto tiempo lleva es motivo de enzarzarse en nuevos conflictos. Lo recuerda Tahsin Ertugruloglu, ministro de Exteriores y hoy dirigente del partido Democracia y Confianza (DGP): “En un encuentro, una diputada grecochipriota dijo que dura ya 38 años. Es decir que para los grecochipriotas, el problema surge a partir de 1974, fecha en la que Turquía envía tropas a la isla. Pero es falso. En 1974 se resolvió un problema que había empezado en 1963”, dice, en referencia a las masacres cometidas contra la población turcochipriota y la expulsión de sus representantes de las instituciones públicas, tan cuidadosamente negociada apenas tres años antes, al independizarse la isla de Gran Bretaña.
“No existe una nación chipriota: existen dos naciones. Necesitamos dos Estados”
Tahsin Ertugruloglu es parte del problema. “Muchos turcochipriotas me criticaron duramente cuando me negué a firmar el acuerdo de reunificación en Copenhague en 2002. Pero sigo pensando que es lo más correcto que he hecho en mi vida como político”. Así lo declara en una entrevista con la prensa extranjera, organizada por la Asociación de Periodistas Europeos (AJE). Acto seguido admite que ni como ciudadano ni como política ha creído nunca en las negociaciones. Y menos ahora, con todo preparado para que la República de Chipre —es decir la parte griega— asuma la presidencia rotatoria de la Unión Europea, el próximo 1 de julio.
Ertugruloglu es el único político turcochipriota que aboga sin ambajes por el famoso “Plan B” que aparece desde hace algunas semanas en la prensa en aparente referencia a una nueva iniciativa independentista. Es hombre de palabras rotundas: “No existe una nación chipriota: existen dos naciones. No hay una lengua chipriota sino dos. No hay una religión sino dos. Necesitamos dos Estados”.
Para conseguirlo, asegura, habrá que cambiar el nombre: en lugar de llamarse “República Turca del Norte de Chipre”, el actual término oficial bajo el que la entidad sólo está reconocida por Turquía, habrá que adoptar el nombre “Estado Turcochipriota”. ¿Por qué? “Porque es el nombre que aparece en el Plan de Annan de 2004, de manera que tiene validez internacional y algunos países podrían reconocernos. Luego se podría seguir negociando una especie de confederación con la parte grecochipriota, pero ya de igual a igual”.
Desde el Gobierno, en manos del nacionalista Partido de Unidad Nacional, nadie quiere posicionarse. El primer ministro, Irsen Küçük, apenas responde con alusiones veladas a las preguntas de los periodistas de la AJE. “La economía de Turquía está creciendo mucho estos últimos años; y dadas nuestras estrechas relaciones con la ‘madre patria’, una república turcochipriota podría incluso situarse mejor que la grecochipriota”, aventura.
“¿Un referéndum de independencia? Estupideces. Nuestro futuro está en la Unión Europea”
Los partidos de la oposición descalifican esta opción. “¿Un referéndum de independencia? Estupideces. Nuestro futuro está en la Unión Europea”, zanja Mehmet Çakici, del Partido Socialdemócrata. “Las habladurías sobre el Plan B no nos acercan a una solución”, remacha Özkan Yorgancioglu, dirigente del Partido Republicano Turco (CTP), el mayor de la oposición. “Cualquier propuesta debe estar dentro de la legalidad internacional y seguir los parámetros de Naciones Unidas. Una independencia con el nombre cambiado no es aceptable para la ONU”.
La visión de Ertugruloglu expresa la de su mentor y durante años compañero de partido, Rauf Denktas, fallecido en enero pasado y hoy considerado fundador de la ‘patria turcochipriota’, pero no necesariamente la opinión de la población. Muchos isleños creen que lo que uno grecochipriotas y turcochipriotas es mucho más que lo que les separa. “Antes de la división, todos hablábamos fluidamente griego y turco, no teníamos problema para comunicarnos”, recuerda Çiftçi. Y todos coinciden en que el rasgo religioso más característico de los turcochipriotas es precisamente su desinterés por las reglas del Corán.
Ertugruoglu no es el único político que aboga por la independencia definitiva. También lo hace, aunque de forma más velada, Serdar Denktas, el hijo del ‘padre de la nación’, que dirige el Partido Demócrata. Recuerda que fue la Chipre griega que rechazó en referéndum el plan de reunificación elaborada por el secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, y aceptada en 2004 en referéndum en el Norte turco. “Había mucha ilusión entonces, pero se ha perdido; los grecochipriotas no perdieron nada por rechazarlo: fueron admitidos de todas formas en la Unión Europea. Nos pusimos de acuerdo en no ponernos de acuerdo, de manera que ahora avanzaremos por nuestra cuenta; debemos darle forma a nuestro futuro con nuestras propias manos”.
Para conseguirlo pide un referéndum, en el que sólo se plantearía si seguir negociando como ahora o “cambiar”. ¿En qué consistiría ese cambio? Denktas admite que habrá seguir buscando una fórmula de compartir el poder sobre la isla, pero ya no se hablará del territorio que corresponde a cada uno de los bandos ni de la restitución de propiedades, dos temas que han hecho fracasar todas las conversaciones.
“No somos una minoría. No nos consideramos una minoría. Somos copropietarios de la República»
Una opción como la del Plan Annan ahora tendría menos éxito que en 2004, pero aún ganaría con algo más del 50%, estima Ilksoy Aslim, profesor de Relaciones Internacionales en la Near East University de Nicosia norte. Otra parte importante votaría por la independencía. Pocos para una anexión total a Turquía, una opción lanzada en marzo por Egemen Bagis, el ministro de Asuntos Europeos turco. ¿Y a favor de una unificación total de la isla con iguales derechos para todos? “Menos aún. Los unitarios no superan el cinco por ciento”, cree Aslim. De hecho, es una opción que todos los partidos consultados, también los de la oposición, rechazan categóricamente. Porque significaría integrarse como minoría en un Estado dominado por grecochipriotas.
Y eso nunca. “No somos una minoría. No nos consideramos una minoría. Somos copropietarios de la República, según la Constitución de 1960; tenemos derechos como comunidad”, enfatiza Mehmet Çakici, presidente del Partido Socialdemócrata turcochipriota, el segundo mayor de la oposición, y a favor del Plan Annan. “En 1960 estábamos felices: éramos el 18% de la población y teníamos el 30% de representación”, reconoce.
Ahí está uno de los puntos que hacen tan difícil una solución: los turcochipriotas tienen más de lo que les corresponde, resume Aslim. Controlan el 36 % de la isla, pero además, han ocupado las propiedades, casas y terrenos de los grecochipriotas que huyeron al sur durante la invasión turca de 1974 o fueron trasladados en una “intercambio de población” acordado después. Cierto es que también los turcochipriotas perdieron las suyas en la parte sur, pero eran menos en cantidad y además, hoy hay un cierto porcentaje de turcos oriundos de Anatolia y nacionalizados como ciudadanos de la República Turca del Norte de Chipre: ellos también pueden votar, y perderían todo en un arreglo que incluya la restitución de las propiedades, un punto totalmente ineludible para la parte grecochipriota.
«Los políticos mantienen viva la llama del rencor: una tragedia es un pretexto para una política determinada”
Al menos para los partidos. Christina, 23 años, voluntaria en un centro cultural de Nicosia sur, no le daría tanto valor. “Lo ideal en un acuerdo de reunificación sería que se devolvieran las propiedades, pero lo veo poco realista. Mi familia es de Cirenia (Girne en turco) y teníamos una casa allí, pero en realidad no es mi casa. La pagaron mis abuelos, sí, pero de eso hace tanto y ahora hay familias viviendo allí…”
Christina ha hecho un rápido viaje al norte, como gran parte de los grecochipriotas —desde 2003, los ciudadanos de la isla tienen derecho a cruzar la línea verde— pero sin detenerse apenas, en un gesto común a muchos grecochipriotas que quieren ver la parte bajo dominio turco, pero no se sienten del todo cómodos con la población. Eso sí, quiere volver con más tiempo.
Pero no confía en que el problema se resuelva. Y no le echa tanto la culpa a los del norte —“Los chipriotas nos entendemos todos, nos lo arreglaríamos para convivir»— como a sus propios representantes políticos. “No paran de recordar, a través de discursos, películas o documentales, las injusticias cometidas contra nosotros, la pérdida de nuestras propiedades… Mantienen viva la llama del rencor, al igual que hace Estados Unidos con el 11-S: una tragedia se convierte en un pretexto para ejecutar una política determinada.”
La misma queja se escucha en el norte de la isla: los políticos son parte del problema, y no de la solución, afirman muchos. De hecho, todos los partidos subrayan la intransigencia de la parte griega.
Pero ¿cuáles son estas condiciones inaceptables? Aytug Plümer, subsecretario del Ministerio de Exteriores de la entidad turcochipriota, las enumera en su entrevista con los periodistas de la AJE: “En primer lugar, el estatus de las potencias garantes. La Constitución de 1960 otorga a Grecia, Turquía y Gran Bretaña la reponsabilidad de vigilar por el cumplimiento de los acuerdos (es bajo este mandato que Ankara envió tropas a la isla en 1974). Los grecochipriotas quieren abolir esta cláusula ya que, según dicen, es inaceptable tener potencias garantes foráneas en un Estado de la Unión Europea”.
En segundo lugar vienen las propiedades, más negociables, pero aún así problemáticas. “Se tendrán que restituir las propiedades abandonadas en ambas partes de la isla en 1974 o se tendrá que compensar a sus dueños; eso lo aceptamos. Pero los grecochipriotas quieren otorgar a los propietarios el derecho de tener la palabra final; podrían así rechazar las compensaciones e insistir en recuperar su parcela. Y esto supone un problema, porque a menudo ya viven allí decenas de familias que habría que desalojar”.
«Creemos que cada comunidad deberá tener una clara mayoría de población en su territorio”
Y no es tanto por los costes de un realojo como por la posibilidad de que los grecochipriotas vuelvan a instalarse en gran número en la zona norte. “Así no sería posible mantener el aspecto bizonal —basado en dos zonas claramente separadas— del Estado unificado. Creemos que cada comunidad deberá tener una clara mayoría de población en su territorio”, precisa Plümer. Se trata pues, para los políticos turcochipriotas, de mantener la división en la práctica y de hallar únicamente una estructura gubernamental federal.
El tercer punto crítico es el derecho de cada comunidad de elegir a sus representantes en este gobierno federal. “Nosotros queremos que se vote sin interferencias de la otra comunidad, y los grecochipriotas quieren cierto derecho de interferir”, concluye el subsecretario.
“La anexión a Turquía no es una opción; no es aceptable para los turcochipriotas»
¿Habrá manera de superar esta guerra de trincheras? Mehmet Ali Talat, expresidente de la República Turca del Norte de Chipre, y veterano defensor de la reunificación, suena pesimista. “La anexión a Turquía no es una opción; no es aceptable para los turcochipriotas y sería un desafío a la legalidad internacional”, considera durante una cena organizada por la Cámara de Comercio turcochipriota y la AJE. “Podría haber un plan B, cambiando algunos parámetros de la negociación. Los turcochipriotas deberíamos encabezar la dinámica de acercamientos, pero con este nuevo gobierno todo se ha quedado estancado”.
Como todos, cree que la llegada de Chipre a la presidencia interrumpirá en seco las negociaciones: Ankara ya ha anunciado que ni siquiera tendrá contacto con las instituciones de Bruselas durante esos seis meses. Luego llega la campaña electoral del presidente chipriota, Demetris Christofias, que se presentará a la reelección en febrero de 2013. Hasta después de esto, todo quedará suspendido.
Talat cree que el secretario general de Naciones Unidas podría aprovechar esta interrupción para preparar un nuevo paquete de parámetros con una clara agenda de fechas para dar los pasos previstos. Pero debería anunciarlo en los próximos días para que haya una nueva esperanza. “Si no, las negociaciones se convertirán en una rutina. Dos veces por semana, los dos bandos se encuentran y negocian. Es su trabajo”.
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