Siria: La guerra de propaganda

Daniel Iriarte
Daniel Iriarte
· 10 minutos
Rebeldes sirios en Idlib muestran sus carnés de identidad (Jul 2012) | © Daniel Iriarte
Rebeldes sirios en Idlib muestran sus carnés de identidad (Jul 2012) | © Daniel Iriarte

El miércoles, un presunto atentado suicida contra el edificio de la Seguridad Estatal acabó con la vida de tres altísimos cargos del régimen: el ministro de Defensa, Daud Rayiha, su antecesor, Hassan Turkmani, y el viceministro Assef Shawkat, que es además el cuñado de Bashar Asad.

El ministro del Interior, Mohammad Ibrahim, resultó también herido en la explosión, junto con un número incierto de otras personas. Tanto el Ejército Sirio Libre, compuesto por desertores, como un grupo yihadista llamado la Brigada del Señor de los Mártires han reivindicado el atentado.

La rebelión contra el presidente Bashar Asad parece haberse asentado con fuerza en la capital siria. “Tenemos una guerra abierta, especialmente en el barrio de Midan, que está en el mismo centro de Damasco. Como en los días anteriores, hay combates en los barrios de Qaboun, Nahr Aisheh, y Tadamoun, que lleva cuatro días bajo el fuego”, explica a M’Sur una activista de la capital que se identifica como Yasmin Alshami.

“Vivo muy cerca de los combates, y puedo ver los tanques y a los soldados. La novedad es que el ejército ha empezado a utilizar helicópteros. Qaboun, por ejemplo, lleva todo el día siendo bombardeado por los helicópteros”, relata esta opositora en conversación telefónica. “También veo francotiradores por todas partes.Tenemos las ventanas totalmente cerradas, porque están disparando a todo el que se mueve. Ayer murieron seis vecinos nuestros por asomarse a las ventanas”, asegura Alshami.

Según todas las informaciones, los insurgentes del Ejército Sirio Libre están lanzando ataques por toda la ciudad, acercándose cada vez más al palacio presidencial. Varios edificios de la seguridad estatal y la administración, en la céntrica calle Bagdad, han sido alcanzados por los disparos. Lo mismo ha ocurrido en la plaza Sabaa Bahrat, donde se encuentra la sede del Banco Central. La insurgencia ha hecho un llamamiento a la toma de la capital, que han denominado “Volcán en Damasco”.

«Hemos llevado la batalla desde las provincias a la capital», asegura un portavoz del ELS

“Hemos llevado la batalla de la provincia de Damasco a la capital. Tenemos un plan claro para conquistar todo Damasco. Solo tenemos armamento ligero, pero es suficiente”, aseguró el martes el coronel Qassim Saadedín, un portavoz del Mando Unificado del Ejército Sirio Libre (ELS). “El ELS está tratando de evitar que los milicianos de Asad cometan masacres dentro de la ciudad. Están defendiendo, por ejemplo, el barrio de Tadamoun desde hace cuatro días, y hasta ahora han hecho un buen trabajo”, afirma Alshami. De acuerdo con esta activista, el número de ciudadanos que se lanzan a las calles es cada día mayor que el anterior.

Ciudadanos alzados en Damasco

“Mucha gente coge objetos inflamables y se lanza a la calle a quemar ruedas, para tratar de cortar algunas calles”, dice. “La electricidad va y viene de forma intermitente. Lo mismo ocurre con las líneas telefónicas, incluso las de telefonía móvil. Es difícil saber qué está pasando exactamente, porque perdemos mucho el contacto con los teléfonos de la gente que está en las zonas donde hay combates”, cuenta Alshami. “En Midan, tres cuartas partes de las familias han huido. Además, hay una huelga general en las principales zonas comerciales, como el zoco de Hamidiyeh, Salhiyeh o la calle Hamra. El noventa y nueve por ciento de las tiendas han cerrado, y eso es muy importante, porque muchos negocios de toda la ciudad se abastecen aquí”, relata.

Otro indicador de hasta qué punto se están acelerando las cosas es que, según el espionaje israelí, el ejército sirio está retirando las unidades desplegadas en Quneitra, en los Altos del Golán, y enviándolas a la capital. “Asad no tiene miedo de Israel en estos momentos, pero, ante todo, quiere aumentar sus fuerzas en torno a Damasco”, declaró hace dos días Aviv Kochavi, jefe del espionaje militar israelí, ante un comité parlamentario.

“Los combates ocurren muy cerca de mi casa, así que estoy un poco asustada”, confiesa Alshami, con una vocecilla que delata su juventud. “Pero muchos de mis amigos opositores tienen la esperanza de que esta sea la batalla final, antes de que caiga Asad”. “Los combates ocurren muy cerca de mi casa, así que estoy asustada” relata una activista desde Damasco.

No obstante, es difícil hacer previsiones, porque la información que llega de Siria siempre es parcial. Según aseguran algunos periodistas que han abandonado Siria, los medios informativos gubernamentales tratan de moldear la realidad para adaptarla a la versión del régimen. Ghatan Sleiba, periodista del canal Al-Ijbariya, quien hace dos semanas huyó a Turquía, asegura que dicho canal prepara los testimonios de los ciudadanos entrevistados.

«Hablamos con la gente antes de entrevistarla. Los ciudadanos sirios no saben nada, no saben qué decir. Nosotros les indicamos lo que deben decir frente a las cámaras de televisión, para obtener el mejor reporte posible», indica Sleiba. «Por ejemplo, les pedimos a los entrevistados que nos digan que ellos apoyan a Bashar Asad y que siempre lo respaldarán. Lo hacemos para complacer a las autoridades que nos vigilan», asegura en una entrevista con la BBC. La sede de Al-Ijbariya fue atacada por un grupo armado, que asesinó a media docena de empleados y secuestró a otros nueve. El atentado fue posteriormente reivindicado por el Frente Al Nusrah para los Pueblos del Levante, una organización yihadista vinculada a Al Qaida.

«No todo lo que contamos a la prensa es cierto», admite el responsable de una red opositora

Pero si la versión del régimen normalmente no es nada fiable, tampoco lo es necesariamente la de los rebeldes. Muchos ciudadanos sirios se han jugado la vida de forma heroica para filmar las manifestaciones y los combates, y proporcionar imágenes y datos a la prensa internacional. Sin embargo, algunos de estos vídeos han demostrado ser inexactos, cuando no directamente falsos. Es el caso de unas imágenes que, según los opositores que las colgaron en internet, mostraban un helicóptero presuntamente capturado al ejército sirio. En realidad, la aeronave, como se demostró posteriormente, estaba en un museo militar de Ucrania. «Hemos realizado un gran esfuerzo de información, pero no todo lo que contamos a la prensa es cierto. Algunas operaciones de propaganda han sido muy exitosas», confesó recientemente a M’Sur el responsable en Estambul de una red opositora siria en el interior, con buenos contactos entre la prensa internacional.

Un seudónimo colectivo

Lo mismo ocurre con las informaciones sobre civiles muertos. Aunque grupos como el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) han probado su profesionalidad y su cautela a la hora de proporcionar datos a los medios, algunos elementos resultan conflictivos.

Es frecuente, por ejemplo, ver cómo diarios de todo el mundo citan las palabras de un tal Rami Abdel Rahman, portavoz del OSDH, con base en Londres. El problema es que esta persona no existe: es un seudónimo utilizado de forma colectiva por los miembros del Observatorio, para proteger a sus fuentes, según se vieron obligados a revelar recientemente.

Además, el OSDH realiza diariamente un recuento de los muertos en todo el país, que, según sus cifras, ya superan los 17.000, entre ellos más de 11.800 civiles. Pero, como admiten los miembros del Observatorio, estos «civiles» incluyen a aquellos miembros de la insurgencia sin formación militar, y que, por tanto, no pueden ser incluidos en la categoría de «desertores», aunque combatan en las filas del Ejército Sirio Libre o grupos relacionados.

«¿Tú eres el que escribió lo de los libios dentro de Siria?», nos dice Omar Kilani, un antiguo miembro del Consejo Nacional Sirio y opositor de base. Se refiere al artículo publicado en M’Sur el pasado diciembre, que describía la presencia de revolucionarios libios en Yebel Zawiya, en el norte de Siria, tal y como pudo constatar este corresponsal. Al responder que sí, sigue un rosario de acusaciones y amenazas: «¡Sé que eres un espía! ¿Cómo sabes que eran libios? ¿Si yo te digo que soy estadounidense, también lo escribes?», grita, furioso, Kilani. La situación se vuelve muy tensa, y abandonamos el lugar.

Según nos explica otro miembro de la oposición, el problema es que el grupo de combatientes con los que M’Sur trabajó en diciembre continúa negando que el episodio de los libios haya ocurrido nunca, a pesar de haber sido corroborado también por la periodista francesa Edith Bouvier, posteriormente herida en Homs, que estuvo presente en el encuentro.

«¡Sé que eres un espía!», nos acusa un opositor

El reportaje de M’Sur, no obstante, fue posteriormente utilizado por el régimen sirio para tratar de sostener su tesis de que la insurgencia era en realidad una conspiración promovida por yihadistas extranjeros. Pero este incidente es una muestra de que en Siria, como en toda guerra, ambos bandos están más interesados en la propaganda que en una información veraz. La imposibilidad de que los periodistas se desplacen con libertad por el interior del país ha convertido este conflicto en algo imposible de relatar de forma independiente.

Los atentados en Damasco y otras ciudades, o matanzas como la de Hula, el pasado abril, o la de Tremseh la semana pasada, derivan invariablemente en cruces de acusaciones entre los contendientes, a menudo no verificables. Concretamente la masacre de Hula, que se cobró 108 víctimas, entre ellas 49 niños, el 25 de mayo pasado, ha vuelto a estar bajo los focos, después de haber sido condenada en un primer momento por numerosos estados como ejemplo de la crueldad del régimen sirio. Rainer Hermann, periodista del diario alemán de referencia Frankfurter Allgemeine, cree, en cambio, que la masacre fue llevada a cabo por rebeldes para eliminar a dos familias que se habían negado a afiliarse a su bando.

Hay cierto consenso en que efectivamente se trataba de asesinar a todos los miembros de dos familias concretas, pero mientras algunos relacionan una de ellas, la “familia Abderrazaq”, con Abderrazaq Tlas, un líder rebelde que en este momento dirigía la toma de Hula, Hermann cree que las víctimas pertenecían a clanes progubernamentales. Es verosímil que los ejecutores fueron milicias, pero si se trataba de opositores o de los temidos ‘shabbiha’ del régimen, queda en el aire.

El plan de paz propuesto por Kofi Annan, enviado especial de la ONU y la Liga Árabe para Siria, contempla como uno de sus puntos la libertad de movimientos para periodistas extranjeros en el interior del país. Pero mientras esto no se cumpla, la información sobre este conflicto seguirá dependiendo de lo que revelen ambos bandos, que es, demasiado a menudo, pura propaganda.