Opinión

La feminización de la Primavera Árabe

Mansoura Ezeldin
Mansoura Ezeldin
· 9 minutos

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No resulta nuevo decir que las mujeres árabes han desempeñado un papel destacado en la primavera árabe, y no vamos a añadir nada nuevo si decimos que los frutos de esta primavera, hasta ahora, no están a favor de las mujeres y sus derechos, sino que incluso constituyen una amenaza a estos derechos por varios motivos, dentro de los cuales destaca el papel de los islamistas radicales en todos los países de las revoluciones árabes sin excepción.

De hecho, el papel vital de las mujeres árabes en las revoluciones actuales no sorprende a nadie en la región, debido a que la mujer árabe estuvo muy presente a lo largo del siglo pasado, y tuvo una contribución palpable en los movimientos de liberación del colonialismo.

El papel vital de las mujeres árabes en las revoluciones actuales no sorprende a nadie en la región

Lo nuevo es que esa cuestión ya no se limita a las activistas de las élites culturales y sociales, sino que se extendió para incluir a casi todas las mujeres de todas las clases y orígenes. A mi modo de ver, la verdadera apuesta tiene que ver con las mujeres normales y las luchadoras casi desconocidas que destacaron entre la multitud y que han conseguido sacudir de un modo radical la sensibilidad del público, con sencillez y sin pretensiones.

Desde siempre, los movimientos feministas árabes han apostado por las élites, pues la mayoría de las activistas pertenecían a éstas. Así mismo, en la primavera árabe la atención se centra, en la mayoría de los casos, en las celebridades de entre las activistas, intelectuales y luchadoras, peros este interés a veces es exagerado, olvidándose de los miles de mujeres normales que realizan trabajos muy importantes en el terreno, que están en primera fila y han sufrido el abuso, la marginación, la tortura, y a veces incluso la muerte.

En Egipto, los tímidos primeros pasos hacia una revolución de carácter social, fueron protagonizados por luchadoras del pueblo llano que ocupan el primer plano de la escena. Así, ultimamente comenzó a centrarse la atención en Widad Damerdash una simple obrera que protagonizó en 2008 el levantamiento de la ciudad de Mahalla, y este levantamiento fue el impulsor más importante de la revolución de enero.

Samira desafió la brutal fuerza militar, se enfrentó a las tradiciones obsoletas, alzó la voz para contar los abusos

Del mismo modo, eminentes historiadores de Egipto comenzaron a ver a Samira Ibrahim como la protagonista del hecho revolucionario más importante del año 2011, dado que sus huellas en el futuro social y cultural serán de gran profundidad. Una mujer joven que lleva velo y que pertenece al conservador Alto Egipto tomó parte en la revolución desde el primer día y fue detenida y sometida a la prueba obligatoria para detectar la virginidad. Lo que querían los militares con esta prueba era quebrar su voluntad y humillarla.

Con ella había otras, pero la diferencia con ellas es que Samira desafió la brutal fuerza militar y se enfrentó a las tradiciones sociales obsoletas, alzó la voz para contar los abusos que sufrieron ella y otras, demandó al médico que le realizó las pruebas, y cuando el tribunal militar lo absolvió, a pesar de todas las evidencias que apoyaban el testimonio de Samira, y aunque los generales del Consejo Militar reconocieron que llevaban a cabo estas pruebas, Samira no se dio por vencida y decidió difundir su caso.

También la humillación de la joven desconocida de Tahrir, arrastrada desnuda por la calle, a quien los egipcios conocen ahora como “la mejor de las chicas”, constituyó un punto de inflexión a nivel social y cultural, pues dejó al descubierto en primer lugar la hipocresía de los políticos islamistas, que culparon a la víctima y cuestionaron su moral, y en segundo lugar puso a muchos sectores de la sociedad ante preguntas complejas sobre el verdadero significado del honor y la ética.

En la marcha contra la humillación, las activistas levantaron sujetadores azules en lugar de pancartas

El sujetador azul que llevaba esa chica se convirtió inmediatamente en un nuevo icono entre los iconos de la revolución egipcia. En la marcha de las mujeres que protestaban contra la humillación y la tortura de las mujeres egipcias por parte del ejército, las activistas levantaron sujetadores azules en lugar de pancartas.

Una vez estallada la polémica de las pruebas de virginidad, muchas jóvenes y mujeres egipcias, a lo largo de los últimos meses, alzaron sus voces contra el acoso sexual, y se sucedieron las campañas contra estos fenómenos. Muchas de ellas rompieron la barrera del miedo y la vergüenza, y escribieron los testimonios de su sufrimiento bajo el acoso sexual. Un paso aparentemente pequeño, pero cuyos efectos pueden ser importantes con el tiempo, pues el hecho de atreverse a hablar y sentir confianza en una misma y en su capacidad de provocar un cambio, son dos asuntos cuyas consecuencias son significativas a largo plazo.

Estas cosas y otras son semillas y síntomas de la necesaria revolución cultural y social, porque sin ellas esta primavera puede convertirse en un largo otoño para la mujer y sus derechos.

En Siria, la participación de las mujeres en la revolución representa una revolución en sí misma, pues las sirias representan un papel importantísimo en las labores de socorro, la consolidación y participación en las manifestaciones pidiendo el fin de la violencia. Además, muchas de las activistas más fuertes de la revolución siria pagaron un alto precio: fueron perseguidas, detenidas y torturadas. Siria ha experimentado también cierto número de violaciones; incluso fueron violadas niñas de diez años.

La censura impuesta a la revolución de Bahrein no ha logrado borrar la participación de las mujeres

A pesar de la censura informativa impuesta a la revolución de Bahrein a causa del odioso sectarismo, no se ha logrado borrar la imagen viva de la participación de las mujeres bahreiníes en la revolución desde sus inicios; asimismo, la lista de mártires de la revolución es una evidencia del papel de la mujer en ella.

Desaparezca o no esa nube de violencia del cielo de Bahrein, la imagen de la activista Zainab Al-Khawaja manifestándose sola sentada en el suelo en medio de la calle, para protestar por el arresto de su padre, Abdul Hadi al-Khawaja, quedará en la mente como una de las imágenes más expresivas de la revolución de su país en todo el mundo.

Por lo tanto podemos decir que las mujeres son más capaces que nadie a la hora de lograr que las revoluciones árabes se conviertan en una verdadera primavera, que se resista al fascismo militar y religioso. Son ellas las que se enfrentan cara a cara con los islamistas radicales, y luchan por sus derechos y por la libertad, la justicia y la igualdad. Velan por la feminización de las revoluciones para que ésta arraige en lo más profundo de la infraestructura de sus sociedades, dando lugar a cambios que puedan allanar el camino hacia futuras revoluciones sociales.

Evidentemente, mis palabras no significan que todas las mujeres sean conscientes de sus derechos, o que ellas, sin excepción, emprendan su batalla contra los hombres dispuestos a oprimirlas. Esta es una simplificación que no se corresponde del todo con la realidad, pues hay también hombres que apoyan la igualdad de género y defienden con fuerza los derechos de la mujer, y hay también mujeres que representan una gran amenaza para la consecución de estos derechos, o están del lado de las dictaduras ignorando lo que sufren los pueblos.

Una diputada pide la abolición de la ley de divorcio y pretende prohibir que una mujer viaje sola

Frente a Samira Ibrahim, Widad Demerdash, y otras miles de egipcias, nos encontraremos con mujeres como Izza al Yurf, parlamentaria perteneciente a los Hermanos Musulmanes. Esta diputada —a quien el presidente del Parlamento, de su mismo grupo, gusta de llamar Umm Ayman en relación a su hijo— pide la abolición de la ley de divorcio que otorga a las mujeres egipcias el derecho a divorciarse en el caso de la imposibilidad de convivencia entre ellas y sus maridos, y pretende prohibir que una mujer viaje sola.

También se opone a que se castigue al marido que viole a su esposa. Izza está también en contra del derecho de las mujeres egipcias casadas con extranjeros a dar su nacionalidad a sus hijos. Y pide no castigar a aquellos que acosan sexualmente a las mujeres, pues cree que la desnudez de la mujer es la razón que provoca el acoso sexual y por tanto no es culpa del hombre.

Las opiniones y las reivindicaciones exageradas y patriarcales de Izza Al Yurf, que rezuman autodesprecio, pueden encontrar su explicación en la psicología, pero lo más llamativo e irónico es que ella justifica su comportamiento por garantizar los derechos y la dignidad de las mujeres.

Y esto se repite con pequeñas diferencias en el resto de los países de la primavera árabe.

Pero, afortunadamente, el modelo de la mujer rebelde es el que tiene mayor presencia y relevancia, pues las plazas de las revoluciones árabes están abarrotadas de mujeres inmersas en una danza por la libertad, a pesar del silbido de las balas. Cuerpos femeninos, llenos de heridas, cubiertos de manchas de sangre, pero fuertes, resistentes, orgullosos de su feminidad, y decididos a continuar su propia revolución. Pero la pregunta más difícil es cuando puede convertirse esta revolución en una revolución por la libertad del propio cuerpo, de manera que se rompan todas las cadenas que lo aprisionan.