Opinión

El annus horribilis de Qatar

Sultan Al-Qassemi
Sultan Al-Qassemi
· 6 minutos

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Cómo cambian las cosas en un año en Oriente Medio. En junio de hace un año, el jeque Hamad bin Khalifa Al Thani, emir de Qatar, cedió el poder a su hijo el jeque Tamim, uniéndose así a una lista de monarcas, corta pero al parecer creciente, que han abdicado en favor de sus familiares. En el momento de su abdicación, Hamad dejaba atrás un imperio de influencia y poder blando que ha abarcado toda la región. Doce meses después, las cosas no podrían ser más diferentes.

Los Hermanos Musulmanes, aliados de Qatar, perdieron poder en Egipto, Túnez, Libia, Siria…

Sólo 72 horas después del ascenso al trono de Tamim, en Egipto fueron expulsados del poder los Hermanos Musulmanes, seguramente los mayores aliados de Qatar, a los que el Estado del Golfo ha apoyado con miles de millones de dólares y con cobertura mediática favorable a través de la cadena Al Jazeera en árabe. Los miembros de este movimiento, que sólo unos días antes tenía en su poder la presidencia, el puesto de primer ministro, puestos en el gabinete ministerial y en el Parlamento, fueron forzados a pasar a la clandestinidad o fueron encarcelados o exiliados. El presidente Mohamed Morsi ni siquiera tuvo tiempo de enviar un telegrama de felicitaciones al joven emir.

Ocurrio en más lugares: el movimiento islamista de Túnez, Ennahda, otro estrecho aliado de Qatar, accedía a renunciar al poder y nombrar un gabinete provisional, sólo unas pocas semanas después de que se expulsara a los Hermanos Musulmanes en Egipto. En Libia, donde Qatar había colaborado con dinero y poder mediático y militar, el exgeneral Khalifa Hifter ha prometido ‘‘purgar’’ su país de miembros de los Hermanos Musulmanes.

La Coalición Nacional Siria, respaldada por Qatar y dominada por los Hermanos Musulmanes, ha dejado de jugar un papel importante y ahora es Ahmed Yarba, respaldado por Arabia Saudí, el que encabeza la oposición, lo que ha llevado a un experto en política a comentar acerca de la influencia de Qatar que ‘‘políticamente va sentada en el asiento de atrás; o quizás ni siquiera va en el coche’’.

Qatar sufre acusaciones de sobornos para la Copa del Mundo 2022 y de trabajo esclavo

Los Hermanos Musulmanes, aliados de Qatar, encajaron un duro golpe cuando Arabia Saudí, país en el que se encuentran los dos santuarios más sagrados del islam, se unió a Egipto y calificó al grupo de organización ‘‘terrorista’’. El rey saudí, Abdulá bin Abdulaziz, envió un telegrama para felicitar al nuevo hombre fuerte de Egipto, Abdel Fatah Sisi, menos de una hora después de que fuera nombrado presidente, en el que decía quee ‘‘causar cualquier tipo de daño a Egipto equivale a dañar al islam, a los árabes y a Arabia Saudí’’, y aconsejaba a Sisi que ‘‘tuviera cuidado con las malas amistades’’.

En otra referencia clara a Qatar, el rey dijo: ‘‘Cualquiera de nosotros debería ser consciente de que si puede prestar ayuda [a Egipto], pero en vez de cumplir con su deber se queda rezagado, no tendrá lugar entre nosotros el día de mañana’’.

Qatar está sufriendo un gran problema de imagen, que no deja de crecer, a raíz de haber sido elegido anfitrión de la Copa del Mundo. Las acusaciones han oscilado desde sobornar a oficiales de la FIFA para que su candidatura para la Copa del Mundo 2022, hasta reiteradas acusaciones de condiciones de trabajo ‘‘esclavas’’ en el país. En las últimas semanas, Estados Unidos bajó de categoría a Qatar en su Informe sobre la Trata de Personas, elaborado anualmente, y todos los patrocinadores excepto uno, la aerolínea Emirates de Emiratos Árabes Unidos, pidieron a la FIFA que abriera una investigación sobre las alegaciones que se conocen como ‘‘Qatargate’’.

En marzo, dando un paso sin precedentes, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Bahréin retiraron a sus embajadores de Doha después de que Qatar no respetara un acuerdo conjunto de seguridad de noviembre de 2013, por el que Doha se comprometía a poner fin a su apoyo a los Hermanos Musulmanes y rescindir el hospedaje concedido a figuras de la oposición del Golfo.

Durante los últimos meses, el emir de Kuwait, con su larga trayectoria profesional de diplomático, se ha ofrecido como voluntario para mediar entre el tripartito del Golfo (Arabia Saudí, Bahréin y Emiratos Árabes Unidos) y Qatar. Lo que todavía queda por hacer es encontrar alguna medida que salve la cara al emir qatarí y que a la vez sea aceptable para el tripartito del Golfo.

¿Podrá el emir satisfacer las demandas saudíes y del Golfo o se quedará solo en diciembre?

Según una fuente diplomática, a no ser que Qatar satisfaga las condiciones del grupo, éste último puede que opte por boicotear la próxima cumbre del Consejo de Cooperación del Golfo, que se celebrará en Doha en diciembre, impidiendo por consiguiente el quórum necesario para que se convoque una cumbre del Golfo.

Los eventos de estos últimos pocos meses están haciendo de 2014 un annus horribilis para Qatar. Sin embargo, todavía es muy pronto para descartar el país del juego de las naciones. Qatar sigue siendo el anfitrión del futuro mando central de Estados Unidos, está dotado de una inmensa riqueza natural, y, aunque Al Jazeera en árabe se ha convertido en una sombra islamista de lo que era antes, sus cadenas en inglés están cobrando poco a poco protagonismo a nivel global.

En una visita a Francia, Tamim les dijo a sus anfitriones, el 23 de junio: ‘‘Nosotros siempre hemos estado jugando el papel de mediador entre países con diferencias’’. Sin embargo, la prueba más grande para el joven emir será la cuestión de si es capaz de resolver sus propias diferencias con el Tripartito del Golfo y no encontrarse solo en la mesa en diciembre.

Publicado en Al-Monitor | Junio 2014 | Traducción del inglés: Víctor Olivares