Opinión

El cisne negro del Golfo

Sultan Al-Qassemi
Sultan Al-Qassemi
· 9 minutos

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Veinte meses después de las rebeliones árabes ha quedado claro que los Estados árabes del Golfo han optado por la represión y por mantener el status quo. De hecho, en lugar de introducir reformas políticas reales, algunos han dado saltos hacia atrás.

En su libro Fooled by Randomness (‘Engañado por la casualidad’, 2004), Nassim Nicholas Taleb nos presenta la teoría del ‘cisne negro’, una definición de acontecimientos que son tan grandes que son muy difíciles de predecir pero que cambian completamente el rumbo de la Historia. Yo creo que los Estados del Golfo continuarán en su posición actual hasta que se vean sorprendidos por una suceso del tipo ‘cisne negro’, algo tan insospechado que los catapultará a una situación en la que se tendrán que tragar la amarga píldora de la reforma.

Los Estados del Golfo han vivido acontecimientos de ‘cisne negro’ antes, por lo que establecieron el Consejo de Cooperación del Golfo tras la guerra de Iraq-Irán. Ya en 1986, el emir de Kuwait suspendió el Parlamento y aún en 1989 se resistía a la petición ciudadana de restablecer la Asamblea Nacional. Al año siguiente, Saddam Husein invadió Kuwait y el emir celebró una reunión histórica de políticos y dirigentes tribales kuwaitíes en Yidda, el puerto de Arabia Saudí en el Mar Rojo, que se convirtió en la sede del Gobierno kuwaití en el exilio.

No vale la pena emular la experiencia del Parlamento de Kuwait, tan aclamado y tan ineficaz

La “Conferencia de Yidda”, como se le conocería después, tuvo lugar el 13 y 14 de octubre de 1990. El emir prometió restaurar el Parlamento después de que se liberase el país, en un intento de asegurarse el apoyo de todos los kuwaitíes. En octubre de 1992, el Parlamento electo volvió a celebrar sus sesiones.

Tal vez el acontecimiento cuya envergadura real menos se ha reconocido en la historia de Arabia Saudí fue la así llamada Gran Huelga de Aramco en octubre de 1953. Más de 13.000 obreros saudíes y palestinos de este gigante de la industria del petróleo interrumpieron su labor para pedir condiciones de trabajo equivalentes a las de sus colegas norteamericanos. Aparentemente, la huelga se inspiró en la figura de Gamal Abdul Nasser, el líder socialistas de Egipto, que había introducido amplias reformas laborales en su país. Las autoridades saudíes respondieron con una política de palo y zanahoria pero al final cumplieron con muchas de las demandas obreras.

Otros acontecimientos de ‘cisne negro’ salpican la historia reciente de la región pero las acciones de los Gobiernos de Omán, Bahréin, Kuwait y Arabia Saudí durante las rebeliones árabes en curso muestran que todavía emplean una metodología de reacción, y no tanto de prevención.

Tras haber sido criticado por promover la democracia en todas partes excepto en su propio país, el emir de Qatar prometió en 2011 que en 2013 se celebrarían elecciones para un Consejo Consultativo, es decir una década entera después de que el país, rico en yacimientos de gas, adoptara una Constitución permanente. Pero esta película ya la conocemos. El resultado probablemente no sea más que un eco de otros Parlamentos igual de ineficaces en la región.

Tampoco valdría la pena emular la experiencia del Parlamento de Kuwait, tan aclamado y tan ineficaz. Es más, ha incluso acallado a algunos de los mayores defensores de reformas políticas en la región. Esto se ha convertido en el clásico caso del huevo y la gallina. ¿Habría que introducir reformas políticas a lo kuwaití y observar como se estanca el desarrollo político o más bien postergar todo hasta que la frustración desemboque en protestas callejeras como ocurrió en Bahréin? Los Estados del Golfo han sobrevivido a la primera ronda de revueltas árabes, pero es improbable que éstas ya hayan tocado a su fin.

¿Qué acontecimientos de ‘cisne negro’ podrían tener lugar en el Golfo? Aquí una selección de una larga lista:

1.- Las autoridades de Israel han repetido su amenaza de atacar las instalaciones nucleares de Irán. Si Israel llega a llevar a cabo el ataque, las consecuencias humanas, medioambientales, militares y sociales no se limitarían a Irán sino que también afectarían a los Estados árabes del Golfo. Irán ha amenazado con devolver el golpe si sufre un ataque y muchos creen que el blanco podrían ser los intereses de Estados Unidos en el Golfo. Podrían ser objetivos militares, como la base de la Quinta Flota de la marina estadounidense en Bahréin, o la base de Udaid en Qatar, los intereses comerciales de Estados Unidos en los Emiratos o las instalaciones petrolíferas en las provincias orientales de Arabia Saudí.

2.- Un golpe interno. Bahréin y Kuwait son los únicos dos Estados del Golfo que no han experimentado golpes palaciegos en las últimas décadas (antes también eran los dos Estados con verdaderos Parlamentos, aunque ya no). Un golpe de Estado, aunque es improbable, podría introducir unas cuantas incógnitas en cualquier ecuación política.

Casi todos los dirigentes del Golfo son ancianos o están enfermos o ambas cosas


3.- Una sucesión hereditaria
fallida. Casi todos los dirigentes del Golfo son ancianos o están enfermos o ambas cosas. Algunos Estados, como Omán, tienen planes de sucesión bastante ambiguos, lo que podría llevar a peleas internas en la élite que dirige el país.

4.- Una amenaza externa. Los Estados del Golfo tienen frontera común con algunos de los países más inestables del mundo, entre ellos Yemen e Iraq. Los niveles de violencia devastadores que éstos han experimentado podrían desbordarse y tener efectos en los países vecinos. Además, los Estados del Golfo, especialmente Qatar y Arabia Saudí, apoyan a los rebeldes sirios enviándoles armas y munición. Esto podría volverse en contra de ellos mismos, si los baathistas sirios decidiesen llevar la batalla al propio patio trasero de estos países del Golfo, bien antes de que caiga el brutal régimen sirio, bien después.

5.- La oposición podría militarizarse, especialmente en Arabia Saudí y Bahréin.

6.- Una rebelión de trabajadores inmigrantes o una huelga. En este caso, el mayor riesgo lo correrían Emiratos y Qatar, debido a su desequilibrio demográfico. En octubre de 2007, una huelga interrumpió el trabajo en el rascacielos de Burj Khalifa (Dubai), cuando 34.000 obreros de Asia meridional abandonaron sus herramientas para pedir a su empleador, Arabtec, mejoras en sus salarios, sus alojamientos y el transporte. En marzo de 2006, unas 2.500 personas se rebelaron por motivos laborales contra Arabtec, también en Burj Khalifa. En enero de 2011, otro incidente, también entre empleados de la misma empresa, motivó una huelga de 30.000 trabajadores.

7.- Fuerzas extremistas islámicas podrían lanzar ataques contra los Estados árabes del Golfo. Arabia Saudí ya sufrió una oleada de atentados terroristas de Al Qaeda entre 2003 y 2006, mientras que en 2009, el blanco fue un príncipe de elevado rango. Además, los milicianos armados salafistas y de los Hermanos Musulmanes en Siria han acumulado una experiencia de combate que no tienen otros grupos. Estos combatientes, que no están atados por ninguna norma de guerra, podrían volverse contra sus patronos en Qatar y Arabia Saudí, una vez que terminen los combates en Siria.

8.- La caída de una de las ocho monarquías árabes. En las últimas décadas, las monarquías de Iraq, Libia, Yemen, Túnez y Egipto se han transformado todas en repúblicas. No es imposible que lo mismo ocurra en Jordania o Bahréin, si no se llevan a cabo urgentes reformas de gran calado.

Si Qatar introdujera reformas políticas de envergadura en 2013, otros podrían seguir su ejemplo

9.- El comodín adicional podría ser la impredecible Qatar, si introdujera reformas políticas de envergadura en lugar de las meramente cosméticas elecciones anunciadas para un consejo consultativo en 2013; en tal caso otros podrían seguir su ejemplo.

Aunque los riesgos enumerados no se podrán eliminar por completo, las monarquías del Golfo podrían ser capaces de reducir al mínimo la probabilidad de que tengan lugar y las consecuencias que tendrían. No hay que olvidar que los aparatos militares y de los servicios secretos de los Estados del Golfo juegan un papel en el mantenimiento de la paz, especialmente frente a amenazas externas, pero desde luego, el mejor camino hacia adelante es construir una sociedad civil con un concepto común y cohesionada por un mecanismo unificador, como sería un Parlamento elegido que sea realmente representativo y cumpla su función.

En una conferencia del mundo árabe celebrada en París el verano pasado me encontré con una jequesa kuwaití de alto rango y le pedí su opinión sobre el ineficaz Parlamento de Kuwait. Su respuesta me sorprendió: lo tildó de ‘sammam al aman’, la válvula de seguridad de la familia en el poder, pese a sus numerosos fallos.

Quienes gobiernan hoy los Estados del Golfo no deberían pasar por alto la lección del ‘cisne negro’ de Kuwait, la invasión del país y la Conferencia de Yidda. Al fin y al cabo, aún no es demasiado tarde para unas reformas preventivas.